Ni porros en California, ni sharia en Oklahoma

¿Estaba eso previsto? Lo suficiente como para que los promotores de la iniciativa anunciaran desde mucho antes de acabar el recuento que si esta vez no les salía bien, volverían a la carga en 2012. Es lo que se suele hacer en estos casos, lanzar el mismo guante al electorado una y otra vez, con la esperanza de que alguna vez lo recoja. Aunque sin duda en esta ocasión California ha rebajado expectativas de reforma. En las pasadas elecciones, la propuesta asociada que se votaba era la legalización del matrimonio homosexual.

Aquello provocó divisiones tan encendidas que los mayores activistas del movimiento gay decidieron tomarse un respiro. Y es que si les salió mal en pleno fervor obamista, ¿qué no pasará cuando por el horizonte asoma el Tea Party?

En el caso de la marihuana se ha eludido en lo posible entrar en el fondo de la cuestión, en si la legalización de las drogas es o no aceptable, y se ha puesto en cambio el acento en lo económico y en las ventajas de que los fumetas paguen impuestos en un estado que Arnold Schwarzenegger deja en bancarrota. Pero ni así ha colado. La resistencia era dura y además, para sorpresa de los promotores de la 19, muchos votantes jóvenes, con los que se contaba para hacer un buen papel en las urnas, ni siquiera se han acercado a ellas.

El elevado grado de abstención del voto de izquierda y juvenil es una de las cruces que tiene que valorar sobre todo el Partido Demócrata. Otra es el curioso mosaico de preocupaciones que se deducen de otras cuestiones que en estas elecciones han sido motivo de referéndum. Destaca la propuesta votada en Oklahoma para que en este estado nunca en la vida pueda llegar a aplicarse la sharia, la ley islámica que prescribe la lapidación de las adúlteras o cortarle la mano a los ladrones. Los habitantes de Oklahoma votaron en masa para mantener la sharia lejos de sus vidas. En cambio en estados como Tennessee y Arkansas la preocupación principal era asegurarse los derechos a cazar y a pescar.