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otras miradas

El derecho a vivir en comunidad

«La persona con discapacidad intelectual, con sus capacidades y con los apoyos necesarios, puede y debe vivir en comunidad de manera satisfactoria»

Iván Herrán García

En las últimas décadas hemos cambiado el punto de vista con el que vemos a una persona con discapacidad intelectual: las capacidades y las limitaciones no están dentro de la persona, sino en la interacción entre la persona y el medio. Las personas sin discapacidad intelectual a menudo creemos que somos capaces de hacer tareas correctamente de manera independiente de la situación, pero esto es una ilusión. Pensemos en un sencillo ejemplo: un cambio de residencia a otra provincia. Durante un tiempo estaremos desconcertados, creando nuevas rutinas, conociendo nuevas personas y en un tiempo no estaremos preparados para dar el cien por cien de nuestras capacidades, independientemente de que sean muy elevadas. Con este ejemplo queda claro que nuestro entorno interactúa con nuestras capacidades. Llevando el ejemplo a un extremo, en un entorno hostil no seríamos capaces de funcionar bien, quizás incluso, no seríamos capaces de adaptarnos.

Para poder estar a gusto en la sociedad, necesitamos una serie de apoyos que nos permitan adaptar nuestra conducta a la demanda social. Esto tampoco es algo exclusivo de una persona con discapacidad intelectual, sino que nos influye a todos, ya que todos contamos con apoyos de otras personas para poder funcionar correctamente.

Piense por un momento en su día a día y haga un listado de las cosas que dependan exclusivamente de usted, de manera aislada. Se dará cuenta de que no son muchas y sí es larga la lista de las acciones que dependen del apoyo de otras personas (viajar en un autobús, estudiar en un colegio, hacer la compra, etc.). Si lo pensamos detenidamente no hay una diferencia de cualidad, sino de cantidad, no es el apoyo en sí el que cambia, ya que todos lo necesitamos, sino la cantidad de apoyo que necesito para tener una conducta adaptada al entorno. Habrá personas que necesiten mucho apoyo y otras que necesiten muy poco, pero en definitiva, todos lo necesitamos.

Un entorno favorecedor

Entendiendo estos dos aspectos nos daremos fácilmente cuenta de que una persona con discapacidad intelectual que quiera estar incluida en la comunidad dependerá en gran medida de que el entorno sea favorecedor de esa inclusión y de contar con los apoyos que necesite. Por supuesto que la persona tendrá que poner las ganas, el esfuerzo y el tesón, pero con un entorno que le apoye podrá conseguir su objetivo, sin él no. Como el resto, las personas con discapacidad intelectual son todas diferentes, unas se esforzarán más y otras menos, unas tendrán más ganas por mejorar y otras menos, esto es obvio. Sin embargo ¿está la sociedad preparada para dar oportunidades a aquella persona con discapacidad intelectual que sí quiera utilizar su derecho a estar incluida? Soy optimista y creo que la respuesta es generalmente afirmativa. En algunos casos la sociedad también necesitará apoyos, sobre todo ayudando a eliminar los prejuicios.

Para eso deben estar la propia persona con discapacidad intelectual, su grupo de apoyo, su familia y los profesionales que trabajan a favor de su calidad de vida. Debemos habituarnos a trabajar mucho más en la comunidad, dando apoyos allí donde realmente se necesita.

Las personas con discapacidad intelectual, cuidadanos de pleno derecho

Creo que la práctica totalidad de la sociedad entiende que todos tenemos derecho a estar incluidos y que esa percepción de inclusión es muy importante para sentirnos bien y tener calidad de vida. Las personas con discapacidad intelectual deben estar, con los apoyos necesarios, donde están los ciudadanos, porque ellos también lo son, participando en la medida de la capacidad de cada persona, para poder llevar a cabo su proyecto de vida: en los espacios de ocio, en los espacios de decisión, en los colegios, en el trabajo, en las asociaciones y en todos los espacios comunitarios.

Cuando estemos en estos espacios y no veamos a personas con discapacidad nos deberíamos preguntar: ¿dónde están estas personas?, ¿se les ha dado la oportunidad de participar?, ¿por qué, si son ciudadanos, no están presentes? Sólo cuando no sea necesario hacernos estas preguntas nuestra sociedad será realmente justa. Olvidemos los prejuicios y veamos a la persona con discapacidad intelectual ante todo como persona y ciudadano, con sus capacidades y limitaciones, de manera completa e individual.

Si quieres saber más:

Convención sobre los Derechos de las personas con Discapacidad (artículo 19). Versión en lectura fácil, Real Patronato sobre Discapacidad, Universidad Autónoma de Madrid .

Comunidad inclusivas = Comunidades más fuertes. Inclusion International.

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