Los científicos se han equivocado: la actividad máxima del Sol está llegando antes de lo esperado
Los pronósticos publicados al principio del nuevo ciclo solar vaticinaban que el máximo llegaría en 2025, pero se están batiendo todos los récords desde hace meses
Tormentas solares: la amenaza invisible
A pesar de su cotidianeidad, el Sol aún guarda muchas incógnitas que no comprendemos. Se sabe que experimenta ciclos, con picos de máximos y mínimos de actividad, que se pueden determinar por el número y las características de las manchas sobre su superficie: cuantos ... más de estos puntos, más intensa es su actividad. Ahora mismo nos encontramos en el ciclo 25, el vigésimo quinto monitorizado en la historia. Los científicos intentan hacer sus predicciones acerca de cómo será el siguiente y para este último no fue una excepción.
Expertos de la NASA, junto con investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y del Servicio Internacional del Medio Ambiente Espacial (ISES) se reunieron en 2019 para vaticinar lo que nos depararía el Sol en los próximos años. Basándose en medio centenar de modelos de pronóstico diferentes, determinaron que el nuevo ciclo sería igual de tranquilo que el anterior: con pocas manchas y con el pico de actividad llegando en 2025.
Pero, a medida que trascurría el tiempo, quedó patente que todos los modelos se habían quedado cortos. Muy cortos, de hecho: aquellas predicciones indicaban un máximo de 115 manchas en algún momento alrededor de julio de 2025; y en agosto del mes pasado se alcanzaba esa cifra. Es más, en julio el Sol presentaba aún más manchas, llegando hasta las 159. Todas las predicciones erraron, salvo una: la del equipo dirigido por Scott McIntosh, físico solar y subdirector del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, y Robert Leamon, científico investigador de la NASA, quienes publicaron un estudio con ellas ya en 2020 en la revista 'Solar Physics', alertando sobre algo que los científicos habían pasado por alto al realizar sus vaticinios: los eventos 'terminator'.
«Deducimos que el ciclo solar 25 podría tener una magnitud que rivalice con los primeros registros -señalaban entonces-. Este resultado estaría en marcado contraste con la estimación de consenso de la comunidad de la magnitud del ciclo», concluían. Sin embargo, su teoría no se hacía famosa hasta este año, cuando voces autorizadas aseguraban no solo que las predicciones oficiales eran pobres, sino que además el mínimo solar se adelantaría al menos un año.
Qué es un evento 'terminator'
Pero, ¿por qué los resultados de la comunidad científica difieren tanto de los de McIntosh y Leamon? El problema está en los modelos: a pesar de que hay muchos, solo se basan en información registrada en los últimos 175 años que, si bien podrían parecer muchos años a escala humana, es un suspiro a escala estelar y planetaria. Es por ello que el equipo de estos dos físicos buscó formas alternativas de predecir el comportamiento del Sol, basándose en su actividad magnética.
Al analizar los registros históricos, descubrieron que la fuerza de cada ciclo posterior depende del momento en que el campo magnético del ciclo anterior muere por completo. Y esto ocurre cuando los polos cambian de lugar: el norte al sur y viceversa. Este hecho, al que el equipo denominó evento 'terminator', no coincide exactamente con el mínimo solar -el momento con menos actividad-, sino hasta dos años después, en el momento en el que el ciclo solar está despertando lentamente. Y en este caso, aunque el ciclo solar 24 acabó oficialmente en diciembre de 2019, McIntosh y Leamon señalaron que el evento terminator ocurrió después; concretamente a mediados de 2020.
«Si se mide la duración de un ciclo, no de mínimo a mínimo, sino de terminator a terminator, se ve que existe una fuerte relación lineal entre la duración de un ciclo y la intensidad del siguiente», señaló Leamon para Space.com.
El ciclo de Hale
Los eventos terminadores son parte de lo que los científicos llaman el ciclo Hale, un ciclo de actividad magnética de 22 años que abarca dos ciclos solares de 11 años. Durante el ciclo de Hale, las ondas magnéticas de polaridad opuesta se mueven desde los polos del Sol hacia el ecuador, donde se encuentran y se anulan entre sí. Cuando estas líneas de campo magnético están aproximadamente a la mitad de su recorrido, el campo magnético del Sol se invierte, lo que corresponde con el tiempo aproximado del máximo solar.
El ciclo de Hale se completa cuando el campo magnético vuelve a su estado original después de dos ciclos solares. El terminator, la anulación de las ondas magnéticas en el ecuador, se puede observar en los registros históricos de generación de manchas solares como una desaparición completa de las manchas solares en la región ecuatorial de la estrella.
Basándose en sus cálculos, Leamon y sus colegas esperan que el campo magnético del Sol cambie a mediados de 2024, y que el máximo solar del ciclo solar actual llegue unos meses después.
Qué cabe esperar
Sin embargo, la llegada al máximo solar no significa que los fenómenos climatológicos espaciales acaben. De hecho, se sabe que se producen fuertes llamaradas y explosiones más intensas después de alcanzar este límite. Es más, Leamon aseguró que, según los datos disponibles, con frecuencia se producen poderosas llamaradas y erupciones solares en el lado negativo de los ciclos impares, como el actual ciclo 25. En el caso de los ciclos pares, el riesgo de tormentas solares peligrosas es mayor durante la primera parte del ciclo.
«Dado que el ciclo 25 es extraño, podríamos esperar que los eventos más efectivos ocurran después del máximo, en 2025 y 2026», señaló el físico. Sin embargo, aún es pronto para un vaticinio certero. «Necesitamos estar atentos durante unos cinco años más», afirmó.
Efectos de la fuerte actividad solar
A pesar de que nuestra estrella se encuentra a 150 millones de kilómetros de la Tierra, que su actividad cambie también nos afecta directamente. De las citadas manchas pueden surgir potentes erupciones que envían poderosos 'chorros' de materia y energía al espacio. En la Tierra, lo más común es que sintamos este poder en forma de auroras boreales, las vistosas luminiscencias en el cielo provocadas por la interacción de estas partículas cargadas que envía nuestra estrella y nuestra atmósfera. Es algo común cerca de los polos, ya que nuestro campo magnético, una suerte de 'capa protectora' natural de nuestro planeta, es más débil en estos puntos; sin embargo, con tormentas solares más fuertes, el campo magnético se deforma aún más, provocando que estas auroras sean visibles en puntos donde no son habituales (de hecho, se han recogido auroras en España, la última en Extremadura, el pasado mes de abril).
En el caso de eventos extremos, se podrían producir daños en las comunicaciones por radio, en las redes eléctricas terrestres e incluso dejar fuera de juego a los satélites (de hecho, SpaceX reportó que cuarenta de sus 'soldados satelitales' de Starlink quedaron literalmente 'fritos' por una tormenta solar). Y todo este poder lo estamos sintiendo más frecuentemente desde que la actividad del Sol empezó a crecer.
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Aún así, los expertos llaman a la tranquilidad: cada vez existen más protocolos para evitar daños, además de misiones espaciales, como la europea Solar Orbiter o la sonda de la NASA Parker Solar Probe, están recabando información en las cercanías de nuestra estrella para mejorar los modelos actuales.