Daniel Ortega aspira a perpetuarse en el poder

Las declaraciones de la Primera Dama, Rosario Murillo , anunciando que su marido será el candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional para el 2016 provocó el rechazo de líderes políticos y representantes de organismos no gubernamentales, que comprueban que Ortega retornó al poder para quedarse. “Nosotros estamos en campaña ya para el 2016…y el comandante Daniel tiene que ganar las elecciones en el 2016”, expresó Murillo en un encuentro con miembros de su partido.

Ortega se ha convertido en la personalidad más relevante del escenario político nicaragüense desde 1980, año en que formó parte de la primera Junta de Gobierno de la Revolución Sandinista . En 1984 fue elegido presidente de Nicaragua en unas elecciones en las que su partido jugó con grandes ventajes políticas. En 1990 fue derrotado por Violeta de Chamorro, pero aún desde la oposición supo recomponerse políticamente para mantener bajo asedio a los gobiernos de Violeta de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. En el año 2007 retornó al poder, gracias a la fragmentación de la oposición. A pesar de existir una prohibición constitucional contra la reelección, el líder sandinista se las ingenió para que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia emitieran una sentencia que le permitió inscribir su candidatura para las elecciones de noviembre del año pasado.

Desde 1980, Ortega jamás cedió la nominación presidencial a otros sandinistas que terminaron expulsados por retar su candidatura vitalicia. Fue candidato de su partido en 1984, 1990, 1996, 2001, 2006 y 2011 y se prepara para el 2016.

Mauricio Díaz , diputado nicaragüense ante el Parlamento Centroamericano, dijo a ABC que el comportamiento político del mandatario siempre ha sido “afianzarse en el poder a toda costa e instaurar un sistema dictatorial en el que se confunden nuevamente los intereses personales, con el del partido y el gobierno. Su estilo se parece a los viejos esquemas fascistas que se conocieron en el siglo pasado en algunos países europeos”.

Las críticas contra la pretensión de una nueva reelección provienen no sólo de las filas de partidos de derecha, sino de antiguos guerrilleros y de exfuncionarios del gobierno sandinista durante la revolución. La comandante Dora María Téllez , que en agosto de 1978 integró con Edén Pastora un comando sandinista que asaltó el Palacio Nacional para hacer demandas políticas al dictador Anastasio Somoza , coincide con Díaz, cuando sostiene que las declaraciones de Rosario Murillo anunciando una nueva reelección “viene a confirmar un proyecto fascista” y un “afán totalitario”. Téllez, convertida ahora en disidente, añade que Ortega ha liquidado cualquier posibilidad de que otro sandinista aspire a la Presidencia de la República.

Carlos Tûnnerman , ex embajador de Nicaragua en Estados Unidos, en tiempos de la revolución, sostiene que la familia Ortega-Murillo está reeditando una dinastía al viejo estilo de la familia Somoza. “Estamos viendo una reedición más grave aún que la dinastía de los Somoza”, dijo Tûnnerman, quien repite que la reelección de Ortega en noviembre pasado fue ilegal y fraudulenta.

En Nicaragua son muy pocos los que dudan que el presidente cumplirá su objetivo de reelegirse debido a que no hay una oposición capaz de cerrarle el paso a su pretensión y gracias al control que ejerce en todos los poderes del Estado, además de la fabulosa asistencia económica que le presta su homólogo venezolano Hugo Chávez .