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Fuerdái, la generación de hijos de las élites chinas que vive una vida de ostentación al extremo

Son ricos y tienen la vida resuelta, sin embargo, el gobierno está preocupado puesto que en el fututo muchos de ellos tomarán las riendas de los negocios más prósperos del país

Los fuerdái han vivido rodeados de lujos © Instagram: @kaxiaoxi

La cultura China es conocida en el resto del mundo por dos cosas. Por un lado, ser una de las más herméticas que existen y por otro, la competitividad en todos los ámbitos para lograr su objetivo de ser los más poderosos, de ... ahí que desde que nacen, a los hijos se les inculca una educación estricta basada en el esfuerzo y la superación.

Sin embargo, hay una generación de jóvenes que parece vivir en una atmósfera paralela donde no hay espacio ni para la preocupación ni el trabajo duro. Se trata de los fuerdái, o lo que es lo mismo, los hijos de las élites que nacieron entre finales de los ochenta y principios de los noventa -precisamente este vocablo en chino significa “segunda generación de ricos” - y cuyas vidas parece que traen de cabeza al gobierno.

Su historia se remonta a finales de los setenta, una época de prosperidad en la industria China gracias a la cual numerosas familias con negocios potentes en el país lograron enriquecerse hasta límites insospechados. Pasar de vivir dificultades económicas a poseer cantidades ingentes de dinero prácticamente de la noche a la mañana hizo que muchos de ellos llevasen una vida de lujo y ostentación propia de los nuevos ricos, que posteriormente han inculcado a sus vástagos, los llamados fuerdái.

Los niños mimados de China

A pesar de haber recibido la mejor educación y estudiar en los mejores colegios del mundo, el problema reside principalmente en que su principal objetivo en la vida es pasárselo bien sin importar ni el modo ni las consecuencias. Sus valores quedan lejos de los de la cultura asiática y su único afán es gastar el dinero de sus padres, que en la mayoría de los casos les han concedido cantidades millonarias para que creasen un negocio desde cero, y que por el contrario han invertido en todo tipo de lujos y extravagancias sin pensar en los años venideros. No dudan en presumir en las redes sociales (donde destaca Weibo, algo así como una versión china de Twitter) de sus fiestas o regalos e incluso suben sus extractos bancarios para dejar claro que para ellos el dinero no es un problema.

Su principal objetivo es pasárselo bien © Instagram: @kaxiaoxi

Podría decirse que es una generación de niños ricos malcriados cuyos valores están en entredicho y es que los medios de comunicación no hacen más que relatar noticias de sus desventuras. Algunas de las más sonadas fueron el caso de Hu Bin , en el año 2009, que con tan solo veinte años se involucró en una carrera de coches ilegal y atropelló a otro joven de 25 años que no tenía nada que ver con el suceso y que murió en el acto. La condena se redujo a solo 3 años de cárcel y cuando salió volvió a ser detenido por la policía por conducir bajo los efectos del alcohol, como si nada hubiera pasado.

En 2012 sucedió otro hecho parecido, aunque esta vez el que iba al volante era Ling Gu, hijo de Ling Jihua , un político muy cercano al que fue presidente de China Ju Hintao, que falleció por exceso de velocidad al circular con su Ferrari Spider. En el coche se encontraban dos mujeres desnudas en los asientos traseros, lo que hizo que se especulase que podía tratarse de prostitutas.

Otro caso que revolucionó a la sociedad del país asiático fue el de Guo Meimei, una fuerdái famosas por sus fiestas subidas de tono y gastos excéntricos, que fue arrestada por estar implicada en un escándalo de apuestas ilegales y a su vez haberse hecho pasar por directora de la Cruz Roja para justificar sus ingresos. No hay que olvidar tampoco a Wang Sicong, el excéntrico hijo del dueño del Edificio España, que no hace más que subir fotos de los regalos que le hace a su perro, que van desde relojes de oro a diversos iPhone, y a quien parece no preocuparle lo más mínimo el negocio familiar.

El país está en sus manos

Lo que más preocupa a la sociedad china es el gran poder que tendrán en el futuro, pues en torno al 85% de las empresas no estatales del país pertenecen a las familias de estos jóvenes, que en el futuro tendrán que tomar las riendas de dichas empresas y que, de no cambiar su actitud frente a la vida, podrían terminar por arruinar algunos de los grandes motores económicos.

Incluso el presidente Xi Jinping ha manifestado su opinión sobre ellos al estar involucrados de forma indirecta sus hijos en algunas polémicas de los fuerdái."Mantened vuestra imagen pública y valoradla como un tesoro, porque vuestro comportamiento y declaraciones tienen un gran impacto en la sociedad, y son un ejemplo para otros", declaró preocupado en una reunión con empresarios locales en 2016.

Sin embargo, los años pasan y ni la pandemia parece frenar su excéntrico estilo de vida. Es más, el gobierno ha intentado ‘reeducar’ a muchos de ellos con programas a medida de reinserción social, pero todavía no ha pasado el tiempo suficiente para poder comprobar si han surtido efecto. Habrá que esperar para comprobarlo.

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