suplemento empresa
China y Japón, un conflicto sin ganadores
Los incidentes entre Tokio y Pekín por las islas Senkaku amenazan una relación comercial de 345.000 millones de dólares
javier tahiri
Hace justo dos años, en septiembre de 2010, un barco pesquero chino se adentró en las aguas de las islas Senkaku (Diaoyu en mandarín) y chocó contra dos botes de la guardia costera japonesa. El conflicto fronterizo por las islas, con décadas de historia detrás, ... llevó entonces a Japón a detener al capitán del barco. Tras varios días de llamadas a embajadores y protestas diplomáticas que no sirvieron para liberar al capitán, Pekín paralizó todas las exportaciones a Tokio de «tierras raras» —esenciales para la electrónica y las energías renovables—. En poco tiempo, Japón liberó al capitán.
El tira y afloja entre los dos países por las islas Senkaku-Diaoyu es un asunto recurrente en las tirantes relaciones chino-japonesas. Pero hasta ahora l a economía y los intereses comunes habían desactivado las tensiones . Una tendencia que podría romperse estos días. El reciente anuncio de Japón de comprar las disputadas islas se disputan amenaza con derivar en guerra comercial entre ambas potencias. La tensión se ha trasladado a la calle. Esta semana los disturbios han afectado a fábricas y sedes de empresas niponas en China. Panasonic, Honda, Toyota, Canon y Mazda, entre otras, han decidido paralizar su actividad en el país ante la violencia.
Al igual que hace dos años, Pekín ha vuelto a jugar la baza del boicot económico. Sin embargo, una guerra comercial entre ambas potencias sería una derrota doble. « China necesita inversión y tecnología mientras que Japón codicia un mercado como el de los más de mil millones de personas que viven en China», afirma Rafael Pampillón, director de Análisis Económico del IE Business School y catedrático de la Universidad San Pablo CEU. Si bien ambas potencias se miran con recelo, sus economías están acostumbradas a dormir con el enemigo. Entre China y Japón hay un comercio que movió 345.000 millones de dólares en 2011 y cuyo tráfico se ha triplicado en la última década, de acuerdo al periódico norteamericano «Wall Street Journal».
El interés es mutuo. Del lado de Pekín, Japón es el segundo socio comercial de China, después de Estados Unidos. Tokio absorbe el 9% del comercio de China. Eso sí, la dependencia del país nipón de su vecino es mayor , ventaja con la que juega el regimen presidido por Hu Jintao. China es el primer socio comercial de Japón con un 21% del comercio que emite Tokio. «La economía de Japón sufriría más si China decidiera imponer sanciones contra el país que al revés», escribia en el diario «China Daily», Jin Baisong analista de un «think tank» cercano al Ministerio de Comercio de Pekín.
Sin embargo, China también se apoya en la inversión nipona, que el año pasado fue de 6.300 millones de dólares. Cuando hace unos días China presentó una caída de la inversión directa extranjera del 1,4% durante el mes de agosto, el portavoz del Gobierno, Shen Danyang, apuntó que «definitivamente» el conflicto entre Japón y China había tenido un impacto negativo en el comercio del gigante asiático .
El bolsillo nipón tampoco está por la labor de una guerra entre las dos mayores potencias económicas de Asia. China es el principal mercado de bienes de lujo, electrónica y maquinaria pesada para Japón. También es el mayor cliente mundial del sector del automóvil, y firmas como Toyota y Mazda, afectadas por los ataques de la población, ya han visto como en el último mes las ventas de marcas niponas han caído frente al crecimiento de otras empresas germanas, surcoreanas o norteamericanas.
Los incidentes se producen, además, en un momento delicado para la economía de ambas potencias. China se enfrenta a una desaceleración que hará que crezca un 7,5% en 2012 (la tasa más baja desde 2004), dato revisado con lupa por el Partido Comunista chino, ya que de él depende la estabilidad social y política del país. Por su parte, Japón creció al 0,7% en el segundo trimestre del año, con una economía aún renqueante afectada por la reconstrucción de las zonas azotadas por el tsunami de 2011.
«La Historia muestra que la guerra empieza cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es barato», decía Ronald Reagan, expresidente de los Estados Unidos. Y a pesar de la escalada de declaraciones cruzadas entre ambos gobiernos, este no parece el caso.
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