El petróleo agranda las distancias
El «oro negro» divide a la Cámara canaria: el PP ve oro; nacionalistas y socialistas, un negro beneficio
M. Á. MONTERO
La división en el Parlamento de Canarias era ya manifiesta. Ello no obstó, sin embargo, para que el Partido Popular (PP) y las dos fuerzas políticas que apoyan al Ejecutivo autonómico, Coalición Canaria (CC) y Partido Socialista Canario (PSC-PSOE), aclarasen ayer, una vez más, ... que el socorrido consenso apenas será durante la presente legislatura un mero concepto. Si en temas de menor calado unos y otros han sido incapaces de llegar a acuerdos, todo hacía prever que en un asunto tan tendente al maniqueísmo como el del petróleo tampoco estaría la excepción, y así fue. Mientras CC y PSC-PSOE se oponen frontalmente a la posibilidad de que Repsol extraiga petróleo de los fondos marinos próximos a Fuerteventura y Lanzarote, los populares se esfuerzan en hacer ver los beneficios económicos y laborales que las prospecciones dejarían en la región. Posturas, pues, irreconciliables.
Abrió el fuego el presidente del Gabinete, Paulino Rivero, que en solo un puñado de días ha cambiado un tibio «no» —que bien podía ser un «sí» siempre que las Islas se beneficiasen de las extracciones— por una negación rotunda y sin fisuras: «Las extracciones no generan puestos de trabajo; no aportan nada desde el punto de vista económico y pueden afectar a la biodiversidad y al modelo económico de Canarias», esto es, al turismo.
El portavoz del PP para la ocasión, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, replicó: «El Gobierno de Canarias trabaja por la exclusividad de Marruecos en las prospecciones frente a las costas canarias». No en vano insistió sobre la posibilidad de que si España no autoriza los trabajos, sea el reino alauí el que tome la iniciativa, lo que dejaría riesgos similares en el archipiélago y nulos beneficios. «Queremos las prospecciones con todas las garantías medioambientales, para saber qué recursos tenemos y, llegado el caso, que se explote esa riqueza en beneficio de España y de las Islas», remató Pérez-Camacho, quien recordó cómo el secretario general de los socialistas, José Miguel Pérez, decía hace alrededor de un año que ejecutaría las prospecciones «con los ojos cerrados».
Pero eso fue hace un año; ayer, su correligionario Manuel Fajardo hacía de tripas corazón —por cuenta ajena— y recordaba que las prospecciones petrolíferas «afectarían a más de 30 zonas de especial protección del Archipiélago: no hay dinero que pague el posible daño a nuestra economía, nuestra biodiversidad y nuestra naturaleza por ceder a las presiones de una empresa», remató.
Los votos a favor de nacionalistas, socialistas y los tres diputados del grupo mixto (acaso Román Rodríguez, de Nueva Canarias, fuese quien más llamó la atención sobre la trascendencia del debate) aprobaron al fin una resolución que pide la paralización y el archivo del decreto que permitiría a Repsol llevar adelante el proyecto. El presidente de la petrolera, Antonio Brufau, advertía apenas horas antes de que la inversión en la comunidad podría alcanzar los 13.000 millones de dólares durante 20 o 25 años. «No hay riesgos medioambientales», sentenciaba.
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