Nuevas evidencias apuntan a que un cometa acabó con los primeros norteamericanos
El hallazgo de 'cuarzo de impacto' en tres importantes yacimientos de la cultura Clovis reabre el debate sobre el motivo de su súbita desaparición
Un hallazgo en Florida apunta a que los primeros americanos llegaron por el Pacífico
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Iniciar sesiónHace alrededor de 13.000 años, Norteamérica sufrió un cambio tan repentino como brutal. En un abrir y cerrar de ojos geológico, el clima se desplomó, la megafauna que dominaba el continente (mamuts, mastodontes, tigres dientes de sable...) desapareció, y la primera cultura bien definida del continente ... , la cultura Clovis, se esfumó de repente del registro arqueológico. ¿Qué pudo suceder exactamente en ese momento, justo entre el Pleistoceno y el Holoceno?
Durante décadas, la respuesta se ha repartido entre la sobrecaza humana y los avatares del clima. Sin embargo, un grupo de científicos, liderado por el profesor emérito de Ciencias de la Tierra James Kennett, de la Universidad de California en Santa Bárbara, lleva años defendiendo una hipótesis mucho más atrevida, casi de ciencia ficción: que los fragmentos de un cometa explotaron entonces sobre la Tierra, desatando un infierno global que precipitó todas estas extinciones. Y ahora, un nuevo estudio recién publicado en 'PLOS One' acaba de aportar una de las mayores evidencias que respaldan la hipótesis: la presencia de 'cuarzo de impacto' en tres yacimientos clave de la cultura Clovis. Se trata, según los autores del estudio, de la pieza que faltaba para completar el gran puzle de la catástrofe.
Una cultura desarrollada
Durante gran parte del siglo XX ha existido un amplio consenso sobre el hecho de que los Clovis fueron los primeros pobladores de América del Norte. Su datación más aceptada se sitúa en un corto pero intenso periodo de tiempo: aproximadamente entre 13.500 y 12.800 años atrás.
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El rasgo más distintivo de esta cultura de cazadores-recolectores, siempre en movimiento y bien adaptados al final de la era glacial, es su sofisticada tecnología lítica, conocida como el 'tecno-complejo Clovis'. Su herramienta estrella es la famosa punta acanalada, una punta de lanza finamente tallada por presión, con una característica y meticulosa acanaladura central que servía para fijarla al asta de forma segura, convirtiéndola en un arma formidable y precisa para la caza mayor.
Los Clovis nunca construyeron aldeas permanentes. Eran grupos nómadas, siempre en pos de las manadas de mamuts lanudos, mastodontes y bisontes de cuernos largos, que abundaban por las praderas y tundras. Estas puntas de lanza a menudo han aparecido junto a restos de mamuts, lo que subraya su especialización. A pesar de lo cual, tan rápido como surgió, la cultura Clovis dejó de existir. De hecho, se extinguió al mismo tiempo que desaparecieron sus presas y que daba comienzo el 'Joven Dryas' o 'Dryas Reciente', uno de los episodios de enfriamiento más severos y repentinos jamás sufridos por el hemisferio norte, que se produjo en apenas unas décadas. La abrupta extinción de la cultura Clovis constituye uno de los mayores enigmas de la arqueología americana.
El 'Gran Frío'
El Dryas Reciente abarcó todo un milenio, desde hace unos 12.900 hasta 11.700 años. Y se produjo en un momento en que el planeta entero ya había iniciado una prometedora transición hacia un clima más cálido después de la última gran era glacial. Es decir, que durante ese periodo se produjo una repentina 'marcha atrás' y la Tierra volvió, durante más de mil años, a las gélidas e inhóspitas condiciones anteriores. En regiones como Groenlandia las temperaturas anuales cayeron hasta 10°C en apenas unas décadas.
¿Qué fue lo que provocó esta crisis? Hasta ahora, la explicación más aceptada fue la de un cambio drástico en la circulación oceánica. La rápida fusión de la vasta capa de hielo Laurentino en Norteamérica, en efecto, habría liberado una cantidad ingente de agua dulce y fría en el Atlántico Norte. Una especie de 'tapadera' de baja salinidad que interrumpió la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC), la gigantesca 'cinta transportadora oceánica' que lleva el calor de los trópicos hacia el norte. Al detenerse ese 'motor de calor', el hemisferio norte se congeló de nuevo. El fenómeno, conocido como 'vaivén polar', explica por qué mientras el Norte se enfriaba, algunas regiones del Sur seguían calentándose.
Se desata el infierno
Pero James Kennett y su equipo no están de acuerdo con esta explicación, y opinan que el comienzo de este enfriamiento fue demasiado repentino, demasiado sincrónico en distintas partes del globo y demasiado destructivo para ser explicado únicamente por un cambio en las corrientes oceánicas. Ellos defienden la que ha dado en llamarse 'Hipótesis del Impacto del Dryas Reciente' (YDIH).
Según esta idea, la causa del repentino enfriamiento y, por extensión, de la extinción de la megafauna y del colapso de los Clovis, fue un evento cósmico. Pero no uno como el impacto del enorme asteroide gigante que acabó con los dinosaurios en Chicxulub hace 66 millones de años, sino más bien de una 'lluvia de metralla', los fragmentos de un cometa que explotaron sucesivamente en la atmósfera terrestre a baja altitud, antes de tocar el suelo. «En otras palabras -dice Kennett-, se desató el infierno.»
Según el investigador, las explosiones generaron ondas de choque inmensas y un calor extremo que provocó incendios masivos a escala continental. El humo, el hollín y el polvo resultantes habrían bloqueado la luz solar, desencadenando un 'invierno nuclear' que se sumó al enfriamiento oceánico. El impacto en sí, sumado a las durísimas condiciones subsiguientes fue, para los defensores de la YDIH, el tiro de gracia para los mamuts y la razón de la desaparición de la avanzada tecnología Clovis.
SIn embargo, tal y como dijo en una ocasión el famoso divulgador Carl Sagan, «las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias». Y ya que aquella catástrofe no dejó cráter alguno, había que buscar esas pruebas en otra parte.
Una prueba extraordinaria
Para los autores del nuevo estudio, esa prueba extraordinaria existe, y reside en el llamado 'cuarzo de impacto'. Se trata de granos de arena de cuarzo que han sido deformados de forma permanente por presiones y temperaturas extremas, muy superiores a las que puede generar cualquier proceso terrestre común, como un terremoto o una quema forestal, pero que son típicas de un impacto hiperveloz, como el de un proyectil espacial, contra la superficie del planeta.
Utilizando técnicas avanzadas como la microscopía electrónica y la catodoluminiscencia, Kennet y sus colegas han conseguido identificar esos granos, fracturados según un patrón muy específico, en una capa de sedimento de hace 12.800 años en tres yacimientos arqueológicos de la Cultura Clovis: Murray Springs, en Arizona, Blackwater Draw, en Nuevo México, y Arlington Canyon, en las islas del Canal de California.
Como explica el propio Kennet, mientras que un cráter gigante como Chicxulub (que tiene 180 km de diámetro) deja cuarzo con fracturas paralelas muy uniformes, un estallido aéreo a baja altitud (como el de los fragmentos de un cometa) genera ondas de choque que golpean el suelo desde múltiples direcciones, con variaciones de presión y temperatura. El equipo modeló esos estallidos y confirmó que la variedad de patrones de choque encontrados en el cuarzo de los sitios Clovis era exactamente lo que se esperaría de un impacto cósmico sobre la superficie, y no directamente contra ella. En ausencia de cráter, el cuarzo de impacto se convierte, según Kennet, en el 'sello' inconfundible de la detonación.
Otros indicadores de la catástrofe
El hallazgo viene a sumarse a otros 'marcadores de impacto' que los defensores de la hipótesis del cometa han venido recopilando desde hace décadas en la misma capa geológica, conocida como el 'Límite del Dryas Reciente'. Entre ellas, una delgada 'capa negra' rica en carbono y hollín común en Norteamérica y que se interpreta como el resultado de los incendios generalizados tras las explosiones; diminutas estructuras de carbono (nanodiamantes), que sólo pueden formarse bajo presiones extremas, como las de un impacto; pequeñas 'gotas' metálicas y microesférulas de vidrio fundido, que es la forma que adoptan los materiales terrestres calentados a temperaturas tan altas que se vaporizan y se condensan nuevamente en forma de esferas; y concentraciones inusualmente elevadas de elementos raros como el platino y el iridio, típicos de muchos cometas y asteroides y muy escasos en la la Tierra.
Juntos, todos estos indicadores, reforzados ahora por el hallazgo del cuarzo de impacto, suponen para los autores del estudio una evidencia 'convincente' de que un impacto cósmico fue el factor decisivo que llevó a la extinción de la megafauna y al fin de la Cultura Clovis.
Controversia científica
Algo con lo que no todos, por supuesto, están de acuerdo. De hecho, podría decirse que la Hipótesis del Impacto del Dryas Reciente es una de las más controvertidas de la geología y la arqueología modernas. A pesar de los hallazgos de Kennett, en efecto, la teoría es ampliamente rechazada por una buena parte de los expertos en paleoclima y arqueología.
Los críticos esgrimen toda una serie de argumentos de peso. Por ejemplo, que muchos de los supuestos 'marcadores de impacto' podrían haberse generado aquí, en la Tierra. Las microesferas ricas en carbono, sin ir más lejos, podrían ser perfectamente estructuras fúngicas o incluso excrementos fosilizados de insectos. Y la famosa 'capa negra' y las concentraciones de minerales raros pueden explicarse por procesos comunes sin necesidad de recurrir a una catástrofe cósmica.
La principal alternativa sigue siendo, por lo tanto, la antes mencionada interrupción de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC), causada por el deshielo de los glaciares. Algo para lo cual, según los críticos, no se necesita la intervención de cometa alguno.
Ni siquiera el hallazgo de cuarzo de impacto en los más importantes yacimientos de la Cultura Clovis ha conseguido poner fin al debate, aunque lo reabre de una forma espectacular, ya que añade a la balanza un peso considerable en favor de un final más violento y dramático para la primera gran era de la historia americana.
MÁS INFORMACIÓN
Si la teoría del impacto finalmente se confirma y es aceptada por la comunidad científica, será la prueba de que, incluso en épocas relativamente recientes, la Tierra y sus pobladores han estado sometidos a la aleatoria furia del cosmos. Y que el fin de la cultura Clovis no fue una muerte lenta causada por el frío y la sobrecaza, sino el resultado de un 'hachazo' cósmico que podría repetirse, también, en cualquier momento del futuro.
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