Vodafone ofrece unos 7.000 millones de euros por Ono
El consejo de administración de la operadora española de cable estudiará mañana la propuesta de la británica
maría cuesta, moncho veloso
La consolidación del mercado de las telecomunicaciones en España comienza a tomar velocidad. Según ha podido saber ABC de fuentes del sector, Vodafone ha presentado una oferta formal para comprar Ono. El movimiento se articuló a mediados de la semana pasada y, con él, el ... gigante británico busca afianzar su posición en España, que actualmente no pasa por su mejor momento , al unir su servicio de móviles con el de telefonía fija e internet de la «cablera».
La operación, según las mismas fuentes, e staría en torno a los 7.000 millones de euros, cifra que coincidiría con la valoración llevada a cabo por los analistas. Esta cantidad es similar a la que estaría dispuesta a pagar la estadounidense Liberty Global, máxima competidora de Vodafone en esta batalla. El paso dado por Vodafone sería visto como un intento de ganar por la mano al mayor grupo de cable estadounidense, antes de que formalizara en firme su oferta por la compañía que preside José María Castellano. La propuesta será estudiada por el consejo de administración que Ono celebra mañana, al igual que si se produjera la de Liberty.
La propuesta de Vodafone parece haber sido bien recibida en la sede de Ono en lo que al precio se refiere, aunque conllevaría elevadas duplicidades en términos de estructura y personal. De hecho, Vodafone ya está llevando a cabo en su división de España un proceso de contención de costes internos que previsiblemente aumentaría con esta compra.
Fondos de capital riesgo
En cualquier caso, la decisión no está en manos de la dirección de Ono, sino de sus accionistas. Y, en concreto, de los cuatro fondos de capital riesgo (CCMP, Providence, Thomas H. Lee y Quadrangle) que controlan la compañía. Estas entidades cubrieron una ampliación de capital de 1.000 millones en el verano de 2005 para financiar la compra de la antigua Auna, una «cablera» que operaba en regiones en las que hasta entonces no lo hacía Ono y que dotó a la empresa de la capacidad y dimensión de las que goza ahora.
Lo cierto es que Ono se ha convertido en los últimos meses en el objeto de deseo de numerosos inversores. Y es que al creciente «boom» generado en torno al sector del cable en Europa se ha unido la renovada imagen de España en los mercados. Ono aúna así dos de las singularidades más apreciadas actualmente en el mundo de las telecomunicaciones.
La posibilidad de salir a Bolsa es la tercera opción que analizará el consejo de Ono. A su favor juegan los alentadores precedentes creados por competidores europeos, como la francesa Numericable, que debutó en la Bolsa de París el pasado mes de noviembre con alzas del 15% y a una valoración más que atractiva, diez veces su Ebitda. A ello se añadiría el momento dulce que vive España, en un entorno de caída de la prima de riesgo, subida de la Bolsa y llegada de inversores de renombre como Bill Gates.
El factor que determinará la decisión final de los accionistas será, en cualquier caso, el precio. Vodafone cuenta con una holgada posición de liquidez tras vender el pasado verano su participación en la operadora estadounidense Verizon Wireless por cerca de 100.000 millones de euros, de los que buena parte ya anunció que se destinarían a inversiones. Liberty, por su parte, dejó claro el pasado mes de enero que no le va a temblar el pulso a la hora de tirar de chequera con la compra de la operadora Ziggo, en una operación valorada en 10.000 millones.
Movimiento estratégico
Desde el punto de vista estratégico, Vodafone necesita urgentemente un complemento con el que afianzar su oferta en España, en un momento en que la convergencia -ofrecer paquetes integrados de telefonía fija, móvil, internet e incluso televisión- se ha impuesto como la condición indispensable para poder competir. La compra de Ono le permitiría sumar a su red de telefonía móvil, ya con 4G, la infraestructura de banda ancha de la «cablera», reforzando su hasta ahora débil posición en ADSL y fibra óptica. En concreto, absorbería los más de siete millones de hogares conectados a la red fija de Ono. Con esto podría alcanzar una cuota de mercado en el segmento móvil del 26,7% y del 20,5% en banda ancha fija.
Otro de los atractivos de la operación es que, según estimaciones de los analistas del Santander, el grupo resultante generaría sinergias por entre 1.000 y 1.500 millones de euros, descontados los costes derivados de la propia integración. Parte de ellas se derivarían de la menor necesidad de despliegue de red fija que tendría que acometer la teleco que preside Vittorio Colao . La fusión obligaría también a renegociar con Movistar el contrato por el que Ono usa su red para los servicios móviles y, Vodafone, por su parte, podría pasar a la «cablera» a sus clientes con ADSL indirecto a través de la red de Telefónica. Ambas medidas supondrían un ahorro de más de 100 millones.
En el plano financiero, Ono acumula créditos fiscales por un valor bruto de 1.000 millones, que la compañía británica, por su capacidad para generar beneficios en España, puede aprovechar mejor. Además, Ono acumula 3.330 millones de euros en deuda a un coste del 8,5%, mientras que Vodafone paga por la suya un 5,5% y, según esos analistas, se está abaratando hasta el 4,5%.
Pese a las ventajas comerciales y financieras, la adquisición de Ono esconde unas incertidumbres que, según fuentes del sector, la dirección de Vodafone podría incluir en el precio final ofrecido a la compañía presidida por Castellano. Una es cómo regulará finalmente la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) el acceso de rivales a la red de fibra de Telefónica. Si decide que el antiguo monopolio debe abrirla y alquilarla al otros operadores, la infraestructura de Ono perdería cierto atractivo.
Renegociar con Movistar
Por otro lado, y de prosperar la compra, Vodafone tendría que renegociar con Telefónica el contrato de alquiler mayorista de red que la «cablera» tiene actualmente con Movistar para poder ofrecer telefonía móvil a sus clientes. Esos contratos suelen incluir cláusulas que protegen al operador que cede su red ante un eventual cambio de la propiedad en su inquilino. La británica, según esas fuentes, tendrán que estudiarlas al detalle.
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