critica de ópera
«Traviata», un valor seguro
La ABAO abre la temporada con el montaje preciosista de Pier Luigi Pizzi, protagonizado por José Bros y Ermonela Jaho
cosme marina
En un día tremendamente difícil para las temporadas de ópera de España –con un recorte de las ayudas del Ministerio de Cultura sin precedentes en décadas- la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera reivindicó el derecho cultural de la ciudadanía a ... recibir cultura con mayúsculas mediante una magnífica apertura de su tradicional ciclo lírico, con una de las grandes obras maestras del repertorio, “La traviata”, de Giuseppe Verdi.
El emblemático título recaló en Bilbao en la conocida producción de Pier Luigi Pizzi , financiada entre la entidad vasca y el Teatro Real de Madrid hace ya unos cuantos años. Se trata de un montaje que tiene su punto fuerte en una opulenta y preciosista escenografía –también del propio Pizzi, así como el vestuario- que individualiza cada acto a la perfección, con hermosos y cuidados detalles. Estamos ante una versión que ya es un clásico por su perfecta ambientación aunque se eche de menos mayor profundización dramática en la definición de cada uno de los papeles.
Desde el foso la directora canadiense Keri-Lynn Wilson regresó a la temporada bilbaína y lo hizo consiguiendo muy buen rendimiento de la Sinfónica de Bilbao, a la vez que apostaba por un cuidado encaje foso-escena. En la calidad de la velada un factor resultó decisivo.
El trío protagonista estuvo a la altura y consiguió levantar la función. En los roles secundarios y en el coro las prestaciones no pasaron de una discreta corrección. Ermonela Jaho es una Violetta Valery de quilates. Tiene la soprano albanesa un color vocal, en claroscuro, podríamos decir, que hace que su interpretación vaya creciendo según avanza la función. Fue la suya una interpretación con garra, bien definida, y que emociona en la intensidad del último acto. Como Alfredo Germont el tenor español José Bros cumplió holgadamente. Destacó, una vez más, su fraseo impecable, la búsqueda continua de una perfección de estilo que consigue como muy pocos. Pese a escamotear algún que otro sobreagudo el balance de conjunto es notable. A primerísimo nivel rindió el barítono Artur Ruci nski como Giorgio Germont. Una voz flexible, de hermoso timbre, de agudos brillantes y robusto centro. Fue, de forma merecida, uno de los triunfadores de la velada.
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