Mi hijo tiene dermatitis, ¿qué hago?
Además de las molestas manchas, rojeces o picores, esta dolencia genera problemas psicólogicos que deben ser supervisados
laura peraita
Picor, mucho picor, eritema, vesículas, costras... y hasta heridas. La dermatitis atópica hace de las suyas principalmente durante el primer año de vida del bebé (en el 60% de los casos) siendo también frecuente entre el primero y cuarto año (30%). Se trata de una ... enfermedad de la piel de la que actualmente se desconocen las causas de su origen aunque confluyen muchos factores como son la genética, el ambiente, el exceso de higiene, los factores los inmunológicos, infecciosos... Para que los padres que llegan preocupados a las consultas lo entiendan bien les explicamos que la piel de su hijo se defiende mal del medio exterior y no se sabe hidratar», asegura Cristina Villega, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital de Sanitas La Moraleja.
En niños lactantes
En los niños lactantes, la dermatitis afecta fundamentalmente a las mejillas y frente de la cara del bebé, detrás de las orejas, tronco, cuello y superficies de extensión de brazos y piernas, aunque puede extenderse por todo el cuerpo.
Son los pacientes más severos . Hasta que no cumplen cinco meses, los bebés no saben rascarse por lo que su forma de manifestarse ante los picores es la irritabilidad y los lloros.
En niños más mayores
En los niños más mayores la enfermedad se manifiesta sobre todo en las zonas de flexión, sobre todo brazos y piernas, muñecas, tobillos y cuello. Al poder rascarse con mayor fuerza e s más fácil que se hagan heridas y se infecte la zona . «Lo primero que hacemos en la consulta con estos pacientes es revisar su historia clínica y realizar un examen visual de su piel para hacer el diagnóstico —apunta Cristina Villega—.
En algunos casos recomendamos una analítica para comprobar el grado de hipersensibilidad de la piel, puesto que es habitual que el niño tenga intolerancia o alergia a algún alimento, fundamentalmente a la leche y el huevo».
Fases
Cuando se manifiesta la dermatitis se diferencian dos fases bien distintas: el brote y la remisión. Durante el brote , que es el momento en que el picor puede llegar a ser insoportable es importante concienciar de la mejor manera posible al niño para que no se rasque, de lo contrario le picará más y podrá hacerse heridas de más difícil curación.
«En esta fase, —explica Cristina Villega— el pediatra o dermatólogo recomienda fármacos antiinflamatorios, antiestamínicos y corticoides tópicos (en crema). Estos últimos tienen muy mala prensa entre los padres, suelen tener «corticofobia», pero es importante que se administren para evitar los picores que sufren los niños y que el brote sea más breve».
La clave en la fase de remisión es la hidratación y su frecuencia varía en función de la situación de cada paciente en particular. La constancia es importante y los padres deben enseñar a sus hijos que a partir de cierta edad deben ser ellos quienes se pongan sus cremas para concienciarles de esta necesidad.
Secuelas psíquicas
Cada vez más niños sufren dermatitis. De cada 25 niños que llegan a la consulta, 15 la padecen. Pero esta dolencia va más allá de las llamativas secuelas físicas. De hecho, 6 de cada 10 niños que acuden a la consulta de dermatología pediátrica del Hospital Sanitas La Moraleja, lo hacen por experimentar tristeza, frustración y por sentirse diferentes. «No hay que pasar por alto —advierte la psicóloga Nieves Jiménez—, que el picor les provoca mucha inquietud y les afecta a la hora de mantener la atención, lo que les hace ser más inseguros y sensibles. Más aún cuando sufren trastornos del sueño a causa de los picores.
Las marcas y rojeces de la piel también les dificulta a la hora de relacionarse con otras personas, lo que influye en su personalidad haciéndoles más tímidos e introvertidos . El apoyo de un especialista en psicología es importante tanto para los niños como para sus padres. «Es importante —añade Nieves Jiménez— que a partir de los seis años, que es cuando son ya más conscientes del problema, los padres hablen del tema con sus hijos, pero sobre todo que les escuchen para saber cómo se sienten. También hay que evitar el típico «no te rasques» porque lo harán más.
Hay que ofrecerles alternativas y explicarles que pueden aliviar los picores con otras técnicas, como los pequeños golpecitos sobre la piel. La comunicación y el apoyo familiar es fundamental, sobre todo en la preadolescencia en la que el aspecto físico y su imagen empiezan a tomar mayor relevancia y sentirse diferentes por la dermatitis puede crearles grandes conflictos.
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