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otoño

Los diez hayedos más espectaculares de España

Dicen que estos bosques son terapéuticos. El otoño los convierte en un cuadro impresionista. He aquí el top 10 de España

miguel ángel barroso

El haya (Fagus selvatica) reina en otoño en las áreas montañosas de clima húmedo. Aunque de vocación solitaria, suele formar bosques mixtos con abetos, tejos, abedules, serbales y acebos. Pocos tan tenaces como este amante de las umbrías: resiste el órdago invernal y la frondosidad de su copa deja escasas posibilidades a los competidores en la penumbra del sotobosque. En España ocupa las cordilleras septentrionales, aunque posee algún retazo en el Sistema Central (en el macizo de Ayllón se encuentran los hayedos más meridionales del continente). He aquí una selección de espacios naturales imprescindibles para disfrutar de la policromía de los hayedos en otoño.

1 SELVA DE IRATI (Navarra)

La imposibilidad de hacerle justicia a este hayedo-abetal situado en el Pirineo navarro es palpable, pues hablamos de un lugar real, no de una creación literaria, aunque su ubicación natural sería precisamente el reino de las hadas . Hay estudios que alaban el carácter terapéutico de los bosques caducifolios para alejar el estrés. Que el visitante se sienta, pues, dichoso de vagar por Irati, aunque luego le cueste describir su experiencia de forma cabal. Aquí los árboles mueren de pie, viejos y rodeados de vástagos, y proponen silencio: para escuchar el viento que baja del monte de la Cuestión, el toc-toc insistente del pájaro carpintero en busca de larvas enquistadas en la corteza, el rumor de los riachuelos donde las hojas caídas prosiguen su viaje... Y también el lamento del fantasma de doña Juana de Labrit, madre de Enrique IV , rey de Francia, envenenada en París en vísperas de la trágica noche de San Bartolomé, que en los días de tormenta se pasea por Irati de la mano de brujas y lamias. A este lugar mágico se accede por Orbaizeta en su costado occidental y por Ochagavía en el oriental. Existen numerosas posibilidades de paseos y travesías a pie o en bicicleta. Más información: www.irati.org

2 URBASA (Navarra)

En el borde del balcón de Pilatos se detiene el tiempo. La naturaleza cogió el cincel y esculpió allí un impresionante anfiteatro rocoso , la joya de la Sierra de Urbasa. Ese circo que se cierra en escarpados farallones y se abre en un valle fresco y arbolado esconde un secreto. El suelo kárstico se queda gran parte de las humedades que llegan del Cantábrico; apenas hay ríos de superficie, porque el agua se filtra por grietas y simas formando una red subterránea. Pero en la pared del Capellán hay un rebosadero; el agua se despeña en cascadas y, tras una caída de cien metros, da vida al río Urederra. La excursión a este nacedero transcurre entre una frondosa vegetación donde dominan las hayas. El hombre ha habitado estos lugares desde hace 100.000 años. Durante siglos, el bosque fue explotado para la obtención de leña, carbón vegetal y pastos, usos tradicionales que hoy conviven con la conservación del paisaje y su biodiversidad. Las huellas de la presencia humana son apreciables en los itinerarios de la meseta . Restos de calzadas y puentes, carboneras y chabolas, caños donde brota el agua cristalina. Los bloques de rocas calizas desprendidos del acantilado han permitido que entre sus fisuras crezcan hayas centenarias. El haya sobre la piedra, una imagen que se grapa en la mente del visitante de Urbasa. Más información: www.parquedeurbasa.es

3 SAJA-BESAYA (Cantabria)

El norte que se asoma al Cantábrico tiene las espaldas cubiertas por algunas de las masas forestales mejor conservadas de la península Ibérica. El Parque Natural Saja-Besaya, flanqueado por las cuencas de los ríos a los que debe su nombre, presume de un bosque caducifolio de ensueño, especialmente representado por el haya y su socio favorito, el roble . Para recorrerlo existen diferentes rutas: valle del arroyo del Diablo, o la pista de Ozcaba a Bárcena Mayor (pueblo declarado conjunto histórico-artístico). Conviene visitar el Centro de Interpretación situado en la aldea de Saja . La riqueza faunística del parque es notable, con especies como jabalí, nutria, lobo, águila real, corzo y ciervo, cuya berrea otoñal atrae a miles de curiosos. En la zona sur del parque es posible observar al oso pardo. Más información: www.sajabesaya.tk

4 AIZKORRI-ARATZ (Guipúzcoa y Álava)

g. arrugaeta

Este espacio protegido alberga uno de los tesoros naturales más significativos de la cornisa cantábrica y posee, además, un marcado carácter etnológico y religioso. Por sus trochas pasaron a lo largo de los siglos desde reyes a pastores, desde peregrinos a montañeros. En este entorno privilegiado, el santuario de Arantzazu se ha convertido en un faro de fe y cultura en Euskadi . El hayedo de la sierra de Altzania es, probablemente, el más hermoso de los rincones del parque, aunque los monumentales árboles trasmochos de Iturrigorri, en Oñati, merecen una visita como símbolo de la actividad forestal realizada en estos montes desde tiempo inmemorial. Más información aquí .

5 PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO (Huesca)

MIGUEL A. GARCÍA

Este monumento calizo que asombra en todas las estaciones muestra en otoño su cara más espectacular. Para gran parte de sus visitantes, el parque se circunscribe a la hoz de Ordesa, con sus praderas, paredones, fajas, cascadas y bosques. La belleza de este rincón pirenaico es homologable al de los grandes espacios naturales del mundo . La pista que atraviesa sus atracciones se adentra en un hayedo mágico, arrullado por el murmullo del río Arazas. Pero Ordesa es mucho más. Basta con coger altura para alcanzar la perspectiva del quebrantahuesos, en la sierra de las Cutas, y convertir a los senderistas en una procesión de hormigas y el hayedo en un brochazo ocre casi impresionista. Más arboledas de cuento pueden encontrarse en las otras tres rasgaduras del parque: Añisclo, Escuaín y Pineta. Añisclo, el cañón más largo y angosto, se recorre en coche durante su primer tramo por una de las carreteras más vertiginosas de los Pirineos. Desde Escalona la pista discurre pegada al acantilado y asomada al río Bellós , y es de dirección única por razones obvias, ofreciendo la escapatoria por Buerba o Fanlo, excelentes muestras de arquitectura montañesa. Subiendo a Buerba hay un mirador para contemplar los majestuosos contrafuertes del cañón y su avance zigzagueante hacia el corazón de la espesura multicolor, y más allá. Aquí se da el fenómeno de la inversión térmica: los pisos de vegetación se intercambian , de modo que las formaciones más secas y que soportan menos el frío (carrascales) se instalan en las zonas más altas, mientras que hayedos y bosques mixtos prosperan en el fondo del barranco. Más información: www.ordesa.net

6 LOS CAMEROS (La Rioja)

«Ya se van los pastores, ya se van marchando, ya se queda la sierra triste y callando. Ya se van los pastores para Extremadura, ya se queda la sierra triste y oscura. Más de cuatro zagalas quedan llorando». Es probable que, si usted lleva un número razonable de años en este mundo, alguna vez haya escuchado esta tonadilla popular. Su origen está en Los Cameros, tierra de trashumancia. Y de contrastes. Camero Viejo es de una belleza dura, áspera. Camero Nuevo es pura exuberancia de hayedos y robledales. Allí se encuentra el Parque Natural de la Sierra Cebollera, que junto a las sierras de la Demanda y Urbión forma el meollo del Sistema Ibérico. En Villoslada está el Centro de Interpretación del parque. Un buen comienzo para poder adentrarse en los senderos de la cuenca alta del río Iregua en busca de colores otoñales. Por ejemplo, el que nos lleva al paraje del Achichuelo, donde se juntan las aguas del barranco de «La Chihuelo» (su nombre original) con las del Iregua. Más información: www.lariojaturismo.com

7 MONTSENY (Barcelona)

santi m.b.

El macizo del Montseny se riega con los vientos húmedos procedentes del Mediterráneo, que disparan los niveles de pluviosidad en algunas zonas del parque. Las diferencias de humedad y temperatura disponen la vegetación en forma de pisos : en las partes bajas prospera el bosque mediterráneo (encinares, alcornocales y pinares); más arriba, el robledal, y por encima de los mil metros, los hayedos y abetales. En las cumbres encontramos ambientes subalpinos (matorrales y prados). A tal variedad de paisajes le corresponde una extraordinaria diversidad faunística: 270 especies de vertebrados. La parte etnológica posee un gran interés. La brujería arraigó al abrigo de los bosques, y se dice que aún perviven los grimorios , libros de fórmulas mágicas que pasan de generación en generación. Su accidentada orografía también sirvió de refugio a bandoleros y trabucaires (combatientes irregulares de la guerra contra la Francia napoleónica que, con el paso de las décadas, devinieron en partidas carlistas). Entre las múltiples rutas la más otoñal es la del hayedo de Santa Fe, tomando como referencia la villa de Fogars de Montclús. Más información aquí .

8 LA PEDROSA (Segovia)

pablo sánchez

También nombrado como hayedo de Riofrío de Riaza formaría, junto con el de Montejo y el de Tejera Negra, una legendaria tríada de rarezas en el centro de la península. De los tres, este es el menos conocido, al que se llega por carreteras más secundarias. Desde Riofrío se asciende al puerto de la Quesera hasta que nos topamos con el hayedo. Lo más práctico es subir hasta el puerto y deshacer el camino a pie . El pequeño hayedo trepa por fuertes pendientes acompañado por robles, serbales, acebos, abedules y tejos. En los alrededores se encuentra el santuario de la Virgen de Hontanares, rodeado de un extenso bosque de roble melojo de ejemplares centenarios y praderas donde disfrutar de un picnic. Para los espíritus más montaraces, la ascensión al Pico del Lobo (2.273), el más alto del macizo de Ayllón (y de la provincia de Guadalajara), es una posible tentación. Reserve parte de su tiempo para visitar Riaza, Ayllón... o los pueblos de arquitectura roja y negra , como Villacorta, Madriguera, El Muyo o Majaelrayo. Más información aquí .

9 MONTEJO DE LA SIERRA (Madrid)

Las tierras de la Sierra del Rincón (conocida también como Sierra Pobre), situada entre las estribaciones de Somosierra y el macizo de Ayllón, fueron utilizadas por los nobles para el ocio y la caza. Después evolucionaron hacia los aprovechamientos tradicionales, con dominio de la ganadería. Desde hace unos años el potencial turístico de la comarca aconsejó regular el acceso al hayedo de Montejo , una reliquia de los tiempos fríos que trepa por la parte umbría de El Chaparral, monte de 250 hectáreas llamado así por la presencia de chaparros (pequeños robles). Corzos y jabalíes encuentran un refugio impagable donde no falta alimento en los meses de aprovisionamiento previos al invierno. Ayucos, bellotas y bayas se prodigan en árboles y arbustos. Pero son las hayas de troncos retorcidos las que seducen y asombran. Más información: www.montejodelasierra.net

10 TEJERA NEGRA (Guadalajara)

david cantos

Hace un par de décadas los amantes de los bosques caducifolios se podían dejar caer por el hayedo de Tejera Negra sin previo aviso, e incluso acampar en sus puertas, pasear sin aglomeraciones por sus senderos, aliarse con el silencio para sorprender a algún corzo, refugiarse de la lluvia bajo un tejo y comer los frutos del madroño. La notoriedad de este bosque relíctico aconsejó poner númerus clausus para el acceso en coche, aunque con tiempo y ánimo se puede ir caminando desde Cantalojas siguiendo el curso del río Lillas. El premio merece la pena: un hayedo de postal con rutas circulares señalizadas y cresterías rocosas en el horizonte, donde bate sus alas el águila real. Más información aquí , donde se pueden gestionar las reservas para el aparcamiento.

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