El régimen chino purga a Bo Xilai, uno de sus políticos más carismáticos
La caída del popular secretario del Partido Comunista en Chongqing desata una lucha de poder a pocos meses del relevo del presidente Hu Jintao

A pocos meses de que Hu Jintao sea relevado en otoño tras una década como presidente del país, en el régimen chino parece haber estallado una feroz, pero silenciosa, lucha por el poder.

Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua , el secretario del Partido Comunista en la mastodóntica ciudad de Chongqing, Bo Xilai , ha sido cesado este jueves, justo un día después de la clausura de la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular . A sus 62 años, es una de las figuras más populares y telegénicas del acartonado régimen chino y, según un diplomático español, “un político que ganaría elecciones en una democracia”.
Pero, como en el gigante asiático no rige una democracia, Bo Xilai ha sido reemplazado por el régimen sin dar explicación alguna. Su sustituto será el viceprimer ministro Zhang Dejiang , quien estudió en Corea del Norte y luego estuvo al mando de la dinámica provincia industrial de Zhejiang.
Intrigas de poder
La caída de Bo Xilai podría poner fin a sus aspiraciones políticas y desatar un nuevo capítulo de intrigas internas por el poder. Considerado uno de los “principitos” del régimen porque su padre, Bo Yibo , era uno de los “Ocho Inmortales” que abrió China al mundo junto a Deng Xiaoping en los años 80 y 90, había protagonizado una carrera meteórica que le auguraba un brillante futuro. Como ya formaba parte de los 25 miembros del Politburó del Partido, se rumoreaba que su siguiente paso sería ocupar uno de los nueve puestos de su todopoderoso Comité Central, que será renovado en otoño y verá la designación del nuevo presidente de China, Xi Jinping .

Desde que modernizó y embelleció la costera ciudad de Dalian hasta que negoció las cuotas textiles de China como ministro de Comercio, Bo Xilai cultivó siempre un carácter moderno y demostró un gusto por las cámaras de televisión nunca antes visto entre los sombríos gerifaltes del régimen.
En noviembre de 2007, fue nombrado secretario del Partido en Chongqing , una megalópolis de 30 millones de habitantes enclavada al suroeste del país y bañada por el río Yangtsé cerca de la presa de las Tres Gargantas. En estos casi cinco años, limpió esta caótica y dura ciudad con sonadas redadas contra las mafias locales que acabaron con 2.000 detenciones, 500 procesamientos y 13 ejecuciones , incluyendo al anterior responsable de la Oficina Judicial por corrupción y violación. La operación policial le valió el aplauso del público y los medios, pero levantó ampollas entre numerosos empresarios y políticos con oscuras conexiones económicas.
Recordando la «Revolución Cultural»
Además, impulsó una campaña con canciones patrióticas de la época de Mao que recordó a los tiempos de la “Revolución Cultural” (1966-76). Considerado un socialdemócrata preocupado por acabar con los grandes desequilibrios que ha traído el crecimiento económico de China, Bo Xilai insistió en que dicha campaña no tenía fines políticos, sino sociales para fomentar el civismo urbano.
Bo Xilai impulsó una campaña con canciones patrióticas de la época de Mao
Pero su estrella, demasiado personalista e independiente para un régimen tan monolítico como el chino, empezó a declinar a principios de este año. En febrero, el jefe de la Policía y vicealcalde de Chongqing, Wang Lijun , protagonizó un embarazoso incidente al pasar una noche en el Consulado de Estados Unidos en la ciudad sureña de Chengdu, donde al parecer se había dirigido para pedir asilo político. Aunque dejó la legación al día siguiente, desde entonces permanece detenido en paradero desconocido y es probable que el Ministerio de Seguridad lo esté investigando por algún caso de corrupción que afecte a su jefe, Bo Xilai.
Aunque todavía en sus primeros momentos, su caída recuerda a la de Chen Liangyu , el influyente secretario del Partido Comunista en Shanghái que en 2008 fue condenado a 18 años de prisión por malversar los fondos de pensiones públicos de la ciudad. Por corrupción en vez de por motivos ideológicos, las purgas siguen dirimiendo las luchas intestinas de poder en el régimen chino.
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