Suscribete a
ABC Premium

El funámbulo

EN una opinión pública forjada a base de percepciones simples, toda la complejidad de un debate parlamentario se condensa en concepto competitivo, esquemático, de quién gana y quién pierde. Por eso las pléyades de asesores, portavoces y demás séquito de la fontanería política se precipitan ... tras cada confrontación a proclamar vencedor a su líder en un intento -a menudo eficaz- de anticiparse con su presión al veredicto de una observación independiente. Pero el éxito o el fracaso de un debate no se mide sólo por el resultado inmediato del cruce dialéctico, sino que necesita el análisis de las expectativas previas con que cada cual acude al duelo. En ese sentido relativo todo depende de cómo se entra y cómo se sale.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia