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Hitchens, más «enfant terrible» en su último libro
El polémico Christopher Hitchens ha pasado por diversas metamorfosis políticas e ideológicas. Ninguna revolución se ha resistido a su pluma, y ahora lo cuenta en el libro «Hitch-22»
mercedes monmany
El británico Christopher Hitchens (Portsmouth, 1949), el más famoso ateo oficial de nuestra época , es autor de Dios no es bueno y Dios no existe ( Debate ), así como de denuncias furibundas contra la propagación moderna de la fe. Siempre se ... ha embarcado con la pasión y el fervor de un verdadero creyente en sus más variadas y heréticas aventuras intelectuales, plagadas de sorprendentes cambios de posición. Una inquieta y nada acomodaticia vida , la suya, marcada por fascinantes transformaciones y metamorfosis personales, que ahora se recoge, narrada por él mismo, en unas excelentes memorias, tituladas Hitch-22 : los recuerdos de uno de los más influyentes y carismáticos periodistas y analistas políticos de nuestra época, ágil y temido polemis ta , así como provocador panfletario de las causas más desfavorecidas o menos simpáticas de cada momento.
La admiración de Hitchens por Estados Unidos era incondicional
El permanente enfant terrible que llegaría a ser Hitchens, enmarcado durante décadas en las filas de la izquierda, simpatizante del trotskismo , miembro sui géneris de la Internacional Socialista y colaborador habitual , dependiendo de sus transformaciones, de medios como New Statesman , The Atlantic , Vanity Fair , The Nation , Slate , The New York Review of Books y The Times Literary Supplement , se convirtió con el tiempo, desde su época de Oxford, en el perfecto y eterno disidente : «La revolución dentro de la revolución, en una izquierda que estaba en la izquierda, pero que no pertenecía a la “izquierda” tal y como normalmente se entendía».
Cuba, Checoslovaquia, Polonia, Belfast, Oriente Medio, el Irán de Jomeini, la Argentina de las juntas militares, el Irak de antes y después de Sadam , el Portugal de la caída del fascismo: no hubo revolución, golpe de Estado o arduo proceso hacia la democracia que se resistiera a su belicosa pluma , a sus penetrantes análisis y a su humor ácido. Tampoco hubo ningún rincón de la Historia oficial y de la «Historia alternativa del siglo XX» que él no fuera a revisar hasta sus más indescifrables entrañas y que no aparezca retratado en este libro apasionante.
El primo americano
Amigo íntimo de escritores como Martin Amis o Salman Rushdie –a los que dedica sendos capítulos por separado en sus Memorias–, Christopher Hitchens adquirió a comienzos de los 80 la nacionalidad norteamericana . Algo que se recoge en uno de los epígrafes más significativos. Su admiración hacia «nuestros primos americanos» era incondicional a la hora de observar unos contrastes y paradojas que a lo largo de su vida iría buscando con ahínco, como marca propia de la casa, la voluble y nada estática ‘‘Casa Hitch”». Siempre le electrizaron las realidades simultáneas , y Estados Unidos lo era: «¿Cómo puede ser Estados Unidos la sociedad más conservadora y comercial y al mismo tiempo la más revolucionaria de la Tierra?».
Pasó de simpatizar con el trotskismo a apoyar la guerra de Irak
Ese capítulo y el siguiente –«Cambiando de sitio»– son una verdadera y jugosa guía de la intelligentsia americana y de sus variadas estirpes políticas –desde Gore Vidal y Chomsky a sus poco admirados Clinton–, una clase pensante enfrentada sin descanso, en la soledad más absoluta de «unanimidades orgiásticas de banderas», a los más terribles traumas y crisis , desde Vietnam a las Torres Gemelas, con numerosos y malintencionados análisis, llenos de prejuicios, en los momentos de las tragedias. Algo que influirá notablemente en las acusaciones de derechización creciente y de neoconservadurismo de Hitchens , antiguo enemigo número uno de personajes como Kissinger .
Un viraje de tintes bélicos
Ya desde «Contra la racionalización», artículo escrito en caliente en septiembre de 2001, fue uno de los primeros izquierdistas en moverse de la foto, denunciando «el fascismo con rostro islámico» , a la hora de darle un nombre apropiado a «la barbarie amarga, medieval y obsesionada por la muerte» que se había desenmascarado abiertamente.
Enemigo de la «corrección política» a la vez que defensor acérrimo de combatir a un mismo tiempo a los absolutistas y a los relativistas, después de haber criticado ferozmente durante años, desde las páginas de The Nation, al gobierno de Reagan y a Bush padre , tras el 11 de septiembre Hitchens pasaría a apoyar firmemente la guerra de Afganistán y de Irak , manteniéndose sin pestañear al lado de Bush hijo y de sus más estrechos ideólogos y colaboradores, tal y como cuenta en un iluminador y brillante capítulo –«Mesopotamia desde ambos lados»–, de lectura obligada, se esté de acuerdo o no en sus tomas privadas de posición.
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