Vidas cordobesas rotas por ETA
La banda armada que ahora anuncia el cese de su actividad ha truncado decenas de familias en la provincia
R. A.
La palabra ETA está asociada en Córdoba al sargento Miguel Ángel Ayllón Díaz-González, que murió con veintisiete años el 20 de mayo de 1996 en la avenida Carlos III al estallar una bomba dirigida contra el autobús militar que debía transportarle a la base ... de Cerro Muriano. Pero el suyo, el de Miguel Ángel Ayllón, no es el único caso de vidas de cordobeses rotas por la tragedia, porque hay cerca de una decena de familias de la provincia que han perdido a algunos de sus miembros en atentados terroristas cometidos en otros puntos de España.
Una de las primeras víctimas de ETA fue el guardia civil, cordobés de 25 años, José Díez Pérez, asesinado en Andoain (Guipúzcoa) el 3 de febrero de 1979. Tres miembros de la banda abrieron fuego contra un grupo de agentes que se encontraban a las puertas del cuartel del barrio de Bazcargo. En abril del año siguiente caía asesinado otro cordobés, Luis Martos García, de 29 años, casado y con un hijo de corta edad. Murió acribillado a tiros por etarras cuando se encargaba del control de los camiones que transitaban por la frontera francesa. La tercera víctima de la provincia fue Antonio Jesús Trujillo, de 22 años, vecino de Priego de Córdoba. La fecha de su boda estaba fijada para un mes después de su asesinato, el 9 de julio de 1985. Él y un compañero que también resultó asesinado llevaban apenas dos meses destinados en San Sebastián, recién salidos del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro (Madrid), cuando dos pistoleros acabaron con su vida cuando paseaban por San Sebastián. José Expósito Afán, otro agente de la Guardia Civil natural de Aguilar de la Frontera, se cuenta también entre las víctimas mortales. El 4 de agosto de 1985, este agente de 62 años caminaba por la plaza del pueblo en Elgoibar (Guipúzcoa) y recibió un tiro en la nuca. Llevaba treinta años viviendo en el País Vasco.
La huella de ETA también se halla bien presente en Córdoba por la estancia de varios de sus miembros más destacados en la prisión provincial en las últimas décadas. Ha sido el caso de José Luis Urrusolo Sistiaga «Langile» y Carmen Gisasola Sorozábal «Gorda», que llegaron a defender en octubre de 2008 el cese de la lucha armada. El debate que suscitaron sus postulados en la banda y en su entorno situó entonces a la cárcel de Alcolea en el epicentro de la actualidad terrorista. Ese mismo año, la prisión de Córdoba se colocó también en un plano principal porque dos presos etarras tenían escondidos en sus celdas sendos manuales con información sobre la fabricación de explosivos, con esquemas detallados y anotaciones técnicas.
Monolito en proyecto
En Córdoba capital está pendiente la construcción de un monolito de recuerdo a las víctimas etarras. Así, el artista vasco Agustín Ibarrola, una referencia de la lucha antifranquista en el País Vasco y de los movimientos contra la violencia de ETA, recibió el año pasado el encargo del Ayuntamiento de diseñar el monolito en homenaje a las víctimas del terrorismo que se va a colocar en la ciudad. La obra de Agustín Ibarrola, que fue miembro del grupo artístico cordobés del Equipo 57, tiene un coste que aún no ha trascendido y estará mirando al río.
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