«El pirata Gow»: Daniel Defoe se lanza al abordaje
Gadir publica por primera vez en castellano este relato sobre el cruel bucanero ejecutado en la horca, en Londres, en el año 1725
manuel de la fuente
Durante años se impuso una idea tan romántica como errónea. Los piratas eran unos rebeldes con causa que renegaban del poder y surcaban los mares del uno al otro confín de los océanos robando a los ricos, a los gobiernos y a los ... potentados.
Se creyó que en las islas caribeñas donde se refugiaban y se bebían toneles y toneles de ron, en orgías que casi siempre eran sangrientas, disfrutaban de una suerte de sociedad libertaria donde todos eran iguales. Que eran gente valiente hasta la temeridad, que cuando enarbolaban la bandera negra de la calavera y las tibias nada ni nadie podía hacerles frente.
Puestos en su sitio
Pero poco a poco la historia les iría poniendo en su lugar, en su criminal sitio, y lo que eran personajes de leyenda fueron vencidos por la rotundidad de los hechos. La mayoría de aquellos piratas eran tipos violentos, despiadados y crueles, que no conocían la misericordia ni el perdón.
Robaban, asesinaban y mataban por doquier, e incluso entre ellos mismos se escabechaban a las primeras de cambio. Solo pensaban en sí mismos y en su botín, y las palabras que más se oían en sus bajeles en rebeldía eran muerte, desolación, carnicería, violación, tortura.
No hace mucho que un libro extraordinario puso sobre el papel las pruebas definitivas sobre cómo era la vida y pecados de la tropa bucanera. Se trata de «La vida de los piratas» , contada por ellos mismos, por sus víctimas y por sus perseguidores», de Stuart Robertson , catálogo exhaustivo de los crímenes de estos terroristas de los Siete Mares.
Pero mucho antes, hace ya casi tres siglos, Daniel Defoe , un hombre y un escritor que desde luego sabía lo que era la vida y la muerta en alta mar escribió «El pirata Gow» , precisamente en 1725, año en que el tal Gow (su nombre de guerra era John Smith ) fue ejecutado en la horca.
John Gow tuvo que ser colgado dos veces. Ni se inmutó
Y no una sola vez, sino dos, como bien cuenta Defoe en la última página de su librito: «Como si la Providencia hubiese dispuesto que había de ser colgado dos veces, puesto que sus crímenes eran de doble naturaleza , y ambos capitales, en cuanto fue colgado, cayó de la horca al romperse la soga por el peso de varios hombres que le tiraban de la pierna para poner fin a su sufrimiento. Todavía estaba vivo y con sentido , aunque había estado colgado cuatro minutos , y fue capaz de subir al cadalso por segunda vez, cosa que hizo con gran despreocupación, y fue colgado de nuevo; y después de ello una tercera vez, a saber, encadenado de espaldas a Greenwich...».
Durante bastante tiempo no se tuvo por cierta que la autoría del relato fuera debida a Daniel Defoe , pero las últimas ediciones inglesas de la obra ( q ue por primera vez se publica en castellano por Gadir ) lo dan por hecho.
En cualquier caso estamos ante un libro maravilloso, de prosa desbordante, prácticamente como si estuviéramos ante un reportaje periodístico, en el que el gran Defoe no nos habla de un pirata a lo Errol Flynn , sino de un individuo ambicioso y cruel que sembró el terror allí por donde pasaba.
Un libro subtitulado por el propio autor de «Robinson Crusoe» como «un relato de la conducta y proceder del difunto John Gow , alias Smith, Capitán de los difuntos piratas, ejecutado por asesinato y piratería cometidos a bordo de la galera llamada Venganza ; con un relación de todos los hórridos asesinatos que cometieron a sangre fría, así como de su captura en las Islas Orcadas y su traslado como prisioneros a Londres».
La crónica de una ejecución anunciada.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete