año greco
I Batalla de órganos: El sonido sobrecogedor y los intérpretes virtuosos
«Que no quede en flor de un día; es un espectáculo que merece la pena repetir de vez en cuando, para que este revivir de una música no vuelva allí donde habita el olvido y solo sea un recuerdo cuando los fastos del Greco se cierren»
antonio illán illán
El Greco nos ha traído una «batalla de órganos». ¡Bendito sea el Greco! Siete órganos como siete soles de la catedral de Toledo han llenado de música las imponentes naves del templo. Los tres grandes: el del Emperador (reconstruido en 1798), el de Echevarría ( ... de 1755), el de Berdalonga (de 1798) y el órgano positivo del Sagrario (de 1798) hicieron notar la fuerza de su sonido en las músicas de estilo solemne y enérgico. Los tres órganos pequeños, conocidos como Realejos (dos de 1713 y el tercero de 1721), que son móviles y se sacaban sobre ruedas en la procesión de Corpus, han complementado con su voz más aguda la potencia de sus hermanos.
¡Ojalá todas las batallas fueran tan incruentas y tan artísticas como las que hemos podido gozar en la «Dives toletana»! Las notas subieron a todo lo alto cuando arrancó la «Batalla I ‘Imperial’ de Primer Tono» de Juan Bautista José Cabanilles, con los cuatro órganos compitiendo en grandeza y los cuatro organistas, Paolo Oreni, Baptiste-Florian Marle-Ouvrand, Patrizia Salvini y Juan José Montero , haciendo alarde de su arte y oficio. Este toque simultáneo, especie de «duelo musical» entre organistas, fue muy popular en un tiempo pasado en España. Nosotros hemos tenido la ocasión y la suerte de revivirlo, pero no solo como un «duelo a dos», sino «a cuatro». Cuando todos unían sus voces los decibelios subían de tal manera que uno cerraba los ojos y creía ver escenas del Apocalipsis, como las que debió de ver el Greco cuando pintó la casi onírica escena de la «Apertura del quinto sello».
Luego vinieron otras músicas más calmadas de Haendel, Frescobaldi, Aguilera de Heredia, Piazza, Pfeyll, Terreni, Storace, Scarlatti, Sweelinck, Zipoli y Bach, siempre Bach, el que pone el equilibrio en la música. Con una obra de este último, interpretada en los tres órganos Realejos, pudimos llegar a ese estado de sosiego y sentida emoción que la música produce.
Tras escuchar quince obras, llegó la batalla final, un nuevo «duelo a cuatro» sobre el «Aleluya Mozárabe de Toledo». ¡Maravilloso! Alguien a mi lado musitaba: «¡pero si esto parece jazz!». No era jazz, pero fue un colofón excelente, para el que se necesitaba más paladeo. La misma persona que dijo lo del jazz u otra, no recuerdo bien, afirmó con satisfacción: «esta última pieza es como la fuente de la plaza del Ayuntamiento, habría que escucharla otra vez para forjarse una opinión justa».
El sonido sobrecogedor y los intérpretes virtuosos. Un éxito esta I Batalla de órganos. Que no quede en flor de un día; es un espectáculo que merece la pena repetir de vez en cuando, para que este revivir de una música no vuelva allí donde habita el olvido y solo sea un recuerdo cuando los fastos del Greco se cierren.
[Imágenes de la primera batalla de órganos]
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