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NBA

El monstruo ya tiene su anillo

Dirk Nowitzki, MVP de la final, guía a los Mavs a su primer título de campeón de la NBA

El monstruo ya tiene su anillo AFP

EMILIO V. ESCUDERO

«Debes decidir si quieres jugar en la NBA o te conformas con ser un ídolo en Alemania. Si eliges esto último, dejaremos de entrenar ahora mismo, porque eso lo conseguirás de todas maneras. Pero si quieres llegar a ser el mejor del mundo, habrá que empezar a tomárselo en serio ». Holger Geschwinder no tenía dudas y le puso las cosas claras desde el principio. Sin rodeos. Dos días después de aquella conversación, un imberbe Dirk Nowitzki, con apenas 15 años, aceptaba la oferta del que fuera jugador de la selección alemana y se ponía en sus manos para llegar a ser el más grande. 18 años más tarde de aquella conversación, el joven rubio y espigado al que sus compañeros llamaban monstruo ha alcanzado el cielo de la NBA . El plan de Geschwinder se ha hecho realidad.

Desde que Nowitzki empezó a entrenar con el Wurzburg, el equipo de su ciudad, su carrera ha atravesado muchos altibajos. Para superarlos, suele refugiarse en la música, uno de los primeros consejos que recibió de Geschwinder, que le animó a tocar el saxo y el piano como terapia, tal y como se recoge en su biografía, «Nowitzki, el niño prodigio alemán». Convencido de los métodos de su maestro, Dirk nunca se dio por vencido . Ni siquiera cuando en 2006, y con medio anillo en la mano, vio cómo los Heat le arrebataban la gloria con un último golpe de mano que esquivó a la lógica.

Lejos de venirse abajo, el jugador de los Mavs regresó a Alemania cada verano para seguir aprendiendo. Nada de largas vacaciones al sol de la playa. Su única obsesión era seguir creciendo como jugador a los pechos de Geschwinder. «Siempre hay algo que mejorar. Incluso ahora, sé que puedo ser mejor jugador» , reconocía el recién nombrado mejor jugador de la final, que se ha sobrepuesto a una fractura en un dedo y a un proceso febril en su camino hacia el anillo.

Nada más terminar el sexto partido de la final de la NBA (95-105), Dirk Nowitzki enfiló el camino hacia los vestuarios, dejando a sus compañeros celebrando el anillo sobre el parqué. El carácter ganador del alemán se transforma fuera de la cancha . Tímido hasta el extremo, el MVP de la final optó por derramar sus lágrimas en privado. Con las manos en la cabeza y el rostro semitapado por la camiseta, se refugió en el vestuario hasta que se le pasó el sofocón. Entonces, volvió a salir para compartir el triunfo con el resto del equipo. Ellos eran parte sine qua non del título. Sin los puntos de Terry, la determinación de Barea o la intensidad de Cardinal, no habría logrado el anillo. Aún así, todos los ojos le miraban a él. No había sido su mejor noche, pero daba igual . Nadie le iba a arrebatar el honor de ser el mejor jugador de la final. Sus 26 puntos y casi 10 rebotes por encuentro no dejaban lugar a las dudas. Junto a ellos, Mark Cuban, el propietario de la franquicia, celebraba exultante el título. Para él, es la meta de una historia que comenzó hace once años, cuando compró los Mavericks. Para otros, como Dirk, esto sigue siendo el principio. Aún se puede mejorar. Este verano volverá a ver a Geschwinder. El monstruo ya tiene su anillo, pero sigue teniendo hambre .

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