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Lehman Brothers paga con su quiebra todos los pecados de Wall Street

Cayó Lehman Brothers, tembló la Bolsa de Nueva York y se conmovieron las de casi todo el mundo. El parquet neoyorquino aguantó durante horas mejor que los europeos, aunque a medida que avanzaban las horas lo hacía también la debacle. A las seis de la tarde en Nueva York el índice Dow Jones había caído más 504.48 puntos. El Nasdaq experimentó un retroceso del 3,2 % mientras el Standard & Poor's caía un 4.7%. Es como si Lehman Brothers pagara por los pecados de todos y mandara un mensaje a Wall Street: levántate y anda.

Los mercados amanecieron bañados en sangre. Lehman Brothers, cuarto banco de Estados Unidos, ponía fin a 158 años de historia enfilando el camino de la bancarrota.

Miles de empleados y accionistas están en la primera línea de los damnificados de la gigantesca partida de tahúres en que ha degenerado Wall Street. El rescate federal de Bear Stearns y de las hipotecarias semipúblicas Fanny Mae y Freddie Mac alentó las esperanzas de que una vez más el Tesoro norteamericano impediría una reacción nuclear en cadena.

Pero el secretario del Tesoro, Henry Paulson, se mantuvo esta vez firme: ni un dólar del contribuyente para salvar a Lehman o para garantizar su compra por otras entidades, como en varios momentos se plantearon Bank of America y el británico Barclays. El gobierno se limitó a tutelar la búsqueda de soluciones y, ya a toro pasado de la quiebra, a inyectar en el sistema facilidades para conseguir dinero líquido, expandiendo sus mecanismos de préstamo y ampliando la gama de avales para conseguirlos. Los bancos supervivientes crearon asimismo un fondo especial para hacer frente a emergencias.

El resultado fue que las largamente invocadas energías autorreguladoras del sistema no tuvieron más remedio que entrar en calor, a pesar del miedo. Lehman Brothers seguía luchando ayer por colocar sus únicos valores salvables, como su división de gestión de activos o la filial Neuberger Berman. El resto del holding ya era historia mientras Bank of America se quedaba com Merrill Lynch y American International Group (AIG), la primera aseguradora del país, luchaba por no convertirse en el próximo cordero pascual. El gobernador de Nueva York, David Patterson, autorizó un crédito puente de 20.000 millones de dólares (14.000 millones de euros) para hacer frente al día a día de AIG.

Aunque las pérdidas han sido atroces y lo peor de la crisis dista mucho de haber quedado atrás, por primera vez se tiene la sensación de que Wall Street empieza a hacer limpieza. El presidente George W. Bush aprovechó una comparecencia oficial por otro motivo para mandar un mensaje tranquilizador a los inversores. Bush lamentó este momento «doloroso» pero defendió la solidez de la economía americana para salir adelante y reiteró que el gobierno trabaja para minimizar el impacto de la caída de Lehman y tratar al sistema «como a un todo». Es decir, que nadie espere más rescates a la carta. El mismo Henry Paulson ya había advertido de que el actual dolor financiero es el resultado de ciertos «excesos» del pasado. Previamente Barack Obama había culpado al gobierno republicano de esta crisis. John McCain culpó a los reguladores financieros y se congratuló de que Lehman Brothers no haya costado dinero al erario público.

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