La exclusividad de tener una bodega en casa
Las claves fundamentales para crear tu propio rincón enológico

Para los amantes del buen vino disfrutar de una copa a la caída de la tarde, cuando el calor veraniego deja algo de tregua, puede convertirse en todo un ritual: seleccionar con cuidado la botella, descorcharla, servir una pequeña cantidad en la copa adecuada, agitarla, aspirar su aroma y, al fin, probarlo. Un método para relajarse y disfrutar de los pequeños placeres que funciona y, además, está científicamente comprobado. Al parecer la piel de la uva tiene cierta cantidad de melatonina que, entre otras funciones, ayuda a liberar estrés.
Por eso son cada vez más las personas que quieren disponer de una pequeña –o gran, dependerá de cada uno– bodega en casa. Al hablar de bodega no nos referimos únicamente a un armario más o menos preparado para conservar las botellas, sino un rincón creado expresamente para almacenar esos caldos que guardamos con tanto cariño.
“Las posibilidades para integrar una bodega en nuestra casa son infinitas. Desde el hueco de la escalera, a un mueble bar en medio del salón o un espacio más amplio en el que podamos hacer catas. Además, no hay mínimo ni máximo en lo que a tamaño se refiere. Es el cliente quien, según la cantidad de vinos que quiera conservar y el espacio del que disponga, el que decide”, nos explica Bárbara Aurell creadora del estudio creativo de interiorismo Espacio en Blanco . Una manifestación con la que coincide Víctor Molina, co-fundador del espacio de arquitectura creativa WIT aunque él piensa que, como mímino, es necesario disponer de un cuatro de 1,80 x 1,80m para tener sensación de bodega.
Los imprescindibles

Las condiciones de luz y temperatura son fundamentales para la correcta conservación de los caldos. “Para ubicar correctamente nuestra bodega necesitamos una zona oscura. La luz del sol es la mayor enemiga del vino. El espacio no debe tener mucha humedad, pero tampoco ser muy seco”, nos cuenta Rocío Yague, jefa de sala del restaurante Los Montes de Galicia . Según explican varios expertos, una humedad entre el 60% y el 70% sería la más adecuada. En niveles inferiores el corcho se seca y, en superiores, afloran malos olores. Aunque la temperatura variará ligeramente dependiendo del tipo de vino, lo más recomendable es conservar las botellas entre los 14ºC y los 17ºC.
Teniendo en cuenta estos factores, Molina nos advierte que trasteros, despensas y garajes suelen ser las zonas en las que mejor podríamos situar nuestra bodega, aunque recuerda que las paredes divisorias de vidrio pueden ser una buena opción para crear espacio dentro del salón o la cocina en los que ubicar nuestro particular altar enológico . Recomienda utilizar una buena iluminación artificial para suavizar la dureza de unos materiales que, por sus condiciones aislantes y absorbentes de humedad, suelen ser demasiado duros visualmente hablando. “A mí, personalmente, me encantan las bodegas de vidrio en las que se pueden ver bien las botellas que colocaría en una estructura de hierro negro barnizado” , añade Aurell.
Funcionalidad y lujo pueden ir de la mano

La comodidad a la hora de almacenar el vino es fundamental. No solo para elegir rápidamente el vino que deseamos consumir, también para comprobar de un solo vistazo que todas las botellas están correctamente guardadas. Siempre debe hacerse en horizontal, con una ligera inclinación de 5º permitiendo, como explica Yague, la micro oxigenación de los corchos.
En cuanto a la forma de ordenarlos, eso ya es una decisión muy personal. “Creo que una colocación por añadas, Denominaciones de Origen o cepas podría ser una forma sencilla de identificar los vinos” , explica Molina. Opina también que, una buena bodega, no tiene por qué ser solo un sitio de almacenaje, sino un rincón que poder disfrutar y en el que instalar, si el espacio lo permite, asientos para crear una pequeña sala de catas.
Cada amante del vino tiene sus propios gustos y necesidades, pero para aquellos que dispongan de un espacio en el que crear su propia bodega, Yague nos da algunas recomendaciones sobre cuáles son los mejores caldos con los que comenzar esta aventura. Nos explica que ella, a título personal, se quedaría con algunos vinos de la zona de Ribera de Duero y, en cuanto a su madurez, elegiría los de una crianza media.
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