Un atentado con siete muertos revive el terrorismo uigur en Xinjiang
Vuelve la tensión a esta región musulmana de China tras los violentos enfrentamientos interétnicos que dejaron 200 muertos en julio del año pasado
PABLO M. DÍEZ
Renace la amenaza terrorista del separatismo uigur en la región china de Xinjiang, sacudida en julio del año pasado por unos sangrientos disturbios interétnicos que dejaron unos 200 muertos y más de 1.700 heridos en su capital, Urumqi.
Tras un año de represión por ... parte del régimen de Pekín, que ha condenado en oscuros procesos judiciales a 190 personas por la revuelta – 26 de ellas a la pena capital –, un atentado con bomba se cobró ayer siete vidas y dejó 14 heridos a las afueras de Aksu, al suroeste de la provincia y cerca de la frontera con Kirguistán.
La versión oficial es que un motocarro con explosivos se lanzó sobre una multitud, pero el movimiento uigur en el exilio cree que el objetivo eran policías o militares chinos.
Según explicó a las agencias internacionales una portavoz del Gobierno de Xinjiang, Hou Hanmin, “es un acto intencionado porque el sospechoso, que fue detenido, llevaba explosivos, pero todavía es pronto para saber si es un ataque terrorista”. Muchas disputas personales se resuelven con dinamita en la China rural, pero el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental – incluido en la lista de grupos terroristas de la ONU – perpetró varios atentados mortales antes de los Juegos Olímpicos y la Policía ha desarticulado en los últimos años células que podrían estar ligadas a Al Qaida.
Una lucha de 80 años
Enclavada a más de 4.000 kilómetros al oeste de Pekín, esta región que triplica en tamaño a España tiene una vital importancia geoestratégica por sus abundantes reservas de petróleo, gas y minerales y sus fronteras con Rusia, Mongolia, Pakistán, Afganistán, India y varias repúblicas ex soviéticas de Asia Central.
Sus habitantes originales, los uigures que profesan la religión musulmana y hablan una lengua emparentada con el turco, aspiran desde los años 30 del siglo pasado a la independencia para formar el Turkestán Oriental . Pero, desde la fundación de la China comunista en 1949, el régimen ha cortado por la fuerza sus ansias secesionistas y ha colonizado la región destinando en masa a millones de trabajadores de la etnia “han”, la mayoritaria en el país.
Los uigures se quejan de que el régimen chino está anulando su cultura
En las últimas seis décadas, se ha vivido un brusco vuelco demográfico y los “han” ya representan el 41 por ciento de los 20 millones de habitantes de Xinjiang, donde los uigures suponen el 45 por ciento y otras minorías étnicas, como kazajos, tayikos, kirguises y uzbecos, se reparten el resto.
Pero los uigures se han quedado al margen del progreso que han traído las autopistas, ferrocarriles, refinerías y oleoductos construidos al amparo del crecimiento económico de China. Frente al carácter emprendedor de los “han”, que controlan los negocios y el poder político, la mayoría de los uigures son paupérrimos campesinos o desempleados en las ciudades.
Auténticos ciudadanos de segunda que no pueden tener un pasaporte o lograr un préstamo bancario, los uigures se quejan de que el régimen chino está anulando su cultura autóctona, impidiendo la educación en su lengua y aumentando la represión sobre los disidentes y las mezquitas, controladas por el Partido.
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