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Castro deja salir de Cuba al hijo rebelde del comandante Almeida

El hijo del número tres del régimen, en huelga de hambre desde el 15 de junio, recurrió a la mediación del cardenal Ortega

ABC

CARMEN MUÑOZ

Juan Juan Almeida, el hijo rebelde del desaparecido número tres del régimen castrista, en huelga de hambre desde el 15 de junio, ha logrado que Raúl Castro le permita salir de su propio país para recibir tratamiento médico y reencontrarse con su familia . Hace una semana Almeida García entregó una carta en el Arzobispado de La Habana para pedir la mediación del cardenal Jaime Ortega, quien en junio logró el compromiso del menor de los Castro de liberar a 52 presos de conciencia.

Brenda Almeida, otra de las hijas del vicepresidente Juan Almeida Bosque, consideró este miércoles «determinantes» las gestiones del cardenal Ortega para que su hermano consiguiera el permiso de salida de Cuba. Nada más recibir la llamada del portavoz del Arzobispado de La Habana, Orlando Márquez, el lunes por la noche, Almeida abandonó una protesta que podía haber sido nefasta para la enfermedad reumática degenerativa que padece desde 1985. Papas rellenas, pollo y plátano maduro frito fue el menú de su primera comida después de más de dos meses de ayuno, según explicó Juan Juan Almeida a ABC.

El portavoz del Arzobispado le comunicó que las autoridades cubanas le habían autorizado a viajar a México y no a Estados Unidos , por lo que si quería ir a Miami para reunirse con su esposa e hija y recibir tratamiento médico gratuito en Los Ángeles, debía hacer escala en el país iberoamericano. Mientras realizaba los últimos trámites migratorios, su hermana Brenda señaló que a las cuatro de la tarde de este miércoles, hora cubana, Juan Juan tenía previsto viajar a México para reunirse con su mujer en Cancún. Desde el Caribe mexicano el matrimonio volará a Miami.

La condición del régimen

El primer hijo varón del comandante Almeida, que desde 2003 reclamaba el permiso de salida y lleva una década sin recibir tratamiento médico, estaba eufórico. «Feliz es la palabra, aunque trataron de aguarme la fiesta con la frase de “viste, porque obedeciste tienes el permiso”», asegura. Cinco horas antes de abandonar la isla, con la condición de poder regresar a su país, porque insiste en que no quiere convertirse en un refugiado político, tuvo palabras de agradecimiento para la Iglesia católica cubana «y hasta para el Gobierno, que comprendió que en la vida no todo es fuerza sino que también hay amor, comprensión, solidaridad».

«Feliz es la palabra, aunque trataron de aguarme la fiesta con la frase de “viste, porque obedeciste tienes el permiso”», asegura

Después de entrar y salir de Cuba libremente durante años como privilegiado hijo de un miembro de la cúpula castrista , ha vivido en carne propia lo que les ocurre a miles de compatriotas que quieren salir de la isla en circunstancias dramáticas. Su hija también envió una carta al Vaticano para solicitar que la jerarquía cubana intercediese por él en los contactos que mantiene con el presidente Raúl Castro. «¿Cómo puede alguien actuar a capricho personal y empecinarse en no dejar salir a una persona que no sólo conoció desde que nació, sino que es el hijo de uno de sus mejores amigos?», se preguntaba Indira Almeida, de 25 años, que vive con su madre en Miami.

Juan Juan tiene la clave. Aunque no se considera ni disidente ni patriota, sino una persona «plural», se había distanciado de su padre antes de su muerte hace casi un año, cuando fue experimentando las incongruencias del régimen comunista. No obstante, cree que el detonante ha sido su libro, «Memorias de un guerrillero cubano desconocido» , en el que relata con mucho humor una vida llena de privilegios y la posterior caída en desgracia. Raúl Castro sabe que Juan Juan Almeida guarda en su memoria «cosas de fondo muy sucias y personales que afectan a las dos familias».

Un apellido privilegiado

El 2 de diciembre de 1965, en el noveno aniversario del desembarco del «Granma», el propio Fidel Castro anunció el nacimiento de Juan Juan durante uno de sus largos discursos conmemorativos. Dos décadas después, mientras estudiaba en una escuela de la KGB, tuvo que regresar a Cuba al dar la cara la espondilitis anquilosante, una enfermedad reumática degenerativa que endurece progresivamente las articulaciones. En La Habana se licenció en ciencias penales.

Hasta 2003 trabajó en una empresa francesa dedicada a la importación y exportación. Almeida García reconoce que hasta ese año llevó una vida «bastante holgada, viajaba sin permiso de salida y tenía acceso a lugares de diversión impensables para el resto de los cubanos». Admite también que su apellido «facilitó el recorrido» para recibir tratamiento médico en el exterior, algo que Cuba no le podía ofrecer.

A partir de 2003 el hijo del comandante Almeida, fallecido hace casi un año, dejó de recibir los mimos del régimen y empezó a sufrir la tortura de sus interrogatorios y detenciones. Y se ganó el respeto de parte la disidencia.

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