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Abrazo en las cuerdas

ESTÁ bloqueado, catatónico, impotente. En estado de shock. La imagen del presidente ayer en Bruselas, demacrado, ojeroso, apesadumbrado, casi lívido, era el retrato de un hombre desbordado. Su impermeable actitud sonriente se ha trocado en un rictus de agobio, en una gestualidad problemática. No puede ... con una crisis que ha superado el ámbito económico y financiero para convertirse en una convulsión completa en la que los mecanismos sociales y políticos del país amenazan colapso. No le creen los inversores, lo desautorizan los expertos, el pueblo desconfía, la oposición lo cerca y los suyos le desobedecen; hasta su propio partido -Cataluña, Madrid, Valencia- ha entrado en la barrena de querellas internas propias de una inquietud crítica. Se le ve impotente ante la deriva de unos acontecimientos que sobrepasan su única fortaleza, que es la de la escenografía política. Sin brújula ni competencia para tomar decisiones relevantes zozobra en un bloqueo desnortado. Su liderazgo está más comprometido que nunca porque ahora no se trata de avatares políticos coyunturales sino de la posibilidad seria de una quiebra nacional, de una ruina colectiva.

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