Escepticismo científico sobre el chip cerebral que Elon Musk dice haber implantado
El anuncio del primer voluntario tratado solo está avalado por él. El caso no se ha publicado en ninguna revista científica. No se conoce ni al paciente ni al equipo médico que lo ha realizado
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Elon Musk afirma haber implantado un chip en el cerebro de un paciente y lo llama 'Telepatía'
Judith de Jorge y Javier Ansorena
Madrid
El multimillonario Elon Musk ha anunciado que su compañía Neuralink, dedicada al desarrollo de un novedoso interfaz cerebro-computadora, ha implantado su primer dispositivo en un paciente. El chip cerebral, al que ha llamado 'Telepatía', fue colocado el domingo y, según el empresario, permitirá ... controlar un teléfono o una computadora «simplemente pensando». Aunque Neuralink ha sido duramente criticada por la muerte de varios monos en sus experimentos preliminares, el pasado septiembre recibió el visto bueno de una junta de revisión independiente para comenzar el reclutamiento para su primer ensayo clínico en humanos.
Como es habitual en muchas de sus iniciativas, Musk ha dado solo algunos detalles sobre el primer implante cerebral de Neuralink a través de su propia red social X (antes Twitter), pero no ha informado de la identidad del paciente ni ha ofrecido muchos detalles de cómo se encuentra, aparte de estar «recuperándose bien» y de que se han detectado unos «prometedores picos neuronales o impulsos nerviosos».
Sin embargo, Musk sí había señalado que los primeros usuarios «serán aquellos que hayan perdido el uso de sus extremidades». En este sentido, escribió: «Imagínese si Stephen Hawking pudiera comunicarse más rápido que un mecanógrafo. Ese es el objetivo».
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Salvo estos breves datos, los resultados no han sido publicados de momento en ninguna revista científica ni se conoce ningún dato del paciente ni tampoco el equipo o centro médico encargado de la intervención. Tanta opacidad hace recelar a la comunidad científica sobre este nuevo anuncio del multimillonario.
Memorias falsas
A pesar de todo el revuelo que se forma con cada anuncio de Musk, la realidad es que las tecnologías de interfaz cerebro-computador llevan desarrollándose desde hace más de una década. «No es nada nuevo -comenta a este periódico Juan Lerma, director del recientemente creado Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC-CSIC)-, ya se han implantado electrodos del tamaño de una moneda de diez centavos en la corteza cerebral de individuos tetrapléjicos, conectados a un ordenador. El paciente (con sus pensamientos) era capaz de mover un brazo robótico y tomarse un café». En otro caso publicado, el individuo controlaba un ordenador, llamaba por teléfono, encendía o apagaba las luces o levantaba las persianas.
«Lo que sí es nuevo -puntualiza Lerma- es que el sistema de Musk es inalámbrico, no está conectado a una máquina a través de cables, pero eso es el devenir lógico de la tecnología». Además, «probablemente este tipo de electrodos sean algo diferentes, pero eso también es esperable, por el avance de los conocimiento de los materiales, pero no es significativo».
Sí cree que estas tecnologías podrían plantear un dilema ético ya que podría suponer el uso de los pensamientos más íntimos de un individuo sin su permiso. E incluso la introducción de datos falsos en el cerebro. «Sabemos que se pueden implantar memorias falsas. Ya se ha hecho con ratas. Habría que analizar, poner límites y regular a estas técnicas», advierte Lerma.
Recuperar el movimiento
El neurocientífico francés Grégoire Courtine recibe con interés el paso que puede representar el implante de Neuralink. El equipo de Courtine también ha desarrollado un 'puente digital' que conecta las señales del cerebro de una persona con paraplejia con su médula espinal para devolverle la movilidad. Cree que «existe la posibilidad de combinar un dispositivo como el desarrollado por Musk, capaz de leer el pensamiento, con su tecnología. «En la actualidad, Neuralink sólo implanta un chip en el cerebro. Para recuperar el movimiento tras una lesión medular, también hay que implantar tecnología cerca de la médula espinal para administrar terapia eléctrica. Ya hemos vinculado nuestra plataforma de neuroestimulación con el dispositivo CEA-Clinatec BCI para restablecer el movimiento tras una parálisis. Nos complace tener la oportunidad de hacer lo mismo con el dispositivo Neuralink», explicó Courtine en declaraciones a ABC.
Otros reclaman prudencia: «Hasta que escuchemos lo que tiene que decir la compañía y veamos los resultados en un estudio científico con evaluación de sus pares, es mejor ser cautelosamente escépticos», defendía Tony Ho Tran, de 'The Daily Beast', tras un anuncio en el que apenas solo se sabe lo comunicado por el multimillonario sudafricano en mensajes de su red social, X.
«No tiene sentido generar mucha atención y entusiasmo cuando no hay mucha información, y tiene el peligro potencial de dañar la percepción pública de estos avances tecnológicos», añadía.
Musk ha errado por costumbre en sus pronósticos sobre sus proyectos empresariales y tecnológicos. En 2016 anunció que se podría ir en uno de sus coches Tesla guiados sin conductor desde Nueva York a Los Ángeles en un plazo de dos años. Ese mismo año dio el mismo plazo para la llegada del primer cohete de SpaceX, su compañía aeroespacial, a Marte. Han pasado ocho años y ninguno de esos dos pronósticos están cerca de cumplirse.
Sobre la propia Neuralink, aseguró en 2017 que su primer producto estaría en el mercado en cuatro años, en 2021. Y ahora acaba de anunciar un avance muy importante, pero que sitúa la comercialización de los implantes todavía en un territorio lejano.
Sin duda, el anuncio contribuirá a alimentar el apetito por el sector de los transplantes neurológicos. Neuralink no cotiza en bolsa, pero Reuters situó su valor de mercado el pasado junio en 5.000 millones de dólares, cuando todavía no se había conseguido ejecutar ningún implante.
El avance «valida el interés y la demanda para la neurotecnología», aseguró a 'The Wall Street Journal' Jacob Robinson, consejero delegado de Motif Neurotech, una compañía que desarrolla su propio implante, centrado en el tratamiento de la depresión.
El éxito de Neuralink «habrá que evaluarlo en el largo plazo, en función de la estabilidad del implante con el paso del tiempo y de cuánto beneficia al participante».
Debates éticos
Más allá de las disquisiciones sobre los avances del sector, el anuncio de Musk también ha desatado cuestiones éticas. «Una sociedad en la que algunas personas tienen implantadas mejoras cognitivas y otras no podría crear una división de clase nunca vista», aseguró a 'The Washington Post' Alan McCay, investigador especializado en ética en neurotecnología por la facultad de Derecho de la Universidad de Disney. Otros debates éticos, defendía McCay, pueden tener que ver con el uso de datos cerebrales recopilados por el implante.
En un futuro todavía más lejano que el promete las primeras aplicaciones de Neuralink, las dudas éticas serán todavía más acuciantes. Musk defendió en un evento tecnológico en San Francisco en 2019 que el objetivo último de este proyecto es «conseguir la simbiosis con la inteligencia artificial», para que los humanos se «mezclen con inteligencia artificial» y no se «queden atrás» cuando esta sea más sofisticada. Estos objetivos tienen una complejidad ética muy superior al tratamiento de una parálisis.
Monos muertos
Neuralink es una de las grandes ambiciones de Musk. Fundada en 2017, los implantes de cerebro se empezaron a probar en animales unos meses más tarde. En febrero de 2021, anunció que un mono con uno de sus chips era capaz de jugar al videojuego 'pong' solo con el pensamiento.
En noviembre de 2022, Musk predijo que la empresa comenzaría las pruebas en humanos en seis meses. Entonces, la compañía dio a conocer un vídeo en el que dos monos parecían mover los cursores de una computadora solo con sus pensamientos. No fue hasta el pasado mayo que Neuralink recibió la autorización de la FDA, la agencia del medicamento de Estados Unidos, para comenzar los ensayos con humanos y en septiembre logró la aprobación de una junta independiente para comenzar el reclutamiento. Se desconoce el número de participantes, pero en su día se comunicó que se trataba de personas con parálisis debido a una lesión de la médula espinal cervical o con ELA. Supuestamente, el ensayo tardará unos seis años en completarse.
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