Etología
Los chimpancés se contagian de los bostezos de un androide e incluso se echan a dormir
Un experimento en un santuario de Gerona demuestra que los primates no pueden evitar reaccionar ante un bosteza, aunque lo haga un agente artificial
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Iniciar sesiónPrácticamente todos los animales con columna vertebral, incluido el ser humano, bostezan al ver a otro abrir la boca por sueño o aburrimiento. Ocurre entre individuos de la misma especie, pero también de especies diferentes: se ha comprobado que los perros imitan los bostezos ... de sus dueños, y los chimpancés en cautividad, los de sus cuidadores. Un automatismo en el que algunos ven una prueba de empatía. Pero lo que nunca se había comprobado hasta ahora en ningún animal es que esta respuesta aparezca de forma automática ante un agente artificial, un objeto inanimado.
Un equipo británico con participación española ha comprobado que, en efecto, los chimpancés responden al bostezo de un androide muy realista que imita acciones y expresiones humanas. No solo no pueden evitar repetir el acto motor, además cambian su comportamiento: algunos individuos interpretan que ha llegado el momento de hacerse el nido y echarse a dormir. La clave es que no se lo ha sugerido el comportamiento de un congénere, lo ha hecho una máquina.
El experimento se llevó a cabo en la Fundación Mona, en Gerona, un centro de recuperación de primates rescatados de situaciones difíciles, como tráfico ilegal, uso en espectáculos o como mascotas. «En el recinto naturalizado se recuperan de sus traumas mientras aprenden los comportamientos típicos de su especie», explica Miquel Llorente, investigador principal del Comparative Minds Research Group de la Universidad de Gerona y coautor del estudio, publicado en 'Scientific Report'.
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Judith de JorgeCatorce chimpancés adultos de entre 10 y 33 años, machos y hembras, fueron expuestos a la presencia de un busto de silicona muy realista que se puede programar para que realice distintos movimientos faciales. «Habitualmente se utiliza para trabajar con niños invidentes, para que, por el tacto, puedan reconocer expresiones de sorpresa, tristeza... para que ellos mismos puedan replicarlas cuando les pasa», dice Llorente. Con los simios, sin embargo, el androide solo mostró el bostezo, «una conducta muy utilizada para valorar el contagio, que tiene relación con el aumento de oxigenación del cerebro y sirve para desplazar la ansiedad».
Teoría de la mente
¿Sabían los chimpancés que estaban ante una máquina? «No me atrevería a asegurarlo», responde Beatriz Calvo-Merino, coautora del estudio en la Universidad de la City de Londres, a la que pertenece el primer autor, Romiro Joly-Mascheroni. «Pero sí sabemos que los chimpancés reconocen las diferencias con otras especies, incluidos los seres humanos. Algunos de los participantes se mostraron interesados en el objeto que tenían frente a ellos, mientras que a otros no les producía la menor curiosidad. Nunca los forzábamos a participar», señala.
Llorente cree que los chimpancés sí advertían que el busto no era humano: «tienen consciencia y teoría de la mente, saben inferir lo que tú estas pensando. Saber si el androide es un ser vivo o no, lo que tiene que ver con la categorización, es una capacidad mucho más simple que requiere menos recursos cognitivos», indica.
La cabeza del androide generaba expresiones faciales —bostezo, bostezo abierto y neutral—, y cada movimiento facial duraba 10 segundos. Los chimpancés mostraban un bostezo contagioso en respuesta al bostezo del androide. Respondieron de forma gradual. El mayor contagio por bostezo se produjo cuando el androide mostró la boca completamente abierta, una respuesta reducida cuando la boca estaba parcialmente abierta y ningún contagio cuando el androide la cerró.
Es más, los primates «a veces respondían como si estuvieran percibiendo que era el momento y lugar de buscar materiales para hacer la cama y recostarse», dice Calvo-Merino. «La percepción del bostezo conlleva más que una simulación motora interna. Es casi inevitable. Esto no ocurre con otras percepciones. Por ejemplo, si veo gente aplaudiendo en la calle me dan ganas de aplaudir, pero puedo controlar el movimiento de mis manos», señala.
Según la investigadora, «observar cómo los chimpancés iniciaban conductas relacionadas con el sueño tras el bostezo ha sido muy interesante. Indica que el contagio del bostezo puede llegar a representaciones asociadas más allá del puro acto motor, pero aún es pronto para especular más sobre su significado. Tendremos que investigarlas en estudios futuros».
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Para Llorente, «en un momento en el que las IA suscitan tanta inquietud, estos hallazgos plantean cómo los humanos vamos a acabar relacionándonos con esas máquinas. Hay gente que cree que habla con ChatGPT como si fuera una persona. Estamos entrando en una era en la que va a cambiar el paradigma de nuestra forma de vivir no solo entre nosotros, sino con agentes que no son naturales. La primatología nos puede ayudar a gestionar todo esto. Es muy sorprendente ver cómo un animal es influenciado por un agente artificial».
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