Cuando el psicópata está dentro de tu círculo social: «¿Estamos rodeados de ellos? La respuesta es…»

Además de Pelicot, a los otros 50 acusados los medios franceses los han llamado 'un señor cualquiera» por lo 'ordinarios' que son a simple vista. Eran camioneros, periodistas, carpinteros, un campeón de kárate, un informático de la banca o un bombero, entre otros, y dos tercios tenían hijos. «El perfil del violador no existe», indicó Antoine Camus, uno de los dos abogados de Gisèle Pelicot, en su alegato final. Eso ha llevado a que muchos se preguntaran si estamos rodeados de psicópatas y qué pasaría si uno de ellos pertenece a tu familia, cómo los detectaríamos y qué haríamos.

Para ellos, el mundo se divide en víctimas y depredadores. Lara Ferreiro, psicóloga especialista en adicción emocional, autoestima y pareja nos explica que hay que diferenciar entre un psicópata criminal y lo que es un psicópata integrado. El criminal es el que comete delitos de tipo sexual, económicos, puede asesinar y presuntamente Dominique Pellicot, entraría dentro de estos. El integrado vive entre nosotros y al igual que el criminal son complicados de detectar.

Vicente Garrido, un reconocido psicólogo y criminólogo que ha sido consultor de Naciones Unidas, y ha asesorado en diferentes casos a la Policía y a la Administración de Justicia en España, ha aclarado anteriormente a ABC que estos sujetos tienen una perspectiva cruel y explotadora de los demás. Pueden hacerse pasar por cordiales y pueden tener grandes capacidades de autocontrol y «proyectan una imagen falsa de sí mismo», afirma Garrido.

Ferreiro nos aclara que normalmente te dicen que te quieren y tienen un encanto muy superficial. Te suelen criticar y te hacen piropos envenenados, del tipo: «Eres muy guapa para tu edad». Siempre están atacando tu autoestima. Usan la culpabilización inversa, es decir, tú tienes la culpa de todo, mientras ellos se hacen las víctimas. Pueden tener enormes dotes para la oratoria y habilidades de manipulación. «Son lobos con piel de cordero y desde muy pequeños suelen desarrollar celos. Los celópatas son un tipo de psicópatas que tienen mucha envidia a los demás y entran en competencia con otros, por eso los machacan. También te hacen la famosa luz de gas, de tal forma que al final acabas dudando de tus propios actos creyendo que tú eres el que tiene el problema», indica.

Por ejemplo, Ferreiro nos cuenta un caso real de un padre que lleva abusando verbalmente de su hijo desde pequeño. «El padre tiene 80 años, el hijo tiene 40. Y en una discusión en la que volvía a machacarlo el hijo intentó pararlo, el padre respondió diciendo que estaba loco, que era un inestable. Al final el hijo se sintió fatal y terminó pidiendo perdón», indica Ferreiro.

Un psicópata también te hace un castigo de silencio si no haces lo que quieren ellos no te dirigen la palabra. Te meten en la red de su abuso y luego muchas veces desaparecen, te hacen 'ghosting', ignorando tus intentos de contactar con ellos, incluso aunque seas su hermano o su padre, para luego volver otra vez al ciclo de la violencia. Y son grandes mentirosos. Garrido también explicaba que una de las lecciones de estudiar a los psicópatas es que su crueldad se alimenta del enfrentamiento. Suelen moverse en las zonas 'grises' para generar división y erigirse en líderes de una minoría

Asimismo, Ferreiro indica que ven a las personas como objetos, las deshumanizan o instrumentalizan. Al final, lo que quieren es o bien manipularte, sentir poder o sacarte algo, que les des dinero usando la pena o que les ayudes con cualquier tipo de cosa porque consideran que estás a su servicio. 

«Además, está la tríada oscura de la personalidad: narcisismo, se creen por encima del bien y del mal; luego está el maquiavelismo, en el que piensan en estratagemas para abusar de ti. Y lo siguiente es la psicopatía, no sienten ni culpa, ni empatía, ni razonamiento moral, absolutamente nada. Incluso a día de hoy se añade a esta triada el sadismo, disfrutan haciendo daño», señala la psicóloga.

Ferreiro apunta que algunos de ellos llegan a puestos de dirección y durante su camino en su ascenso al poder no solo destrozan a sus parejas, sino también a sus subordinados en el trabajo. «Hay razones para calificar a los psicópatas en la alta política y la gran empresa –donde su prevalencia se calcula en el 13%– como los seres más peligrosos del mundo», dice Garrido. Y a eso se une que los estudios más cautelosos hablan de lo que llama el 1% maligno. Eso significaría que en España hay unos 465.000 psicópatas.

«Tienen algo muy oscuro, critican a otros, tienen que llevar la razón en todo y no se responsabilizan absolutamente nada y tienen una falsa humildad», enumera Ferreiro. A nivel de parejas, empiezan con un bombardeo amoroso, son encantadores, carismáticos y te meten en la red de su abuso que puede alternar sutileza con estallidos de agresividad si les llevas la contraria. ¿Estamos rodeados por ellos? pues sí, y en ocasiones se aumenta el porcentaje y se habla de que el 2% o del 3% de la población es psicópata.

Garrido llegó a destacar a ABC que «no hay 'niños psicópatas'. La personalidad psicopática no se consolida hasta los 20 años. Y para los adolescentes en riesgo de serlo sí hay tratamientos eficaces». Ferreiro, además, señala que a la pregunta de si se nace o se hace, contesta que en el psicópata hay una base genética que dicen que es del 20 o 30%, y el otro 70% es ambiente. Por ejemplo, si tengo tendencia a engordar, pero luego, si me cuido esa base genética no se desarrolla», dice.

La parte de arriba es un cerebro normal, y la parte de abajo es un cerebro de un psicópata, que no hay que confundir con un psicótico que es una persona con problemas mentales, vulgarmente conocido como loco. Mientras que un psicópata es una persona fría, calculadora, sin empatía. Pero en los juicios, el abogado de la defensa intenta hacerlos pasar por locos o decir como ha ocurrido en el caso de Pelicot que Dominique sufrió abusos y tiene doble personalidad.

La parte azul de la fotografía significa que la zona prefrontal está alterada no siente culpa ni moralidad por quebrar a otro ser humano. En suma, «la maldad existe y hay que verbalizarla para que la gente lo detecte». Llegados a adultos Ferreiro opina que «no pueden aprender mediante recompensas ni castigos, lo que significa que no hay reinserción posible, no tienen cura. En Estados Unidos lo tienen clarísimo, de hecho, no salen de la cárcel los casos de psicópatas criminales».

Ferreiro aconseja que si es un familiar puedes tener un horario para hablar con ellos puntualmente o cortar relaciones y distanciarte, porque te tienes que proteger estableciendo límites y acabar todo intento de manipulación. Garrido indica que hay que dejarles claro que no vas a renunciar a tus metas, tanto si el psicópata es tu marido, tu padre o tu jefe. El objetivo es reafirmar tu dignidad y contar con un núcleo de personas que te respalden.

Garrido también incide en que los familiares no ven lo obvio porque han comprado la imagen, el cliché. «Y la regla de oro es observar lo que hace no lo que dice», afirma Garrido en el podcast 'The Wild Project'.

Si el potencial psicópata es tu hijo es más fácil abordarlo a que el caso sea al contrario, y detectas que tus padres son los psicópatas. En el caso de detectar rasgos de psicopatía en un joven habrá que ir a terapia, porque la personalidad está aún en formación, y habrá que poner reglas claras para reeducar su comportamiento.

Y en el caso de que hayas sido una de sus presas señala que es muy importante buscar psicólogos para que te ayuden. Recordando que el psicópata criminal es violento, pero el integrado no tiene por qué serlo. Lo que está claro es que dejan a sus víctimas con un trastorno de estrés postraumático brutal. «Y luego, al haber tenido psicópatas en tu familia eres potencial carne de cañón para que otros psicópatas, como pareja o en el trabajo, se acerquen a ti», describe Ferreiro.

Garrido ha llegado a decir: «Somos más fuertes que el psicópata, porque es un ser humano incompleto». Y Ferreiro insta a estar atentos a los indicios. Porque como dice el consejo, el diablo está en los detalles.