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Lidiar en el ruedo de la prohibición

Los toreros catalanes claman respeto y libertad en la puerta del Parlamento. «A los políticos les importan un comino los animales. Quieren abolir todo lo que huela a España

Lidiar en el ruedo de la prohibición

Con la montera calada, nos citamos en el Parlamento de Cataluña. Hasta aquí llegan los toreros de la tierra en activo. Entre el Arco del Triunfo y la Villa Olímpica, el parque de la Ciudadela es un desfile de políticos de todos los «encastes». A la entrada se divisa el zoo, presidido durante mucho tiempo por Jordi Portabella, curiosamente uno de los «capitanes» en la Esquerra Republicana de la defensa animalista. La torería catalana no oculta su indignación: «¿Pero hay alguien que se trague el cuento de que los partidos antis se preocupan por los animales? ¡Todo es pura política!», exclaman al unísono matadores y subalternos.

El cielo ha amanecido entoldado, con pelaje panza de burra. Gris oscuro ve el escalafón el panorama. En el pleno que se desarrollará entre el 15 y el 17 de diciembre se debatirán las enmiendas a la totalidad por la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contra la Fiesta de los toros. Días antes, los toreros, capote en mano, departen en el umbral del Parlamento sobre la posible prohibición. Aseguran sentirse inmersos en «un ruedo dictatorial en plena democracia». Y la «lidia» no se vislumbra fácil. Temen más al manso que al bravo.

El matador Alfonso López Casado se perfila en corto y por derecho: «Que no me obliguen a estar en una dictadura cuando vivo en un país libre». Toma la palabra el banderillero Vicente Osuna: «Esperemos que sean sensatos y por respeto a todos, incluyendo a las minorías, a las que afirman defender, no siga adelante esta ley. Nadie está obligado a ir».

César Pérez, quien cambió el oro por la plata para pasar a las filas de los banderilleros, considera la plaza de Barcelona como su propia casa. Le duele profundamente que los toros estén en jaque. Su teoría: «Los animales les importan un comino. Su única pretensión es abolir todo lo que huela a España».

Cortar de raíz la afición

Su rabia se agudiza cuando piensa en su hija, de cuatro años. Su pequeña no ha podido ver a su padre torear en la Ciudad Condal por la «veda» a los menores de 14 años: «¿Pero quiénes son ellos para imponerme la educación de mi niña? Soy suficientemente sensato y tengo muy claro que el toreo, una escuela de vida, no le va a suponer ningún trauma. Con esta prohibición pretenden cortar de raíz la afición de los más jóvenes».

Raúl Cuadrado, cosido a cornadas en su corto bagaje de alternativa, teme el efecto dominó que puede producirse si dan luz verde a esta ley antitaurina. Barcelona es el último bastión de Cataluña. «Muchas plazas han quedado ya por el camino, como Gerona, San Feliú...». Y nadie movió ficha. Cuadrado planta con valor la muleta: «Las figuras no se han movilizado. Parece que no se han enterado de la peligrosa jugada o que no va con ellos la película. Y tienen mucho que perder. Tampoco entiendo cómo la empresa Balañá no se manifiesta con rotundidad. Parece que olvida su pasado y que todo lo que ganó fue gracias a la Fiesta».

El banderillero Fernando Casanova también critica «el pasotismo generalizado» del mundo del toro. Incide en una cuestión: «Los antitaurinos están en una guerra y los políticos en otra. Los últimos son el verdadero problema. Y Zapatero es el primer enemigo». Hace un quite Osuna: «Cada año mueren aquí unos dieciséis millones de cerdos en los mataderos y toros, unos cien. La defensa animalista es la excusa». Interviene de nuevo Casanova: «¿Por qué no prohíben los corre-bous? Porque dan votos».

Más cuadrillas al paro

Los hombres de oro y plata consideran que muchos políticos «mansean» al hablar de libertades: «Son como los burros a los que les ponen las orejeras y tiran para delante sin escuchar. Ni siquiera podemos expresarnos», dice López Casado. ¿Tiene ideologías el toreo? «El toro no te pregunta de qué sindicato eres o a qué partido votas. Este espectáculo se ha creado para gente con sensibilidad y que se emociona. Nadie pide el carné a la entrada», subraya Osuna. No olvidan la crisis: «¿Quieren más gente en el paro?»

Tampoco pasan por alto el ejemplo de la vecina Francia. «Está muy por encima de España y cuida con esmero la Fiesta. En cambio, aquí la quieren prohibir. Y eso que no paran de hablar de europeizar...», comenta Pérez. «Si fuera una fiesta estadounidense -apostilla Casado-, Cataluña sería la primera en importarla».

Omar Guerra, que trabaja como mayorista pues ser torero en Cataluña es «doblemente difícil», no oculta su preocupación: «Lo veo chungo. Mi esperanza es que con el tema de los pactos el PSC convenza a CiU para votar en contra». Alude a la «cobardía» política: «Tengo alguna foto de Montilla en los toros, pero desde que es presidente no va. Será por marketing. ¡Vaya con la independencia!» Nostálgico, piensa en una imagen futura que no sabe si captará. «Mi mujer está embarazada -cuenta-. Me encantaría hacerme una foto con mi niño en la Monumental. ¿Seguirá abierta entonces...?»

Los políticos tienen la última palabra para atentar o no contra la libertad.

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