Miriam, el discreto apoyo español hacia Downing St.

Pocos en la localidad vallisoletana son ajenos al hecho de que una de sus paisanas coquetea con la posibilidad de convertirse en la primera dama del Reino Unido de la mano del carismático líder del Partido Liberal Demócrata, Nick Clegg. Por eso, a miles de kilómetros, el proceso se sigue con un interés inusitado. «De ser unas elecciones lejanas han pasado a ser casi algo personal», reconoce el alcalde, Alfonso Centeno. Pendientes también «a cada minuto» están su madre, Mercedes, y sus dos hermanos, José Alberto y Henar, y el resto de su familia, que miran más que nunca las noticias inglesas.

«Inteligente, estudiosa, trabajadora, discreta y con la política corriendo por sus venas». Así definen en su pueblo a la mujer «del inglés», como conocen a Nick Clegg, cuya escalada de posiciones en la carrera hacia el número 10 de Downing Street ha granjeado la fama a esta reputada abogada, socia del prestigioso bufete DLA Piper, que, al contrario de Sarah Brown y Samantha Cameron, no ha dejado a un lado su trabajo para acompañar a su marido en campaña, aunque cuenta con su férreo apoyo.

«Es una persona que reúne unas condiciones muy importantes: preparación, capacidad de trabajo y experiencia en la política», resalta Centeno. Su padre, José Antonio González, fallecido en accidente de tráfico en 1996, fue alcalde dos décadas y senador, y ella comenzó su carrera profesional en Bruselas junto al comisario Chris Patten. Para muchos, atesora la pasión por la política de su progenitor y la inteligencia de su madre, catedrática de Física y Química en el instituto Alfonso VI de Olmedo, donde estudió Miriam y aún conservan su «brillante» expediente, con notas «muy buenas».

Su «gran visión de la política internacional» es otra de las cualidades que resaltan. En 1991, tras licenciarse en Derecho en Valladolid, esta apasionada de los viajes se trasladó a Bélgica para estudiar un posgrado. Y allí, en el Colegio Europa de Brujas, conoció a quien en 2000 se convirtió en su marido. La boda se celebró en la iglesia de Santa María de Olmedo, y «no pasó desapercibida porque no estábamos acostumbrados a ver a todos vestidos de pingüinos», recuerda una vecina. «Queríamos ver a la hija del alcalde», como todavía se le conoce.

Miriam impuso una boda religiosa y sus creencias se las ha inculcado también a sus tres hijos, Antonio, Alberto y Miguel, a quien se puede ver con su abuela y su madre en los cultos en las frecuentes visitas que hacen a España. El nombre español marca los orígenes de los pequeños, que hasta hace unos días, atrapados por la nube de ceniza del volcán islandés, estuvieron en Olmedo. De fuertes convicciones, Miriam también conserva su apellido y la nacionalidad española, por lo que el día 6 no podrá votar a su marido. Desayunar en un mesón cerca de la plaza en verano es otra de las costumbres que Nick ha adquirido de esta «dama de Olmedo», con quien también ha aprendido a apreciar la comida y los vinos españoles.

«Orgullosos», en la localidad recuerdan a esa niña aficionada al piano, «que siempre estaba leyendo, sencilla, encantadora y cariñosa». Méritos que, como refleja una placa en el Colegio Santa Cruz de Valladolid, le fueron reconocidos por sus compañeras de residencia con el «Víctor Verde», que distingue «simpatía y compañerismo».