Álbora, santuario del producto de calidad

La segunda apuesta de los «Menús históricos de las Estrellas Michelin» , y que estará vigente durante todo el mes de julio, viene de la mano del cocinero vasco David García, que se encuentra desde hace dos años y medio al frente de la cocina del restaurante madrileño Álbora (Jorge Juan, 33. 91 781 61 97), situado en pleno barrio de Salamanca. Un espacio dedicado a la alta cocina que se ha hecho un hueco en el firmamento gastronómico gracias a una apuesta clara por las materias primas de calidad, con platos de una estética moderna pero con sabores fácilmente reconocibles por todos los paladares.

Aunque con gran humildad, el chef vasco confiesa que la única receta para lograrlo es «el trabajo diario, la constancia y las ganas». El perfecto equilibrio entre cocina tradicional y moderna, conseguido por García, que fue discípulo de Martín Berasategui, ha elevado a las alturas, en poco tiempo y sin esperarlo, a este santuario del sabor. «Recibir la estrella te pone en el mapa y te abre mucho mercado, pero al final, conseguir que la gente repita se consigue día a día», confiesa el chef.

Los valores forjados a fuego en el restaurante de Lasarte y en su etapa en la cocina del Guggenheim impregnan sus creaciones diarias, en las que «el producto de temporada trabajado con una buena técnica» son el secreto del éxito de Álbora.

El chef bilbaíno nos cuenta que la propuesta de «Los Menús históricos de las estrellas Michelin» son una buena manera de acercar su cocina al público: «para nosotros es importante que todo el mundo pueda probar y disfrutar de una comida en un restaurante». Fiel a la esencia de Álbora, David García propone un completo menú de temporada , con los caldos, fondos y jugos como grandes protagonistas, «se trata de un menú limpio, de verano, fresco, que intenta llegar a todos los públicos».

Bajo la dirección de Jorge Dávila y con José María Marrón como sumiller y jefe de sala, Álbora asegura, con esta propuesta gourmet de 49 euros (bodegas aparte), una experiencia para el comensal de altura, donde la explosión de sensaciones está garantizada.