Diego Gronda, el arquitecto del lujo

Nacido en Buenos Aires de padres de origen italiano, estudió arquitectura en su ciudad natal. Tiene un Máster en Arquitectura de Parsons (The New School) of Design, donde se le concedió la Medalla de Oro AIA (American Institute of Architects) de la Excelencia en el estudio de la arquitectura. Antes de crear Studio Gronda, Diego fue Director Creativo de Rockwell Group y Rockwell Group Europe , trabajando en numerosos proyectos que fueron galardonados bajo su dirección. «A mí todo lo que me ponga incómodo, me hace crecer como persona» , nos confiesa el arquitecto cuando hablamos del enorme giro que dió a su vida al venir a vivir a España.

Infinidada de reconocimientos y galardones que premian una carrera y un trabajo de mucho esfuerzo. Uno de esos últimos reconocimientos llegaba hace tan solo unos días con la nominación de Ikos Andalusia , uno de sus últimos proyectos, nominado a Best Resort en los premios Gold Key Awards , selecciónado de entre más de 400 proyectos internacionales. Una propuesta que ha vuelto a poner en valor la Costa del Sol y en la que el estudio desarrolló simultáneamente la arquitectura, el interiorismo y el paisajismo con una incidencia mucho más respetuosa y sostenible con el entorno .

Y es que si algo diferencia el trabajo de Diego Gronda es el mimo y el cuidado de los detalles que pone en cada proyecto que realiza. Un claro ejemplo de esos detalles lo encontramos en el restaurante Saddle , en inglés 'silla de montar', convertido además de en templo gastronómico en un claro ejemplo del buen hacer de los trabajos de Gronda. Este restaurante es guiño y homenaje, construído sobre los cimientos del emblemático Jockey , abría sus puertas en 2019 dispuesto no solo a convertirse en uno de los grandes referentes de la ciudad, sino a rendir homenaje a lo que en su día fuera uno de los grandes puntos de encuentro de la sociedad madrileña entre los años 50 y 90.

Tan solo 3 años después y con una pandemia de por medio, Saddle se ha convertido en uno de los mejores restaurantes de la capital , por él han pasado numerosos rostros conocidos y ocupa los primeros puestos en las recomendaciones de expertos gastronómicos. Un templo cuyo espacio de 1.600 metros cuadrados se divide en dos plantas en las que imponentes obras de arte conviven con mobiliario hecho a medida, paneles de seda, barras de mármol blanco o paredes recubiertas en piel y techos de madera. Con un jardín interior presidido por una chimenea, la mesa que la contempla desde el salón principal es una de las favoritas del propio Diego Gronda, una mesa en la que el arquitecto confiesa se han realizado muchas pedidas de mano, y es que «es posiblemente una de las mesas más románticas de Madrid» , nos cuenta Gronda. El enfoque sofisticado y holístico de su estudio, en lo que se refiere a la hostelería y la restauración, también incorpora aquí otros elementos de diseño como la vajilla personalizada, los arreglos florales, el paisajismo (en colaboración con Valentine Laperche), moquetas diseñadas a medida e iluminación. O lo que es lo mismo, la excelencia de cuidar hasta el más mínimo detalle, de la que hablábamos al comenzar estas líneas.

«Realmente quería crear un espacio que recreara lo que era Jockey hace 30 años. Un espacio que te hiciera sentir bien, que fuera cálido y atemporal. Quería un especio que sedujera y eso se reflejado en cada rincón del restaurante , todos los detalles están muy cuidados, puedes apreciarlos o no, pero invitan a seguir descubriéndolos en cada visita», nos explica su creador. Un lugar elegante y sofisticado en el que todo está pensado e ideado por el equipo de Gronda y es aquí precisamente, en el espacio del que ha sido uno de sus trabajos más aclamados, donde el arquitecto Diego Gronda nos recibe para charlar de proyectos, inquietudes, trabajo y excelencia.

- Con una vida tan viajera, ¿cuál diría que es su ciudad?

- Te diría que me siento cómodo en todos lados, pero no me siento realmente en casa en ningún lado. Para mí Madrid es una ciudad que he aprendido a amar. Me gusta España porque es un país con mucho potencial.

- ¿Cómo fue llegar a Madrid?

- Fue un desafío. Es muy interesante viajar para obtener una visión global de las ciudades desde fuera. Y Madrid es la ciudad ideal para ello.

- ¿Por qué se lanzó a crear su propio estudio?

- Me lancé al cambio hace ahora 6 años porque me gusta poder encargarme de todos los aspectos en una obra, no únicamente de la arquitectura o el interiorismo.

- ¿Qué opina de la arquitectura española?

- Creo que este país tiene un nivel de arquitectura fascinante y a la vez unos agujeros monstruosos. Creo que España tiene mucho trabajo por hacer, muchos hoteles por remodelar y con muchas posibilidades para reconvertirlos en exclusivos alojamientos de lujo que sin duda darán un impulso al país. Hay muchas y buenas razones para ser sostenibles y reutilizar estructuras existentes y es un punto clave en ese concepto de transformación tan necesario. Uno de nuestros pilares de diseño es que ninguna estancia debe servir para un solo uso. La transformación será clave y en la pandemia pudimos comprobarlo.

- ¿Por qué considera tan importante aunar todas las facetas de un proyecto en un solo equipo de trabajo?

- Hasta hace unos años todo el mundo hacía todo, pero más tarde pasamos a dividir esfuerzos y creo que se perdió mucho. No lo critico, pero creo que un arquitecto no puede hacer un proyecto y no interesarle lo que pasa en el interior o a su alrededor. A la larga, el huésped no entiende la diferencia, simplemente le gusta o no le gusta. A la hora de trabajar, me gusta que todas las disciplicas estén alineadas a una experiencia.

- ¿Qué es lo mejor de Studio Gronda?

- Lo mejor sin duda es nuestro gran equipo de trabajo, un equipo y un estudio que hemos formado entre todos y que ha sido clave para lograr el éxito y para llegar donde estamos. Me gusta tener un grupo pequeño, talentoso, apasionado y curioso, esas son para mí las cualidades perfectas.

- Hoteles, restaurates, Spas... ¿qué nexo une sus proyectos?

Son todas experiencias humanas con las que nos gusta experimentar. Me encanta sentarme en la entrada de alguno de los hoteles que he diseñado y mirar a la gente, cómo actúa, cómo se relaciona con el espacio, es algo fascinante.

- ¿Qué es lo primero que hace cuando entras por primera vez en un espacio nuevo?

- Soy insoportable (risas). Tengo la costumbre de grabar cómo se mueve mi cabeza al descubrir el espacio por primera vez cuando voy a un nuevo hotel. Después, aprender. Me encanta que me sorprendan y aprender de otros.

- Pero, ¿a usted que le sorprende?

- Me sorprende absolutamente todo. Me gusta recopilar información cruda, ir y descubrir los espacios, no me gusta ver fotos antes. Quizás una de las cosas que más me han sorprendido últimamente son un par de hoteles en Tailandia. Los asiáticos son muy de rituales y eso me sorprende mucho. Creo que el arquitecto o el diseñador debe ser optimista y constructivo.

- ¿Cuál es el proyecto más difícil al que se ha enfrentado?

- Difícil por lo gracioso que fue. En los últimos casi 20 años he trabajado en distintos proyectos para el Circo del Sol, en uno de ellos trabajé con dos personas que querían totalmente lo opuesto al otro. Ahí es cuando te das cuentas, más allá del dinero, que si es una única persona o varias pero están alineadas en cuanto a ideas será posible, pero hay veces que no todo es posible.

- ¿Y el más raro?

Realicé un hotel para mujeres de negocios. Aprendí a ponerme en el papel de la mujer y a conocer en profundidad su psicología. Fue gratificante porque funcionó y gustó mucho.

¿Algún reto en el horizonte?

Siempre digo que me gustaría diseñar un templo, un espacio físico con una conexión espiritual. No tiene que estar relacionado con la relogión, creo que cuando uno llega a un nivel tan fino de conexión con el espacio, a lo más alto que se puede llegar es a algo quw te conecte espiritualmente con una fuerza superior y eso no lo he hecho todavía.