Combate a un solo asalto
El debate televisado del día 7 pondrá a prueba el «punch» de la imagen de Rubalcaba y Rajoy
BLANCA TORQUEMADA
«No habrá primeros planos». «De acuerdo, serán planos cortos». «Entonces habrá que definir exactamente qué es un plano corto». «Bueno, eso ya lo saben los profesionales». «Pues yo insisto en que un plano corto llega hasta el segundo botón de la camisa». «¿Y eso ... cómo lo sabremos, si llevan corbata?». A medio camino entre Kafka y un vodevil, las negociaciones entre el PSOE y el PP para fijar las condiciones de los debates televisados Zapatero-Rajoy de 2008 se prolongaron durante más de veinte días , trufadas de episodios chuscos como el aquí transcrito (no en términos literales, pero sí aproximados), y marcadas por la falta de cultura en la materia: de hecho, en aquel momento solo existía en España el precedente de las dos contiendas de 1993 entre Felipe González y José María Aznar. Habían pasado quince largos años, por lo que hubo que inspirarse en referencias foráneas y se copió el modelo de los enfrentamientos entre Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy en las presidenciales francesas, de los que se adoptó no solo lo sustancial del formato, sino que, ya puestos, también se copiaron la mesa y el decorado. Eso sí, aquel camino fatigosamente andado resulta útil ahora: las conversaciones entre los dos partidos están siendo más fluidas sobre la base de que el modelo será muy parecido, con la misma señal «neutral» (la de la Academia de Televisión) y en el mismo recinto, el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones, que ya acogió uno de los debates de hace cuatro años. Y sin público, una vez más.
En las conversaciones de estos días, el PP planteó que aceptaba dos debates si los organizaban Antena 3 y Telecinco , como en 1993, pero los socialistas no han acatado la propuesta «porque ahora hay muchas televisiones privadas. Sería una fuente de conflicto». Alcanzada la solución de consenso de organizar un solo cara a cara y de recurrir una vez más a la Academia, Manuel Campo Vidal lleva muchas papeletas para volver a ejercer como moderador, en su calidad de presidente de esa entidad. Pero se trata de un asunto aún abierto.
Un K.O. es casi imposible
En este «tú a tú» tan encorsetado todo está medido al milímetro (el número de contraplanos, los tiempos, la iluminación, el maquillaje, la realización, la escenografía, los tiros de cámara...), por lo que la posibilidad de victoria por K.O. de un contendiente sobre el otro es mínima, salvo telele de uno de los comparecientes . «No debemos esperar muchas sorpresas —apunta Daniel Ureña, experto en comunicación política— porque los dos candidatos han pasado por infinidad de cargos relevantes. Son personas experimentadas». Jorge Rábago, experto del PP en telegenia, matiza que, pese a todo, «hay más libertad de la que parece. Se plantean los temas y se establecen los tiempos, sí, pero queda margen para, por ejemplo, regresar a un asunto ya tratado que te va bien». Además, los dos bandos enfrentados lo tienen todo más claro en esta ocasión. Primer mandamiento: «No leerás». Bajo ningún concepto. La naturalidad y la capacidad de generar empatía son bazas clave en televisión.
Otra cuestión planteada es si la temprana fecha de celebración del cara a cara (el 7 de noviembre) puede desembocar en que su pretendido impacto se haya enfriado a la hora de votar, trece días después. «No tiene por qué ser así —argumenta Óscar López desde el PSOE—. El debate Solbes-Pizarro de la campaña de 2008 tuvo lugar incluso antes de la pegada de carteles y fue determinante».
Pese a que los expertos en demoscopia han calculado que algunos «cara a cara» históricos llegaron a mover hasta en cuatro puntos la intención de voto, hoy ningún especialista concede tanto «punch» a esta contienda audiovisual. Rábago estima que, por las características específicas de estos debates en España, «es difícil que provoquen grandes variaciones, pero sí es verdad que pueden darte o quitarte un punto». De modo que el «gurú» del PP Pedro Arriola ya está enfrascado en la preparación del combate.
De la «niña» a los «tweets»
Daniel Ureña hace notar que «todo cuenta: el predebate, el debate propiamente dicho y el posdebate». E incide en que en esta ocasión habrá una novedad apasionante: el peso de las redes sociales. El tono que adquiera el «tuiteo» y «retuiteo» de la contienda será capital en la percepción sobre quién sale vencedor. De modo que los partidos se esforzarán en activar ese flanco.
Pocas cosas quedaron acuñadas en la memoria de los telespectadores tras los dos debates de 2008. A lo sumo, la «niña» de Rajoy, pues ya apenas nadie se acuerda de lo de «Buenas noches y buena suerte» de Zapatero. Pero esa pobre criatura (la niña) quedó huérfana en cuanto se vio que su impacto emotivo no había sido el previsto. Nadie asumía su paternidad. Pese a ello, Daniel Ureña la defiende: «Este tipo de mensajes busca aproximarse a la sensibilidad de la calle. De hecho, a la “niña” la han utilizado también Obama o Cristina Kirchner. En mi opinión, no fue un recurso mal concebido, sino mal aplicado». Hay que amarrar todos los cabos, aunque nunca falte la irracionalidad de los talismanes: hace cuatro años Rajoy se aferró a la corbata granate que llevó en «Tengo una pregunta para usted» (supuestamente, le daba suerte), y Zapatero invocó los poderes telúricos de un recinto en el que había sido elegido secretario general del PSOE. Ya se verá si Rubalcaba lleva o no pata de conejo.
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