Beso Beach, el chiringuito más romántico de Baleares, cumple una década de éxito

Lo consiguieron, y actualmente es uno de los más exitosos de la isla. Se distingue por tres aspectos clave para sus selectos clientes: la privacidad que ofrece aún estando a un paso del mar -donde se atracan los veleros y barcos que visitan la isla-, su buena cocina -fusión de la vasca y mediterránea por el origen mixto de sus propietarios y el lugar donde está- y su gran ambiente . Esto último es fruto de su personal y de su estilo rústico y bohemio, hace diez años precursor y hoy símbolo de lo que muchos llaman 'la otra Ibiza' en contraposición al ambiente más ostentoso y estridente que -sin dejar de ser de alta gama- también hay en este destino turístico apreciado internacionalmente.

A Beso Beach van los futbolistas y tenistas, los actores y cantantes (españoles e internacionales), los directores, las modelos, los grandes empresarios y los clientes anónimos. Sus dueños atesoran anécdotas, fotos y mensajes de muchos famosos que vivieron allí buenos momentos. En Beso las comidas se alargan hacia los 'tardeos' con buena música, cócteles o su demandada sangría de cava y una gastronomía que no responde a la ligereza de algunos chiringuitos (su paella de verduras es excelente, también la salsa de sus mejillones y gambas, su atún y sus chuletones -algo poco visto en la zona-).

Su emblema es un banco ubicado sobre la blanca arena de la isla pitiusa, donde quien lo visita se hace la foto con el lema que tiene grabado a la espalda: 'No hay verano sin beso' (ahora, también su 'hashtag' en redes). Los clientes no saben, aunque conociendo la historia seguramente lo valorarían incluso más, que ese banco no es el original. Aquel primero se fue a Italia, a la casa de una mujer cuyo hijo murió en un accidente poco después de vivir un momento muy feliz sentado en él, mirando el horizonte marino, según dejó constancia en su último 'post' en instagram. Su madre viajó luego hasta Beso Beach para comprarlo. Viar y López se lo regalaron y encargaron una réplica.

Hoy atesoran esta historia, junto a muchas más vividas durante estos diez intensos años de actividad y visitas ilustres, en un libro de vivencias de 'la tribu Beso' aún no escrito, pero que «podría llegar algún día», desliza Viar. Y añade: «Aquí hemos vivido grandes cosas, este es un sitio especial y quien viene lo siente», asegura el empresario de la restauración, que unió fuerzas con su mujer, experta en moda.

Beso estrena su décima temporada con la novedad de la incorporación de una goleta -con interiores recubiertos de madera, una gran cubierta para tomar el sol o comer y sus dos velas negras rotuladas con la 'B' ya característica- que presta servicio a sus clientes o a quien quiera contratarla para pasar unos días en alta mar (5.000 euros la noche para diez personas, en cinco camarotes con baño, e incluyendo los servicios de su capitán y tripulación). El complejo también tiene vehículos 4x4 para sus clientes.

A Beso Beach Formentera le siguieron, seis años después, Beso Ibiza (igual en gastronomía y ambiente pero más grande y este sí abierto a la mirada de la playa, la de Ses Salines, y con tumbonas y sombrillas en ella) y Beso Sitges (en el hotel Me Sitges Terramar, de Meliá). Pero además sus propietarios han lanzado una línea de perfumes, un sello discográfico y una marca de ropa y complementos hechos por artesanos baleares, y este año abrirán un cuarto local en la Costa del Sol .