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religión

«En anunciar a Jesucristo pondré mi vida y corazón, mis palabras y obras»

Ángel Fernández Collado fue ordenado obipo auxiliar este domingo en la catedral primada

«En anunciar a Jesucristo pondré mi vida y corazón, mis palabras y obras» luna revenga

MER FERNÁNDEZ

«Intentaré ser para todos un obispo con corazón» . Así manifestó su voluntad y disponibilidad Ángel Fernández Collado al ser ordenado este domingo obispo auxiliar de la Archidiócesis de Toledo en la catedral primada durante la eucaristía oficiada por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez.

También acompañaron a Fernández Collado el cardenal arzobispo emérito de Toledo, Francisco Álvarez; el obispo auxiliar emérito de Toledo, Carmelo Borobia; el arzobispo castrense, Juan del Río Martín; el arzobispo de Sevilla y quien fuera ordenado en 1997 obispo auxiliar de Toledo, Juan José Asenjo; el prefecto de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares; el nuncio apostólico de su Santidad en España, Renzo Fratini; los obispos de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Sigüenza-Guadalajara, Coria-Cáceres, Getafe, Guadix, Jaén, Burgo de Osma, Plasencia, Segovia, Córdoba y Guinea; el obispo emérito de Málaga y los obispos auxiliares de Madrid, Getafe y Terrasa.

En la homilía, que duró algo más de dos horas, estuvieron presentes la presidenta de la Junta, María Dolores de Cospedal; el presidente de las Cortes, Vicente Tirado; el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Jesús Labrador; el portavoz del Gobierno regional, Leandro Esteban, y el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, además de representantes de la política municipal. Fueron muchos los sacerdotes, familiares, amigos y compañeros que quisieron estar presentes en la ordenación, como algunos vecinos de Los Cerralbos, su pueblo natal.

Ordenación

Tras la homilía del arzobispo, daba comienzo la ceremonia de ordenación. Braulio Rodríguez empezó recordando a Fernández Collado cuál sería su cometido: «anunciar a Jesucristo, de quien tantos han oído hablar, pero no han conocido suficientemente». «Jesucristo es el objeto perenne de nuestra predicación, no te canses de recordarnos esta maravillosa realidad» , terminó el arzobispo para dar paso a un diálogo con Fernández Collado en el que este asintió a sus promesas como obispo auxiliar. Tras la promesa del presbítero, vino la letanía y la oración que el nuevo obispo auxiliar acogió tumbado boca abajo en el suelo. A la oración le siguió la imposición de manos y del libro de los evangelios, acto que no veía la catedral primada desde 2004, cuando Ángel Rubio fuera ordenado obispo auxiliar. Como atributos episcopales, y además del solideo el sombrero que porta el Papa, los obispos y algunos eclesiásticos recibió un anillo, signo de fidelidad; la mitra, símbolo de santidad, y un báculo, seña del ministerio episcopal. Tras la entrega, los obispos abrazaron a «su nuevo hermano», mientras en la catedral sonaba el Magníficat como canto de alabanza.

«Gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia», fueron sus primeras palabras como obispo auxiliar, agradecimiento que extendió al Papa Francisco por encomendarle esa labor, al arzobispo Braulio Rodríguez y a quienes le acompañaron en un día tan importante.

Primeras palabras

En su discurso, Fernández Collado manifestó su «voluntad de servir a la Iglesia desde mi fe y pobreza, confiando en la fuerza del Espíritu Santo en mí, para ser testigo y apóstol de su Evangelio». El obispo auxiliar rememoró el encabezamiento de las estampas que repartiera en 1977 cuando fue ordenado sacerdote: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad y ser testigo del Evangelio» , para manifestar su total disponibilidad. A esa frase quiso añadir que «en ello pondré mi vida y corazón, mis palabras y obras, auxiliando y ayudando en las tareas que se me encomienden». «Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo», terminó.

Tras la colecta, que por deseo del nuevo obispo auxiliar iba destinada a los proyectos del programa de vivienda y de atención integral a las familias más necesitadas de Cáritas parroquial, Fernández Collado tuvo el detalle de dar su primera comunión como obispo auxiliar a su madre y hermanos.

Rebaño del Señor

La homilía del arzobispo fue en todo momento dedicada al que iba a ser ordenado obispo auxiliar. Para Rodríguez, la «celebración nos llega hondo por la tarea común », pues ambos «estamos para ayudar y compartir las preocupaciones» de los fieles. El arzobispo avisó de «la tendencia en la comunidad para hacerse un Dios a su medida» por el hecho de que «el Dios vivo nos puede decir que nos estamos desviando del camino indicado».

Rodríguez recordó a Fernández, entre otras, la parábola de la oveja perdida para insistirle en que « el perdón es la buena nueva de Cristo ». Pero, sobre todo, insistió a Fernández Collado en que, además de pastores por su orden, también son «ovejas del rebaño del Señor» por su condición de cristianos, lo que les debe haer experimentar «alegría en medio de las lágrimas y tribulaciones que lleva consigo la vida».

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