Zambombazo de Torres Jerez

RIVERA ORDÓÑEZ «PAQUIRRI», de nazareno y oro. Bajonazo (saludos). En el cuarto, pinchazo, otro hondo, media y descabello (bronca).

EL CID, de tabaco y oro. Estocada caída (saludos tras petición). En el quinto, pinchazo y estocada (oreja).

TORRES JEREZ, de lila y oro. Estocada perpendicular y descabello (dos orejas). En el sexto, estocada desprendida y pelín atravesada (dos orejas). Salió a hombros por la puerta grande.

ALMERÍA

Por la vía de la sustitución entró y por la puerta grande se marchó con cuatro orejas en el esportón. Su nombre: Francisco Torres Jerez, que hizo honor a sus apellidos y construyó una obra de elevada altura y de fino aroma como el vino gaditano. Contó con la colaboración de un excelente toro de Victoriano del Río, aunque la oportunidad podía haberse pintado calva dado lo poco que torea. «Maleado» no se cansó de embestir y el matador tuvo el detalle de regalar distancias para lucirlo. Muchos de los que pululan por las ferias hubiesen tirado quizá por la calle de en medio (y más con el sexto)... Pero Torres Jerez, que ocupaba el puesto de Cayetano, se lo jugaba todo a una carta y no podía dejar escapar el tren. Claro que, dadas las injusticias del planeta taurino, difícil será que este zambombazo le conduzca a la estación soñada…

«Apunta, Chopera!», gritaron sus paisanos al empresario de la plaza de Almería, que se volcó de principio a fin con su torero. Su tarjeta de visita capotera anunció ya una prometedora actuación. No lograron sujetar al toro en varas y terminó siendo picado en chiqueros. El tremendo volatín que sufrió pareció mermarle fortaleza. Pero «Maleado» (feo bautismo para tan espléndido animal) fue un toro de bandera. Su matador se dirigió a los medios, besó la montera y brindó al cielo. Sentimiento en el precioso arranque de faena, aderezada siempre con el buen gusto y detalles de torería. El almeriense se dejó llegar de lejos al noble toro y en redondo lo templó. ¿Cómo se puede torear así cuando no le dan ni medio pitón? Será el milagro de los que nacen toreros. Siguió a derechas con muletazos de categoría para recrearse en un cambio de mano y en el de pecho, que los borda. Los cinceló con hondura, rematados en la hombrera contraria. No hubo tanta armonía a izquierdas, donde se aceleró algo más. Claro que «Maleado» aún portaba carbón en sus calderas. Regresó a la diestra y encandiló con los cambios de mano, los ayudados y las trincherillas. Un circular eterno puso los tendidos al rojo vivo. Sabedor de que tenía el premio gordo, se tiró a matar o morir. La estocada cayó defectuosa y precisó de un verduguillo. No importó. Las dos orejas paseó feliz mientras «Maleado», un ejemplar de bandera, era laureado con la vuelta al ruedo en el arrastre. No fue igual el sexto, más áspero. No se achicó Torres, que buscó el triunfo con ahínco. Otras dos orejas se embolsó.

Notable tarde de El Cid

Un trofeo se ganó El Cid del quinto. Muleta presta y dispuesta para brillar con «Gachito», que embistió con casta hasta mitad de obra. Fenomenales los derechazos de su notable faena, en la que la única laguna surgió a izquierdas. El toro se rajó entonces. Pero ahí quedó lo anterior. A punto estuvo de cortar otra oreja del segundo, otro rival de interés, bueno pero no fácil. Había que llevarlo tapadito y con templanza, y el de Salteras así lo hizo. El tempo y la medida idónea. Buena colocación y series de nota. Lástima que la espada se cayera y se enfriara la petición… No hubo salida a hombros, pero demostró que no se bajará del tranvía de las figuras.

Paqurri, quien se resintió de su lesión, se entonó con el noble primero, pero no quiso saber nada del cuarto, que no pareció ningún barrabás.