«Para evitar otra pandemia necesitamos una red internacional de vigilancia que funcione sin interferencias políticas»

Como científica y experta de la transmisión de virus de los animales a los hombres me ha parecido particularmente interesante pedir su opinión sobre la actual pandemia y, especialmente, sobre cómo prevenir otras en el futuro.

Las advertencias lanzadas por la OMS en septiembre de 2019 no se tomaron en serio y los estados no se organizaron para prepararse, no se creó ningún comité de crisis con la participación de los gobiernos para prevenir esta posible pandemia y tampoco lo hicieron cuando el 31/1/2020 la OMS declaró el brote de neumonía de Wuhan emergencia internacional. ¿Qué es que no ha funcionado?

Debemos partir del hecho de que el mundo occidental había olvidado lo que era una pandemia y que, además, los tres últimos brotes (la gripe aviar, la porcina y el ébola) ni siquiera llegaron a entrar. Estábamos todos muy confiados en que el brote en Wuhan no saldría de allí, pero es evidente que la información que llegó de China seguramente llegó tarde e incompleta.

Una ciudad de unos doce millones de habitantes, con un aeropuerto internacional muy activo, funcionando normalmente durante casi dos meses después de la existencia del virus, estamos hablando de varios cientos de miles de personas con capacidad para haber ido transmitiendo el virus por todas partes.

¿Cual es la lección que tenemos que aprender?

Varias. En primer lugar, que necesitamos una red internacional de vigilancia que funcione sin interferencias políticas. Da la sensación de que la OMS no intervino cuando debía en parte para «no molestar» a las autoridades de China, que a su vez probablemente minimizaron la situación o dijeron tenerla bajo control. Por otro lado, y en un contexto europeo, hemos de tener claro que no podemos depender sanitariamente de un país tercero para el suministro de productos vinculados con la salud del tipo que hemos comprobado imprescindibles (trajes EPI, ventiladores, mascarilla,... etc).

Se debe establecer una normativa internacional que prohíba determinadas prácticas alimenticias con animales salvajes que ya sabemos son transmisores de virus a los humanos. Si se dice que el que contamina paga, hagamos que el que transmita virus también lo haga.

¿Qué tipo de prevención se hubiera tenido que poner en marcha?

Ha faltado disponer de un Protocolo de Seguridad para intervenciones vinculadas con virus. Esa tarea debería haberse hecho a escala de la OMS cuando aparecieron los primeros brotes de virus hace unos diez años. Ese protocolo tendría que haber explicado los materiales a usar, la calidad de estos, cómo, dónde y cuándo usarlos, stocks mínimos,…etc. Al no existir, los responsables de salud de cada país han ido haciendo pruebas para controlar el avance del virus y además hacerlas sin tener los materiales necesarios para proteger al personal sanitario, de servicios sociales, sepultura, ejercito, policía,…etc.

¿Las instituciones científicas globales tendrían tener más poder para guiar y coordinar medidas y acciones aunque siempre conjuntamente con los Estados?

Todas las organizaciones internacionales funcionan ya de esta forma y la OMS también. Pero en los temas de salud la capacidad disuasoria y de aplicación es mucho mayor. Entiendo que, a partir de esta experiencia tan traumática para todos, la OMS va a tener más poder sancionador.

¿Cómo se puede evitar, como en el caso del Covid-19, una difusión tan rápida del contagio y una elevada concentración de enfermos que ha desbordado el sistema sanitario, con medicos y enfermeros trabajando sin parar, sin seguridad, sin herramientas y camas suficientes?

El problema de los virus es que no se ven dónde están y además no tienen un efecto inmediato. Con la malaria, por ejemplo, sabemos que hay un mosquito transmisor e intentamos eliminarlo. Por consiguiente, la única forma de evitar este caos es tener la información al momento del estallido e inmediatamente actuar con el confinamiento de la zona afectada. No puede ser que en un mundo tan informatizado nos enteremos de cualquier cosa que pasa en el planeta en cuestión de horas y nos hayamos enterado de la existencia del virus meses después de estar circulando. Es incomprensible.

¿Podremos debelar el virus o tendremos que convivir con él?

Lo normal será que tengamos que convivir con él y que pase a ser un nuevo virus (como los de la gripe) que va mutando y que iremos controlando con vacunas y con medidas de higiene. Pensemos que cada año aparecen varios virus y de ellos la mayoría son de zoonosis. Este último se ha caracterizado por ser muy contagioso. Pero podríamos encontrarnos con virus del mismo tipo pero más letales por lo que esta experiencia ha de servirnos para estar prevenidos.

¿Qué importancia tienen las mascarillas y las medidas higiénica para evitar el contagio a nivel personal? ¿Durante cuánto tiempo se quedarán?

Las mascarillas y los guantes son fundamentales por la forma en la que los virus se trasmiten. Pueden reducir la mayor parte de las transmisiones y el costo de estas es muy bajo. Con esto, lavarse las manos, usar productos de limpieza y mantener las distancias de seguridad entre personas ya tenemos un sistema casi total para evitar contagios. Así se hizo en Liberia para controlar el ébola. No es tan complicado.

¿Cuanto tiempo necesitaremos para salir de esta pandemia?

Parece ser que el calor realmente acaba con ellos. Es razonable pensar que, a partir de junio, si hace calor, la situación será mucho mejor. En todo caso al ser un virus nuevo no sabemos aún exactamente cómo se va a comportar.

¿Cómo de alto es el riesgo de vivir nuevas pandemias en futuro?

No lo sabemos porque de momento las autoridades en China todavía no han intervenido en el control de los mercados donde se venden animales salvajes, ni se ha prohibido el alimentarse con ellos.

Mientras el mecanismo transmisor sea éste lo normal será poder controlarlos con medidas administrativas sencillas. El problema lo tendremos cuando la transmisión se haga desde un laboratorio de manera intencionada y con otros fines políticos, comerciales o de otra naturaleza.