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Nostalgia de Helmut Kohl

ALBERTO SOTILLO

A veces parecía que dormitaba; a veces era como si desconectara del mundo. Y a veces es que de verdad se quedaba dormido. Hablaba muy poco. Pero, cuando lo hacía, nadie se atrevía a replicarle.

Así era el ex canciller alemán Helmut Kohl en las ... reuniones del Consejo de la UE. Kohl era el patriarca, el Abraham de aquella Europa en la que se batía por una Alemania reunificada pero más europea que germana. Como Abraham, era un hombre fervoroso que exigía la misma fe a sus socios. Creía en Europa y, cuando hablaba, no lo hacía en nombre de su terruño, ni de su país, sino del interés general de la Unión. De ahí que, como a los patriarcas de antaño, nadie se atreviera a rechistarle. Incluso se le echaba de menos cuando, en mitad de una de las típicas trifulcas europeas, él no levantaba la voz y se limitaba a susurrar que a ver cuando se ponían de acuerdo que la discusión se estaba poniendo muy pesada y él empezaba a fatigarse. Prefería no intervenir si no era estrictamente necesario, porque sabía que una sola palabra suya pesaba demasiado.

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