Hank Williams, el vaquero a la deriva
Se editan sus «Lost Notebooks», sus letras inéditas, con músicas de Dylan, Sheryl Crow, Lucinda Williams, Norah Jones...
manuel de la fuente
No, la vida de Hank Williams no fue un camino de rosas, y cuando las hubo, las rosas, también se encargaron de clavar sus espinas sobre este vaquero melancólico , padre y señor de la música country moderna, y lección que cualquiera que ... quiera entonar un par de notas de aire campero tiene que aprenderse al dedillo. No, Hank Williams no pasó por la tierra dejando una estela de felicidad, pero qué otra suerte se podía esperar de quien la última canción que escribió se llamaba «Nunca saldré vivo de este mundo» .
La morfina y el alcohol acabaron con su vida a los 29 años
Y claro, no salió. Murió en el asiento de atrás de su Cadillac la madrugada del 1 de enero de 1953, abrazado a una botella de whisky . Tenía 29 años y había sido rico y famoso (al frente de su banda, Los Vaqueros a la Deriva , había llegado a cobrar 1.000 dólares de la época por bolo), hasta que el alcohol se cruzó en su camino. Se lo bebió todo, y los terribles dolores de una vieja enfermedad de la espalda le llevaron a un remedio tan eficaz como letal: la morfina . Yonqui, alcohólico, arruinado tras un divorcio, expulsado del Grand Ole Opry (el programa radiofónico del country) acabó de garito en garito, tocando por unas monedas y unos tragos. Garitos de mala vida y peor muerte, donde cuando su sangre no estaba demasiado espesada por el bourbon pergeñaba letras, anotaba ideas, fraseos de la guitarra, esbozaba melodías con las que iba rellenando cuadernos y cuadernos . Lo normal en un músico, esa especie en la que el nomadeo es una forma de vivir y de crear.
Dylan, devoto de Hank
Aquellos cuadernos de notas dieron más vueltas que el baúl de la Piquer, incluso hubo algún robo de por medio hasta que hace unos años, felizmente recuperados, le fueron ofrecidos a Bob Dylan (admirador y devoto de Williams ) para que les pusiera una música acorde con la categoría del músico de Alabama. Finalmente, el proyecto ha sido editado bajo el título de «The lost notebooks of Hank Williams (Los cuadernos de notas perdidos de Hank Williams, Sony)» aunque Dylan no está solo, sino escoltado por unos cuantos nombres propios más o menos emparentados con la música country. Pasemos lista para que nadie falte.
Abrimos la tanda con Alan Jackson , que sigue el patrón con estilo y confianza. Se mueve en su terreno. Dylan hace de las suyas, en clave de vals vaquero. Norah Jones y Jack White también están estilosos, sobre todo White, que parece un hillbilly (paletorro de la América profunda) con unas Budweiser de más . Lucinda Williams , tan melancólica como de costumbre, y otros dos vaqueros de pro, Vince Gill y Rodney Crowell también cabalgan juntos sobre las letras de Williams con convicción. Como lo hacen Holly Williams , nieta de Hank , Sheryl Crow , Jakob Dylan (qué talento el del hijo de Bob) y, por supuesto, ese forajido de leyenda que atiende al nombre de Merle Haggard que canta con la emoción telúrica que habría tenido Walt Whitman de darle al banjo.
Quién sabe lo que el desconsolado Hank Williams habría hecho con estas letras con títulos como «Tú también estás sola», «Cuántas veces me has roto el corazón», «Soy feliz por haberte encontrado», «Espero que te cueste un millón de lágrimas», «Nunca volverás a ser mía«, «Mamá vuelve a casa», «El Sermón de la Montaña»... Quién sabe a qué bucólicos territorios las habría llevado. Del alma torturada de Hank Williams cualquier cosa podía esperarse. Sus lágrimas de vaquero melancólico riegan una de las páginas más hermosas de la música popular.
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