La misión Artemis I vuelve a quedarse en tierra y se retrasa hasta octubre

Desde el principio, se respiró un clima de bastante escepticismo en torno al posible éxito de este segundo lanzamiento, previsto para despegar del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral (Florida), a partir de las 14.17 hora local (20.17 hora española). «No hay garantía de que despeguemos el sábado, pero lo intentaremos», afirmó en una rueda de prensa el jueves Mike Sarafin, gerente de la misión Artemis I. «Los equipos técnicos han realizado un gran trabajo en muy poco tiempo para traernos aquí». Pero el cohete, que lleva siendo la fuente de quebraderos de cabeza con retrasos y sobrecostes desde que se ideara hace alrededor de una década, volvió a dar problemas.

Esta vez se ha detectado una nueva fuga de combustible durante su llenado, a pesar de que en las pruebas a temperatura ambiente anteriores no se habían reportado fallos. La fuga, de unos 20 centímetros, se encontró entre el suelo y las placas laterales del cohete. Los ingenieros han tratado de calentar el conector del tanque y enfriarlo con combustible frío para detener la fuga, que estaba en un lugar distinto a la pérdida que también fue detectada el lunes. No ha servido esta estratagema, por lo que el equipo ha probado a presurizarlo con helio y para luego volver al método de calentamiento y enfriamiento. Los tres intentos han fracasado. Finalmente, la NASA ha decidido posponer el lanzamiento por segunda vez en la misma semana.

Horas más tarde, desde la NASA se ha comunicado que al principio de la fase de las tareas de llenado, cuando los ingenieros enfrían el sistema a -217 ºC antes de hacer fluir el hidrógeno líquido frío «se envió un comando involuntario que elevó temporalmente la presión en el sistema». La NASA afirma que, «si bien el cohete permaneció a salvo y es demasiado pronto para saber si el aumento en la presurización contribuyó a la causa de la fuga», los ingenieros están examinando el problema.

«Volaremos cuando estemos listos», ha vuelto a repetir en una pequeña intervención tras la suspensión de la misión el administrador de la NASA, Bill Nelson. «Las cancelaciones son parte del programa espacial. Mi propio vuelo fue retrasado cuatro veces», ha explicado Nelson en referencia a su etapa como astronauta de la agencia espacial estadounidense. En la rueda de prensa posterior, los responsables de la agencia espacial han confirmado que la misión no despegará en los próximos días y que aún faltan semanas hasta que se consideren nuevas fechas, si bien lo más probable es que el lanzamiento se programe de nuevo para finales de octubre.

«Después de detenerse en el intento de lanzamiento de Artemis I de hoy cuando los ingenieros no pudieron superar una fuga de hidrógeno en una desconexión rápida, una interfaz entre la línea de alimentación de combustible de hidrógeno líquido y el cohete SLS, los gerentes de la misión se reunieron y decidieron que renunciarán a más intentos de lanzamiento a principios de septiembre», ha afirmado la NASA en un comunicado.

Los siguientes pasos serán estudiar la fuga sobre la plataforma de lanzamiento donde, de momento, aún se encuentra el cohete, y valorar si puede ser arreglado allí o tiene que ser transportado de nuevo al edificio de montaje de vehículos, una suerte de 'boxes' de naves espaciales. Aún así, la nave deberá regresar allí -una tarea que ocupa varios días de actividad- para recargar las baterías del sistema.

Esta primera misión ha contado desde el inicio con varios contratiempos: ya el ensayo general húmedo -en el que se llevan a cabo todos los pasos del lanzamiento menos el despegue- tuvo que ser repetido hasta en cuatro ocasiones y nunca fue completado en los términos fijados originalmente.

Aún así, la NASA decidió probar el lanzamiento real el pasado lunes 29 de agosto. Pero los problemas aparecieron ya en las primeras horas del día: los ingenieros detectaron una fuga de hidrógeno líquido en la interfaz de acoplamiento con la etapa central del cohete, si bien esta vez sí se pudo solucionar enfriando manualmente el hidrógeno líquido, con lo que las operaciones continuaron. Sin embargo, un fallo en uno de los motores principales hacía detener la cuenta atrás a los 40 minutos. Los motores del SLS se tienen que enfriar antes de que el combustible fluya en su interior; si no, el choque de temperatura provocaría una contracción repentina de las piezas metálicas del motor. Tres de los cuatro motores funcionaron normalmente, pero el número 3 no logró pasar la prueba, a pesar de todos los esfuerzos por solucionarlo.

Al final, este problema sumado a una grieta en la espuma aislante de una brida que conecta los tanques de combustible, provocaron la suspensión del lanzamiento. Las pesquisas posteriores indicaron que el fallo de enfriamiento en el motor se debía a un sensor defectuoso; también repararon la fuga de combustible del SLS y resolvió un problema con la válvula de ventilación. Sin embargo, todos estos esfuerzos no han sido suficientes para que podamos ver al SLS, de 98 metros de altura, surcar los cielos de camino a la Luna.

Esta primera misión es el estreno del SLS y el segundo viaje de Orion, que ya estuvo en el espacio en 2014. Cuando despegue, el cohete dejará de camino a la órbita lunar a la cápsula, en cuyo interior no hay aún tripulación, pero sí diversos experimentos que intentarán desvelar cómo el viaje podría afectar a los futuros astronautas. En 2024 está previsto que se lance Artemis II, una misión que sí estará tripulada pero que no llegará a aterrizar en la Luna. Si lo hará Artemis III, prevista para no antes de 2025 (si bien muchos expertos señalan que se trata de una fecha demasiado ambiciosa). De momento, esta primera misión se ha disparado hasta los 4.000 millones de euros. Aunque las cifras se vuelven estratosféricas si ponemos de horizonte la fecha en la que los siguientes humanos pondrán el pie sobre la Luna: para entonces, el gasto habrá aumentado hasta los 93.000 millones de euros.

Pero objetivo de Artemis no solo es el de llevar de vuelta la presencia humana a nuestro satélite; ese es solo el plan a corto plazo. A medio y largo plazo, la intención es establecer una base lunar que sirva de trampolín para viajes de astronautas aún más ambiciosos a Marte, un objetivo que los funcionarios de la NASA han dicho que probablemente no se hará realidad hasta finales de la década de 2030. Ambiciosos objetivos que, de momento, no han podido despegar.