Muere el jefe militar de los rebeldes libios tras un ataque de Gadafi
Younes, que llegó a ser ministro del Gobierno de Gadafi, desertó de las filas del régimen en los primeros compases del conflicto desatado en febrero para unirse a las filas de los sublevados
DANIEL IRIARTE
Abdel Fatá Younes, jefe militar de los rebeldes libios, murió ayer a manos de hombres armados. Así lo confirmó el líder del Consejo Nacional Transitorio (CNT), órgano administrativo de los rebeldes, Mustafá Abdul Jalil, durante una rueda de prensa, en la que además se ... informó de las muerte de otros dos oficiales en el mismo ataque. Abdel Fatá Younes, exministro de Gadafi, desertó poco después de estallar el conflicto libio para unirse posteriormente a los rebeldes.
Sin embargo, algunos medios de la oposición apuntaron que horas antes de su muerte, Younes había sido convocado a Bengasi para responder a un interrogatorio «por cuestiones relacionadas con asuntos militares» después de que se rumoreara que mantenía contactos con representantes del Gobierno de Gadafi. El presidente del CNT también anunció la captura del principal sospechoso de la muerte de Younes, quien ha reconocido su implicación en los hechos .
La muerte de Younes fue anunciada horas después de que su guardaespaldas, Abdulla Baio, denunciara que su jefe había sido detenido por funcionarios del CNT. «Fue al frente de Brega para levantar la moral de sus soldados, pero desapareció después de que un coche del CNT viniera a por él», denunció Baio.
Mientras, el intenso calor ralentiza pero no detiene la marcha de la guerra. En el oeste del país, rebeldes y leales a Gadafi luchan por el control de las montañas Nafusa, ahora en manos rebeldes. Ayer se produjeron intensos combates en Haraba y Ghazaya —que los rebeldes aseguraron tener ya bajo su control—, que se saldaron con ligeros avances de los insurrectos, cada vez más cerca de la capital.
Estas victorias están lejos de la espectacular gran ofensiva rebelde prevista para antes de Ramadán, que comienza el 1 de agosto. Los combatientes no ocultan su preocupación ante la perspectiva de tener que luchar durante ese mes . No por reservas de carácter religioso, sino porque en el oeste de Libia, en la frontera con el desierto tunecino, las temperaturas alcanzan los 45 grados. Pasar el día sin poder probar el agua hasta el anochecer —obligatorio para los creyentes durante el Ramadán— ya es suficientemente duro. Hacerlo combatiendo es una proeza física.
«¡La libertad requiere un precio muy alto!» , asegura Salah Talib, al mando de una de las posiciones defensivas en la cima de las montañas Nafusa. «Este es nuestro país, el calor es normal en esta época, así que si es necesario combatir en Ramadán, lo haremos», añade.
La toma de Ghazaya ha provocado entusiasmo entre la población de la zona rebelde, ya que desde esta localidad el ejército gubernamental bombardeaba la población de Nalut, provocando que la mayoría de sus treinta mil habitantes buscase refugio en Túnez. Sometida a un asedio parcial desde hace cinco meses, esta ciudad sobrevive sin luz ni agua corriente, dado que los puntos de suministro están bajo control de las tropas de Gadafi.
Interrumpidas las líneas de suministro normales, los habitantes de Nalut viven con lo que les llega desde Túnez. Por ello, el ejército gubernamental había acumulado un gran número de efectivos en Ghazaya, con la intención de conquistar la carretera hacia la frontera y estrangular la economía rebelde . Anticipándose a una maniobra que les hubiera puesto en grandes aprietos, los insurrectos lograron ayer hacer retroceder a los gadafistas.
Reproches a la OTAN
Aquí, casi todos culpan del retraso a la OTAN, por no bombardear la artillería gadafista. «Si lo hubiesen hecho bien, ya estaríamos camino de la capital», asegura el jefe del consejo militar de Nalut. Las tropas gubernamentales han aprendido, además, a ocultar sus vehículos artilleros de los bombarderos occidentales. Según los rebeldes, los esconden en el interior de garajes en localidades pobladas, de forma que, incluso cuando los aviones de la OTAN los divisan, no pueden destruirlos sin causar grandes bajas civiles.
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