cultura
«La luz de Mafasca», entre la realidad y la ficción
Cine canario independiente que bucea en una antigua leyenda majorera
Un alma en pena, un fenómeno paranormal o un espejo en el que mirarse a uno mismo. Cualquiera de las tres definiciones le cabe al asunto de «La luz de Mafasca» , el largometraje que el director canario Zacarías de la Rosa presentó con buena respuesta del público en el pasado festival de cine de Las Palmas.
Es la segunda vez que participa en el Foro canario de la cita fílmica y en esta ocasión lo hace con un particular tratamiento del fenómeno de las luces populares o luminarias, que se da en varios lugares de todo el mundo, pero que en este caso aparece particularizado en Fuerteventura.
Patricia Álvarez encarna a Ico, una periodista que llega a la isla para investigar el fenómeno y se instala en la soledad de la playa de Cofete. «A mi personaje le suceden cosas que en un principio no se tomaba en serio, pero que más tarde avanzan sobre su propia persona y acaban condicionando su relación con la materia sobre la que iba a investigar», explica la actriz.
La leyenda popular indica que la luz es un alma en pena, del siglo XVII, el de la señora Marina de Mújica. Pero la relación que se establece con la luz no necesariamente es de temor, porque muchos de los relatos dan cuenta de una interacción, cierto acompañamiento de la persona que se la encuentre. Y trasciende las edades. Contrariamente a lo que se podría suponer, no es materia de conversación de viejos supersticiosos, sino que las generaciones más jóvenes también participan de la creencia.
Ensayo sobre la luz
A Ico no se le aparece la luz, porque se trató de evitar algo que podría haber sido considerado como un recurso efectista. «Hemos preferido ahondar en qué significa la luz para las personas. Buscamos hacer un ensayo sobre la luz de Mafasca, en clave de ficción, con la salvedad de que los testimonios de la gente del lugar son todos reales», apunta el director.
Esa mezcla de ficción y realidad da como resultado algo así como realismo mágico a la majorera, donde el espectador no sabe bien dónde está el límite entre la experiencia sensorial y la sugestión. Un thriller psicológico que demandó mucho trabajo de preparación, porque De la Rosa quería ganarse la confianza de la gente del lugar, que al igual que el paisaje de la isla, juega un papel relevante en la cinta.
«Toda esta historia nos da pie para hablar sobre cómo es la gente a partir de estos hechos sobrenaturales; es la excusa para hablar de los miedos personales, que es a lo que te enfrenta la luz de Mafasca», explica el realizador, que puntualiza una frase-síntesis de su obra, «las cosas no son tal y como las vemos, sino tal y como somos».
Tras su estreno en el festival de Las Palmas, la prioridad es buscar un distribuidor nacional y tener presencia en otros festivales. El filme se emitirá por la TV autonómica, que tiene parte de los derechos y aspiran también a lograr una distribución no convencional, que podría derivar, por ejemplo, en ir pueblo por pueblo de Fuerteventura y otras islas, en proyecciones autogestionadas.
Mito y realidad
Ico da por terminado el reportaje cuando encuentra los testimonios que había ido a buscar. «Resuelve la parte periodística, aunque ella convive con otras dos mujeres en ese lugar aislado de todo, y por eso le suceden cosas que no esperaba», apunta Patricia Álvarez. El misterio, el juego con hechos reales o imaginados se vincula a clásicos de las letras americanas del siglo XX, como «Pedro Páramo», una referencia ineludible para el director de la película.
Aunque la cinta también dialoga con hechos reales como la tragedia de Tefía, de la que se cumplen 40 años en estos días, cuando trece paracaidistas murieron en unas maniobras militares, arrastrados por el fuerte viento.
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