Afganistán, sí hasta triunfar
Cada vez que se produce una baja, se corre a pedir la salida de las tropas de Afganistán. Pero el problema no es la guerra allí, sino el gobierno aquí, que no puede explicar por qué morir por Kabul, porque no lo sabe. Para Chacón ... y Zapatero nuestros soldados están en Afganistán por estar y para permitirse fotos como las de la otra noche en el Metropolitan.
Pero sí que hay poderosas razones para luchar y vencer en Afganistán. La primera, estratégica: la guerra contra el terrorismo sigue, aunque no se la llame más así, y el yihadismo centra ahora sus esfuerzos en derrotarnos en aquel país. Si ganaran allí, creerían que les habría legado la hora de ganarnos también aquí, en nuestro propio suelo.
La segunda, moral. Por imposible que parezca establecer una democracia en Afganistán, lo cierto es que hoy los afganos viven muchos mejor que bajo los talibanes. Niñas en las escuelas, juegos, música y el gobierno en Kabul, por mucho que se quiera ver ahora la corrupción, es aceptablemente abierto y tolerante.
La tercera, política. No hemos ido allí solos y no debemos dejar tirados una vez más a nuestros socios y aliados. La solidaridad es el ligamento que mantiene vivas instituciones como la OTAN.
Y hay más: el coste que supondría abandonar a su suerte Afganistán en un momento en el que las fuerzas insurgentes se mueven con fuerza por gran parte del país. Sería condenarlo no sólo a la guerra civil, sino poner en peligro la frágil estabilidad de Pakistán, repercutir en Irán, en Irak, en la India y, vía el terrorismo islamista, en nosotros mismos. La OTAN, entre otras cosas, viviría su propia agonía.
Por no hablar de la honra a los soldados de la coalición, incluidos los españoles, que han dado su vida. Porque aunque el gobierno no lo sepa, no han caído gratuitamente. No hay más salida, por todos ellos, que la victoria. Que es posible si se quiere.
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