Andrómeda y la Vía Láctea chocarán antes de lo que se pensaba

En la actualidad, Andrómeda, también llamada M31, se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de distancia de nosotros (un año luz equivale a casi 9,5 billones de km), pero se nos acerca a la nada despreciable velocidad de 400.000 km por hora. O lo que es lo mismo, a unos 116 km por segundo. Para hacernos una idea, baste decir que a esa velocidad se podría llegar a la Luna en apenas una hora.

El inevitable choque , que no será frontal sino «de refilón», tendrá lugar dentro de unos 4.500 millones de años. Mucho tiempo, es cierto, aunque los primeros síntomas de ese encontronazo colosal, como el encuentro de sus dos halos, se están produciendo ya. Eso, sin embargo, será solo el principio. Las dos galaxias no terminarán de fusionarse en una sola hasta varios miles de millones de años después.

A pesar todo este conocimiento, sigue sin saberse mucho sobre lo que sucederá con los gigantescos agujeros negros que cada galaxia alberga en su núcleo. En el corazón de la Vía Láctea, en efecto, se encuentra Sagitario A*, cuya masa equivale a la de cuatro millones de soles. El agujero negro de Andrómeda, por su parte, es aún mucho mayor, con una masa que se acerca a la de 200 millones de soles. ¿Se fusionarán los dos agujeros negros en uno más grande? ¿O puede quizá que la galaxia resultante de la fusión termine teniendo dos agujeros negros en vez de uno solo?

[Vídeo: La simulación muestra cómo la Vía Láctea (izquierda) se rozará con Andrómeda dentro de 4.300 millones de años para fusionarse con ella unos 6.000 millones de años después. R.Schiavi et al.]

Un nuevo estudio recién aparecido en el servidor de prepublicaciones arXiv nos brinda algunas pistas sobre la cuestión. Cuando Andrómeda choque con la Vía Láctea, sugiere la investigación, ambas se fusionarán en una galaxia elíptica gigante, a la que los astrónomos han bautizado ya como «Milkomeda». El proceso se completará en unos 10.000 millones de años. A partir de ahí, los dos agujeros negros empezarán a orbitarse mutuamente y, en menos de 17 millones de años (un suspiro en tiempo galáctico), también chocarán.

Según los investigadores, ese no será un encuentro silencioso. Justo antes de producirse, en efecto, los agujeros negros emitirán ondas gravitacionales con una energía equivalente a la de 10 trillones de soles. Cualquier civilización que tenga la tecnología necesaria podrá detectar esas ondas, y por tanto la colisión, hasta una distancia de 3,25 millones de años luz.

Según explica Riccardo Schiavi, astrofísico de la Universidad La Sapienza en Roma y primer firmante del artículo, los últimos datos disponibles indican que Andrómeda se está acercando a nosotros a unos 116 km/s. Teniendo en cuenta la atracción gravitacional de ambas galaxias, así como la posible presencia de gas y otros materiales entre ellas, Schiavi y sus colegas crearon simulaciones informáticas para averiguar cómo se desarrollará la colisión.

Anteriores estudios ya habían sugerido que Andrómeda y la Vía Láctea chocarán aproximadamente dentro de 4.500 millones de años, pero la nueva investigación ha conseguido afinar los resultados y estima que las dos gigantescas galaxias se tocarán por primera vez bastante antes, dentro de unos 4.300 millones de años, después de lo que emprenderán una «danza gravitatoria» que las llevará a fusionarse por completo 6.000 millones de años más tarde.

La estimación de Schiavi y sus colegas, pues, anticipa en 200 millones de años el primer contacto con Andrómeda, pero determina que el proceso de fusión de Milkomeda será un poco más largo de lo que se pensaba. Y aclara también cuál será el destino de los dos agujeros negros supermasivos, que también se fusionarán dando lugar a un nuevo agujero negro de más de 200 millones de masas solares.