El Universo está en declive: es cada vez más frío y avanza hacia su desaparición
Un nuevo estudio determina que el periodo de mayor actividad se dio hace alrededor de 10.000 millones de años, y que desde entonces la tasa de nacimiento de nuevas estrellas no ha dejado de bajar
El fin del universo llegará mucho antes de lo que creemos
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Iniciar sesiónEl diagnóstico, desde luego, impresiona: el Universo entero está en una larguísima 'cuesta abajo', una fase de declive a largo plazo que le llevará a su total desaparición. Sus días de máxima gloria, de hecho, aquellos en los que la formación estelar alcanzaba sus máximas ... cotas, hace ya mucho que pasaron. A partir de ahora, y ya para siempre, nuestra realidad palpable se irá volviendo lenta pero inevitablemente cada vez más fría y muerta. Esa es la sombría conclusión de un nuevo estudio, dirigido por Douglas Scott y Ryley Hill, cosmólogos de la Universidad de Columbia Británica y en el que han participado 175 investigadores de instituciones de todo el mundo. El trabajo, aún no revisado por pares, se publicará próximamente en 'Astronomy and Astrophysics', pero ya puede consultarse aquí.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han utilizado las enormes capacidades de dos grandes telescopios espaciales de la Agencia Espacial Europea: el recientemente activado Euclid y el histórico Herschel. Gracias a ellos , el equipo ha conseguido tomar la lectura más completa de la temperatura del cosmos jamás registrada, y la cifra final deja pocas dudas sobre la sentencia final.
El Universo, por decirlo de una forma simple, está oficialmente 'cuesta abajo'. Y aunque su fecha de caducidad está a una distancia de tiempo que resulta incomprensible para la mente humana (hablamos de billones, o incluso quinvigintillones de años, un 1 seguido de 78 ceros), el estudio demuestra que el pico de su energía y de su capacidad para fabricar estrellas ya fue alcanzado hace unos 10.000 millones de años.
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José Manuel NievesUn 'termómetro cósmico'
La salud de una galaxia no depende solo del número de estrellas que ya brillan en ella, sino sobre todo de la cantidad de 'polvo estelar' que aún le queda por usar. Se trata de nubes enteras de partículas de metales y silicatos producidas por la muerte de generaciones anteriores de estrellas. Es, por así decirlo, la 'materia prima' que permite que las galaxias 'fabriquen' nuevas estrellas.
Scott, Hill y su equipo se centraron en ese polvo, y en concreto en su temperatura, medida con todo cuidado nada menos que en 2,6 millones de galaxias, un catálogo estadísticamente robusto y de una magnitud sin precedentes. Para conseguirlo, tuvieron que combinar la destreza visual de dos instrumentos tan diferentes como el Euclid, que captura la luz visible y el infrarrojo cercano, lo que permite ver las galaxias con claridad; y el Herschel, que durante años ha permitido detectar la luz infrarroja lejana, que es precisamente la que emite, en forma de calor, el polvo estelar cuando absorbe luz de las estrellas cercanas.
Al combinar estos datos, los investigadores consiguieron crear una especie de 'termómetro galáctico' de alta precisión que demuestra una clara correlación: cuanto más caliente está el polvo en una galaxia, mayor es su tasa de formación estelar. Una galaxia más caliente, por lo tanto, es una 'fábrica' que trabaja a pleno rendimiento, con muchas estrellas masivas y ardientes calentando su entorno. Una galaxia más fría, por el contrario, es una 'fábrica' que ha ralentizado la producción o que, directamente, está empezando a cerrar.
El 'Mediodía Cósmico'
La principal revelación del estudio es que la temperatura media de las galaxias ha descendido unos 10 grados Kelvin a lo largo de los últimos 10.000 millones de años. Las galaxias más antiguas, aquellas cercanas al 'Mediodía Cósmico' (el periodo de máxima actividad), tenían una temperatura promedio de unos 35 Kelvin (equivalente a -238 grados Celsius) frente a los 25 Kelvin actuales (-248 grados Celsius). Y aunque eso parezca muy frío, en realidad no lo es para el vasto y prácticamente vacío espacio intergaláctico. El descenso, aunque leve en cifras absolutas, marca una tendencia clara e inequívoca: el fuego que alimenta las estrellas se está apagando.
El Mediodía Cósmico ocurrió aproximadamente entre 9.000 y 11.000 millones de años atrás (o cuando el Cosmos tenía sólo entre 3.000 y 5.000 millones de años de edad). Y si pensamos en el Universo como en un ser vivo, ese periodo sería el equivalente a su juventud, la etapa en que las galaxias se fusionaban mucho más a menudo de lo que lo hacen hoy en día, agitando sus vastas reservas de gas y polvo y provocando masivas y espectaculares erupciones de nacimientos estelares. Fue un tiempo sin duda violento, pero enormemente productivo, donde la tasa de creación de estrellas llegó a ser hasta 20 veces superior a la actual.
El nuevo estudio deja completamente claro que la mayoría del cosmos ha dejado ya muy atrás ese periodo febril. Hoy, en la relativa calma de la madurez, las galaxias que vemos están cada vez más 'apagadas' y sus tasas de formación estelar son ridículas comparadas con el pasado. Es el preludio de un final que, aunque inimaginablemente lento, no deja de ser seguro.
La larga marcha hacia la nada
Desde finales de los 90 sabemos que la expansión universal no sólo continúa en la actualidad, sino que está acelerando. Es decir, que el Universo cada vez se hace más grande más deprisa. De hecho, a medida que el espacio se estira sin cesar, las galaxias se van alejando unas de otras, y lo seguirán haciendo hasta el punto de que ya no podremos verlas. Así, totalmente aisladas y dependiendo únicamente del 'combustible' que les quede, las galaxias se irán apagando de una a una a medida que dejan de fabricar nuevas estrellas. El Universo entero se irá enfriando hasta llegar a un estado de máxima entropía, donde ya no quedará energía para realizar trabajo alguno. La temperatura final llegará al 'cero absoluto' (-273,15 grados Celsius) el punto en que la actividad atómica se detendrá para siempre.
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Desde luego, falta mucho, muchísimo para que llegue ese momento. Pero eso no quita que el nuevo estudio sea una prueba más de que estamos asistiendo, en tiempo real, al comienzo de la vejez del Universo en que vivimos. En el fondo, hemos tenido mucha suerte por haber existido en una era aún caliente y brillante de un cosmos que se dirige inevitablemente hacia la oscuridad.
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