De los pies desnudos a los primeros zapatos con cordones
ciencia por serendipia
El simple acto de ajustar unos cordones nos conecta con una tradición que refleja cómo la humanidad ha sabido combinar la utilidad con la belleza en cada paso
El primer mondadientes de la humanidad
Desde tiempos inmemoriales, nuestros pies han sido los grandes protagonistas de la historia de la humanidad. Ellos nos han permitido caminar, correr, saltar y explorar mundos, pero también han sido los primeros en sufrir los rigores del clima, los terrenos ásperos y las inclemencias del ... tiempo. Y, como todo en la historia humana, la forma en que protegemos nuestros pies ha evolucionado a lo largo de los milenios, desde simples materiales improvisados hasta los complejos diseños de nuestros zapatos modernos con cordones.
Pero, ¿cuándo y cómo surgieron los primeros zapatos con cordones? La respuesta no es sencilla, pero lo que sí podemos asegurar es que su historia refleja la creatividad, la necesidad y el deseo de comodidad y estilo que acompañan a la humanidad desde hace miles de años.
Primeros indicios de protección para los pies
Hace aproximadamente 40.000 años, en la Edad de Piedra, nuestros ancestros comenzaron a proteger sus pies con rudimentarios materiales naturales. Los primeros zapatos dejaron de ser nada más que una protección contra piedras, ramas o temperaturas extremas para convertirse en objetos que también expresaban identidad, cultura e incluso estatus social.
Los hallazgos arqueológicos más antiguos de calzado datan de esa época, como la famosa sandalia de hábil fabricación encontrada en una cueva en Armenia, que se calcula tiene unos 5.500 años. Estas sandalias estaban hechas de fibras vegetales retorcidas y cortadas, y su diseño era simple pero eficaz, con la particularidad de que no tenían cordones o cierres sofisticados.
Prácticamente, en aquel entonces predominaba el concepto de protección más que de adornar o marcar estilo. Pero con el tiempo, y especialmente en las civilizaciones más avanzadas del mundo antiguo, surgieron nuevas ideas para sujetar y decorar los zapatos, entre ellas, los cordones.
La civilización egipcia, la primera en innovar con cordones
Uno de los primeros registros de que se utilizaron cordones en el calzado proviene del Antiguo Egipto, hace unos 3.000 años antes de Cristo. Los egipcios no solo usaban sandalias, sino que también inventaron formas de sujetar el calzado que incluían cordones y tiras de cuero que se ataban alrededor del pie con nudos elaborados.
Estos calzados no solo protegían, sino que también servían como símbolo de estatus social y poder. Los faraones y nobles lucían sandalias con cordones adornados con joyas y plumas, que reflejaban su rango y su culto a los dioses, ya que en esas culturas el calzado también tenía un carácter ritual. Los cordones en Egipto, además, facilitaban el ajuste del calzado a diferentes tallas y formas de pie, marcando así un avance en la comodidad y funcionalidad del calzado.
Las civilizaciones griega y romana continuaron perfeccionando el arte del calzado con cordones. Los griegos, por ejemplo, usaban sandalias que se sujetaban con tiras de cuero y cordones que rodeaban el tobillo o la pierna. Estas tiras estaban atadas con elegantes nudos que a veces se convertían en auténticas obras de arte.
Los romanos, por su parte, desarrollaron calzados con cierres y cordones que permitían un mayor ajuste y comodidad, fundamentales en un imperio que conquistaba vastos territorios y necesitaba un calzado resistente y funcional. La 'caliga', el calzado militar romano, solía tener cordones que se ajustaban con precisión, señalando la importancia del ajuste y la sujeción en actividades militares y civiles.
Los zapatos con cordones al alcance de la plebe
Desde el siglo XIV y hasta el Renacimiento los zapatos con cordones se consolidaron como elemento distintivo de la moda y la ornamentación en la nobleza europea. Los reyes, nobles y nobles encomendados a la corte comenzaron a usar calzados con cordones finamente bordados, a menudo de seda, terciopelo o cuero decorado con abalorios.
Un ejemplo famoso son los zapatos puntiagudos y decorados que lucían los cortesanos, muchas veces con cordones en forma de lazos o lazadas en colores vibrantes, que destacaban la riqueza y el buen gusto del portador. La longitud de los cordones, su calidad y el modo en que estaban atados servían también para mostrar poder y estatus social. El uso de cordones en los zapatos, en esta etapa, adquirió un grado de sofisticación que iba más allá de la simple función de ajuste: se convirtió en expresión estética y social.
De todas formas, el gran salto hacia los zapatos con cordones que conocemos hoy se produjo en Europa en los siglos XVI y XVII. En esa época, especialmente en Inglaterra y Francia, los zapatos comenzaron a diseñarse de forma más estructurada y confortable, con el uso de cordones para ajustar mejor el calzado al pie. Uno de los pioneros en popularizar el calzado con cordones fue el zapatero italiano Antonio Borrelli, en el siglo XVI, quien diseñó calzados ajustados y decorativos con cordones elaborados en hilos de oro y plata para la corte. En esa misma época, los cordones se empezaron a hacer en distintos materiales, desde cuero fino hasta seda, y en diferentes colores, para reflejar moda y distinción.
Con la llegada de la Revolución Industrial en el siglo XIX, todo cambió. La fabricación de calzado se mecanizó, y nuevos métodos permitieron producir zapatos con cordones de manera más rápida y económica. La industria del calzado empezó a incorporar maquinaria que cortaba, cosía y ajustaba las piezas en serie. Esto hizo que los zapatos con cordones estuvieran al alcance de muchas más personas, y no solo de la élite social. La variedad creció, y se popularizaron estilos más sencillos y cómodos, adaptados a la vida urbana y a las necesidades cotidianas.
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En definitiva, la historia de los zapatos con cordones no es solo la historia de una moda o un invento técnico; es la historia de cómo el ser humano ha buscado proteger, adornar y expresar su identidad a través del calzado.