Denuncia en la ONU la militarización de Malvinas

La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, reunió a su Gobierno, a buena parte de los dirigentes del arco opositor, a sindicalistas afines y a otros que desconfían de ella, para hacer causa común en, probablemente, la única cuestión de Estado que les une: Las Malvinas.

CFK, siglas por las que se conoce a la presidenta, pidió al primer ministro, David Cameron, que «le dé una oportunidad a La Paz. A los muertos (ingleses) en la guerra les decimos honor y gloria en nombre de todos los argentinos». En el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada (sede del Ejecutivo) la viuda insistió en que «No podemos interpretar de otra manera —escalada militar— el envío de un inmenso y modernísimo destructor acompañando al heredero real, a quien nos hubiera gustado ver con ropas civiles y no con uniforme militar». Durante su comparecencia, con cerca de un millar de invitados y los colores de la bandera Argentina para enmarcar el mapa de islas del Atlántico Sur, Kirchner dio otra noticia: Firmó el decreto 200/12 que desclasifica el hasta ahora secreto «Informe Rattenbach», en el que se examinan las responsabilidades militares y políticas del conflicto bélico. La invasión de las Malvinas fue una decisión del difunto general Leopoldo Galtieri. La dictadura argentina (1976-83) atravesaba su peor momento. La Junta Militar pensó, equivocada, que EE.UU. la apoyaría. También que la causa nacionalista le daría un balón de oxígeno al moribundo régimen. El efecto de la guerra fue el contrario: la derrota frente a los ingleses precipitó su caída.