ADN humano hallado en un colgante de hace 20.000 años revela que pertenecía a una mujer

El adorno, un diente de ciervo, fue encontrado en una cueva de Denisova, Rusia. Los investigadores utilizaron un nuevo método no destructivo que permite relacionar un objeto con una persona concreta

Logran, por primera vez, recuperar ADN nuclear de neandertales sin necesidad de huesos fósiles

A la izquierda, el diente de ciervo perforado descubierto en la cueva Denisova después de la extracción de ADN. A la derecha, interpretación artística del colgante Instituto Max Planck de antropología evolutiva / Myrthe Lucas

Un equipo internacional de investigadores dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, ha conseguido recuperar ADN humano de un colgante de diente de ciervo de unos 20.000 años de antigüedad encontrado en la cueva de Denisova, Rusia. El ... material genético ha permitido identificar a la persona que fabricó o que lucía el adorno, una mujer estrechamente emparentada con individuos del norte de Eurasia. Los resultados, dados a conocer este miércoles en la revista 'Nature', han sido posibles gracias a un método innovador no destructivo para extraer ADN.

En 2019, un equipo de arqueólogos rusos excavó la famosa cueva de Denisova, la misma en la que aparecieron los restos escasos que dieron lugar al hallazgo de una nueva especie humana relacionada con los neandertales, los denisovanos. Los investigadores hallaron en el mismo lugar un colgante de diente de ciervo del Paleolítico superior.

Los genetistas de Leipzig decidieron aplicar al objeto un nuevo método de extracción de ADN no destructivo, sumergiéndolo en un tampón de fosfato de sodio mientras aumentaba gradualmente la temperatura. El ADN atrapado se libera en la solución y permite una mayor secuenciación y análisis sin destruirlo ni tener que tomar muestras, algo que, por el contrario, sí es necesario para la datación por el método del Carbono 14.

De esta forma, los científicos recuperaron no solo ADN del propio animal, un ciervo wapiti, sino también una cantidad «extraordinaria» de ADN humano antiguo, «tanta como si hubiéramos tomado una muestra de un diente humano», dice Elena Essel, del Max Planck y autora principal del estudio. «Se podría decir que hemos creado una lavadora para artefactos antiguos dentro de nuestro laboratorio», añade. Al lavar los artefactos a temperaturas de hasta 90°C, «somos capaces de extraer ADN de las aguas de lavado, manteniéndolos intactos».

Según el análisis del ADN mitocondrial, la pequeña parte del genoma que se hereda exclusivamente de la madre a sus hijos, los investigadores concluyeron que la mayor parte del material genético probablemente se originó en un solo individuo humano. Usando los genomas mitocondriales humanos y wapiti, pudieron estimar la edad del colgante entre 19.000 y 25.000 años.

Además del ADN mitocondrial, los investigadores también recuperaron una fracción sustancial del genoma nuclear de su propietaria humana. En efecto, según la cantidad de cromosomas X, determinaron que el colgante fue hecho o usado por una mujer. También descubrieron que esta mujer estaba genéticamente relacionada con individuos antiguos del este de Siberia, los llamados 'antiguos euroasiáticos del norte', cuyos restos óseos se habían analizado previamente.

«A los científicos forenses no les sorprenderá que se pueda aislar el ADN humano de un objeto que se ha manipulado mucho -dice Matthias Meyer, también del Max Planck-, pero es sorprendente que esto todavía sea posible después de 20.000 años».

Los artefactos hechos de piedras, huesos y dientes ofrecen información sobre el comportamiento, la cultura y las estrategias de subsistencia de los primeros humanos. Sin embargo, hasta ahora había sido difícil atribuir estos artefactos a individuos concretos, ya que los entierros y ajuares funerarios eran muy escasos en el Paleolítico. Esto ha limitado las posibilidades de sacar conclusiones sobre, por ejemplo, la división del trabajo o los roles sociales de los individuos durante este período.

Los investigadores esperan que esto cambien con su nuevo método de extracción de ADN, que se centra específicamente en los artefactos hechos de elementos esqueléticos. Estos son más porosos y, por lo tanto, es más probable que retengan el ADN presente en las células de la piel, el sudor y otros fluidos corporales. «La estructura de la superficie de los artefactos óseos y dentales del Paleolítico proporciona información importante sobre su producción y uso. Por lo tanto, preservar la integridad de los artefactos, incluidas las microestructuras en su superficie, era una prioridad máxima», dice Marie Soressi, arqueóloga de la Universidad de Leiden que supervisó el trabajo.

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