Diez pueblos de Andalucía donde la Semana Santa se respira todo el año
La ruta Caminos de Pasión muestra el patrimonio y la Semana Santa (tal como era, y como volverá a ser) de diez pueblos del interior de Sevilla, Córdoba y Jaén
Priego de Córdoba
Alcalá la Real. Es destino destacable, con una historia de tierras fronterizas entre calles típicas y la fortaleza de la Mota. El 18 de marzo, con lumbres y tambores en cada barrio, suele arrancar cada año la Semana Santa. El Viernes Santo siempre ... ha destacado por pasos pregonados e imágenes queridas, como el Gallardete de Jesús o el emotivo encuentro entre dos barrios portando a la Virgen de las Angustias y al Cristo de la Salud.
Priego de Córdoba. Artesanos escultores barrocos le dieron esplendor urbanístico, como en la capilla del Sagrario de la iglesia de la Asunción. En plena ruta califal entre Granada y Córdoba hay que recorrer su adarve al atardecer, así como seguir el Rocío más popular, el que suelen montar sus habitantes en procesión de Viernes Santo turnándose al Nazareno.
Cabra. Caminar hasta el Picacho, cumbre de la ermita de la Virgen de la Sierra, es abarcar la sierra Subbética a cuyo piedemonte se extiende Cabra. De castillo árabe y blancas calles tachonadas de flores, concentra en años ‘normales’ la algarabía de Semana Santa alrededor de una saeta propia, en la procesión del Resucitado, o en la de la Virgen de la Soledad en Sábado Santo.
Baena
Baena. En la prehistoria la riqueza de sus tierras hizo que ya hubiese un rico asentamiento en el lugar, como atestigua la leona de Baena, escultura íbero-romana de 2.500 años en la imprescindible visita de su museo histórico arqueológico situado en la Casa de La Tercia, donde se recogían los diezmos. En Semana Santa se ‘echan las cajas’: sus cofradías recorren las calles con el protagonismo de la famosa figura del judío.
Lucena. Esta ciudad guarda huella de las tres culturas. Tierra de ceramistas, de los que aún queda la familia Granados como únicos artesanos del barro. Hay diecisiete cofradías y treinta pasos de Semana Santa, de gran valor artístico, como el Cristo del Amor con rostro del imaginero Alonso Cano.
Puente Genil. El río Genil recorre esta tierra de labradores, cerca de la villa romana de Fuente Álamo, con sus excepcionales mosaicos. A su Semana Santa se le llama ‘la Mananta’, la gran fiesta de la participación. El tradicional Miserere resuena los siete Sábados de Romanos cuando la muchedumbre acompaña la ‘subida de Jesús’.
Vista de Osuna
Osuna. Recortada de palacios y rejas de hierro, y con una de las calles más bonitas de Europa, la de San Pedro. Su universidad dio renombre al Siglo de Oro español y la repostería de las religiosas de clausura del convento de la Encarnación despierta un dulce atractivo. La emocionante procesión del Nazareno sale precedida de miles de cirios y seguida de medio millar de cruces.
Écija. Imprescindible el arte bordador de Jesús Rosado, que tantos mantos hace brillar en Andalucía. En la ciudad de las 11 torres, 19 espadañas y 98 campanas, sus palacios y rincones barrocos forman una agenda llena de interés. En Semana Santa habría que seguir los pasos de la Borriquita, el Señor del Amor o el Cristo de los Gitanos.
Puerta de Córdoba, en Carmona
Carmona. La monumentalidad de la ciudad sevillana, desde que el emperador Julio César la situara como el centro de su imperio, levanta pasiones. Se cumplen 500 años desde que, huyendo de la hambruna, sus vecinos peregrinaron por primera vez hasta la catedral de Sevilla, situada a veinte kilómetros. Cuando sus calles vuelvan a llenarse, la Semana Santa se vivirá de nuevo a flor de piel en momentos como la procesión del Cristo Crucificado, la imagen más antigua de Andalucía.
Utrera. En la cuna del flamenco, las saetas no podrían sonar de un modo diferente. La Hermandad de los Gitanos, con la organización del famoso festival flamenco del Potaje de Utrera (el más antiguo del mundo, desde 1957) y los conciertos de Semana Santa, tiene buena culpa de ello. A las afueras se halla el santuario de la Consolación, patrona de Utrera más conocida como la virgen del barquito por su vinculación al mar.
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