Balenciaga, el legado de un genio

Unas 350 personalidades, miembros de la cultura y la alta sociedad, desfilaron por el Museo Balenciaga, centro único en el mundo que nace con la misma vocación internacional que cultivó el genio vasco, con cuya aguja se han escrito algunas de las páginas más brillantes del diseño europeo. Entre los presentes destacó la figura del modisto francés Hubert de Givenchy, amigo y discípulo de Balenciaga. Givenchy es también el presidente fundador de la Fundación Balenciaga y donante de 109 de las 1.200 piezas que se exhibirán de manera rotatoria a partir del próximo viernes.

El Museo está situado en el lugar donde el joven sastre sucumbió a la alta costura, en el rehabilitado Palacio Aldamar, residencia veraniega de los marqueses de Casa Torres, abuelos de la Reina Fabiola de Bélgica, que ha donado su vestido de novia, obra del modisto vasco. Otras personalidades ilustres, como Grace Kelly o Mona Von Bismark, también tienen sus piezas en la colección, que se extiende entre el viejo palacio y un moderno edificio acristalado, obra del estudio de arquitectos AV62.

Doña Sofía, quien vistió un discreto traje «nude» de dos piezas, fue recibida por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y el lendakari Patxi López entre amplias medidas de seguridad. Tras presenciar el «aurresku» de honor y la interpretación del Orfeón Donostiarra (cuya primera indumentaria firmó Balenciaga), y proceder a descubrir la placa conmemorativa en el hall, la comitiva oficial recorrió las cuatro plantas del museo —10.000 metros cuadrados—. Allí, los imponentes trajes de día, diseños de noche, vestidos de novia y cóctel... reflejan la belleza geométrica de los cortes, el escrupuloso conocimiento de los tejidos y la armonía cromática con los que el genio conquistó París. Aclamado por la crítica y su fiel clientela europea, Balenciaga fue inmortalizado como uno de los grandes nombres de la alta costura. «Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos. Balenciga, hace lo que quiere», llegó a exclamar Christian Dior.

En el cóctel posterior, doña Sofía mostró gran interés por saludar a un grupo de diseñadores vascos, entre las que figuraban Miriam Ocariz y Mercedes de Miguel, así como al cocinero vasco Juan Mari Arzak. El fotógrafo Alberto Schommer, presente ayer en Guetaria, se lamentaba de no haber respondido a la llamada del maestro en los años 30. «Balenciaga quiso que trabajara con él en París, pero rechacé porque mi padre, como alemán exiliado, conocía bien lo que era el desarraigo y no quiso que yo pasara por lo mismo». Entre los invitados estuvieron Beatriz de Orleáns, Carmen Martínez Bordiú, Nati Abascal, Jaime de Marichalar y Santiago de Ybarra, presidente de El Diario Vasco y presidente de honor de Vocento, junto a su esposa, Mercedes Baptista. Fueron mayoría los diseñadores, como Amaya Arzuaga y Modesto Lomba, y la editora de moda del Herald Tribune, Suzy Menkes. El centro, que pretende ser de formación y divulgación, ve la luz tras una década de retraso, un largo historial judicial y una inversión pública de 30 millones de euros.