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De la Rúa «Con la mitad de la ayuda a Grecia, se habría evitado el corralito»

Al cumplirse diez años de la prohibición de acceso a depósitos en efectivo (corralito) el entonces presidente argentino recuerda cómo se tomó esa medida y las similitudes que ve con la España actualEX PRESIDENTE DE ARGENTINA

CARMEN DE CARLOS

Hombre coherente donde los haya, De la Rúa, insiste en que el corralito era imprescindible, «fue una medida de racionalidad, de bancarización de la economía frente a una estampida de divisas promovida». Quizás podría establecerse aquella fecha del corralito —la del 3 de diciembre— como el principio de la cuenta atrás de su Gobierno del que el 20 de diciembre también se cumple una década. «Ese fue el peor día de mi vida… Hasta mi traslado en helicóptero lo quisieron interpretar como un símbolo de que yo huía cuando me desplazaba en él todos los días. Volví a la Casa Rosada y me reuní con Felipe González, un gran amigo que venía a ayudar a Argentina. A ese gran amigo hoy le ando buscando pero no lo encuentro. Recuerdo sus comentarios, con un poco de sorna, porque me iba a Nueva York a negociar en persona la ayuda financiera. Los hacía como diciendo que le daba pena que un presidente hiciera algo así. Mire ahora a España», explica.

—¿Argentina fue pionera en crisis como las que vemos hoy en el mundo?

—Tuvimos una crisis financiera y estas, como se aprecia hoy, van más allá de los gobernantes. En un mundo globalizado el contagio ahora es inmediato y los efectos fatales.

—¿Encuentra algún parecido con España?

—España estuvo muy bien en los tiempos en que la Comunidad Europea le brindó, principalmente con fondos de Alemania, asistencia para la transición económica. La pregunta es: ¿qué hicieron los Gobiernos de España para entrar en crisis cuando, con esos fondos, debería ser una potencia? Hoy España se alegra de sus inversiones en Argentina porque las remesas de sus dividendos ayudan mucho a sus empresas.

—Con la perspectiva del tiempo, ¿Qué llevó a la crisis más grave de su historia?

—Los organismo financieros internacionales fueron los principales responsables. Los mismos que estaban contra Argentina eran los que en ese momento estaban de pie sobre las hipotecas subprime y causaron la posterior crisis mundial. Fue un grave error de Estados Unidos a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), representado por el director gerente de entonces, el alemán Horst Köhler. Él estaba molesto porque Argentina había anulado un contrato con Siemens para fabricar los DNI.

—¿Qué le reprocha al FMI?

—Que obró como elemento desestabilizador y no de cooperación. A ellos les preocupaba Brasil, que tenía una deuda similar a la nuestra. Querían dar un escarmiento y su duda estaba entre Turquía, que tiene una base estadounidense y Argentina. Decidieron dejarnos caer al negarnos el último tramo de una ayuda comprometida. Fíjese que distinta es su actuación hoy con Grecia. Si nos hubiesen asistido con una décima parte de lo que le dan a Grecia, que tiene una situación peor a la que tenía Argentina, nos recuperábamos totalmente.

—Su opinión de Köhler…

—Un atrevido, un soberbio. Llegó a decir que en Argentina estábamos todos locos. Luego fue presidente de Alemania y tuvo que renunciar entre lágrimas cuando dijo que su país mandaba soldados a Afganistán por intereses comerciales.

—¿Cómo empezó a barajar la idea del corralito?

—2001 arrancó con una fuga de divisas, Estados Unidos nos exigía el déficit cero y tras los atentados de las Torres Gemelas, como en el resto del mundo, la recaudación fiscal descendió. No tuvimos más remedio que organizar el corralito. Lo hicimos para amparar a los ahorradores y ordenar la situación de los bancos. Todo en un escenario en el qua había hasta emisoras de radio opositoras que aconsejaban a la gente que sacara rápido su dinero de los bancos porque se acababan los fondos. Era una bancarización de la economía. No se paralizó la economía.

—Pero la gente se asustó…

—Lo más grave sucedió en 2002 cuando Duhalde se apropia de los fondos de los ahorradores, impone una devaluación del 50 por ciento de los salarios y provoca la caída abrupta del PIB. Pero el corralito se utiliza después como un símbolo aunque la gente protestó con cacerolas cuando Duhalde impuso «el corralón» (bloqueo de depósitos y devaluación).

—Las primeras cacerolas sonaron en su Gobierno.

—Pero fueron por razones políticas no porque el Gobierno se apropiara de los fondos. Yo cometí un error al decretar el estado de sitio en Buenos Aires, pedido por el gobernador Carlos Ruckauf, porque habían alentado a la gente a asaltar supermercados. Informé por radio y la sociedad no entendió el significado o yo no lo expliqué bien. Fue un error mío pero ya estaba en marcha el plan para derrocar mi Gobierno.

—Menem dijo que detrás de ese plan estaba el ex presidente Eduardo Duhalde.

-Sí, Duhalde estaba detrás. El 20 de septiembre lo había anunciado a muchos. El primero que me lo contó fue Aznar. Me dijo: «¿No lo sabes? Dos meses antes, me vino Duhalde y me dijo: Oye por qué no me ayudas que yo asumo el Gobierno en diciembre. ¡Pero, cómo, si está De la Rúa que es amigo mío!» le contestó Aznar. Hoy todo el mundo sabe que aquello fue un golpe civil pero eso es historia.

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